Época:
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1800


(C) Alvaro Cruz García



Comentario

La Zaragoza medieval deja paso a una ciudad esplendorosa en la Edad Moderna. Capital del reino de Aragón, y por tanto residencia de sus reyes, el matrimonio de Fernando el Católico con Isabel de Castilla unirá ambos reinos, aunque durante mucho tiempo mantendrán separados sus instituciones y fueros particulares.
El siglo XVI es un siglo de expansión. La bonanza económica, el crecimiento demográfico y la expansión urbana de una ciudad bien comunicada permanecerán hasta el siglo XVII. En el siglo XVIII, la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza elaborará proyectos de relanzamiento de la economía zaragozana, fruto de los aires ilustrados de renovación.

El crecimiento demográfico de la ciudad le lleva a rebasar los 40.000 habitantes durante el reinado de Fernando VII, tendencia que será acrecentada en los años siguientes gracias a la industrialización, que convertirá Zaragoza en un polo de atracción para la emigración interior.

Durante la Guerra de la Independencia, Zaragoza se resistió a la invasión napoleónica, sufriendo dos importantes asedios en 1808 y 1809. La mitad de la población -unas 50.000 personas- falleció durante los dos meses que duró el segundo asedio, en el invierno 1808-1809. Dos fueron los personajes más destacados de su defensa, el general Palafox y Agustina de Aragón, desde entonces héroes populares. La ciudad, prácticamente arrasada, debió ser reconstruida en buena medida al término de la guerra.

Años más tarde, de nuevo Zaragoza se vería envuelta en un episodio bélico: en 1838, en el transcurso de la primera guerra carlista, fue ganada por las tropas cristinas a las carlistas. Desde entonces, Zaragoza es titulada "siempre heroica e inmortal", aunque a costa de haber sido nuevamente asolada.

Como capital de provincia, la Zaragoza del siglo XIX creció como ciudad de servicios: comerciales, militares, administrativos, políticos, jurídicos, educativos y eclesiásticos. Su universidad cuenta, en 1868, con menos de 500 alumnos, y aquella parte de la población que posee tiempo de ocio puede esparcirse en más de siete sociedades artístico-recreativas o en su plaza de toros, con aforo para más de diez mil espectadores. O también en sus dos teatros.

En 1864 el ferrocarril llega a Zaragoza, quedando unida de esta forma con Madrid.

La Historia ha dejado excelentes monumentos en la capital aragonesa. El más importante de todos es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, construida en el lugar en el que, según la tradición, se le apareció la Virgen al apóstol Santiago. Acompaña a la Catedral la Seo o San Salvador, edificada a lo largo de cuatro centurias y cuya fachada principal es de Julián Yarza, discípulo de Ventura Rodríguez.

Deben ser destacados además otros monumentos, como las Iglesias de Santa María Magdalena, San Miguel de los Navarros, San Gil, San Felipe y Santiago, San Pablo Apóstol o San Ildefonso.

La actividad económica y política de Zaragoza a lo largo de la Historia ha dejado también construcciones notables, como la Lonja, construida entre 1541 y 1551; la Audiencia, edificada entre 1551 y 1554; o el Palacio de los Condes de Argillo, del siglo XVII. Es de destacar, también, su Museo Provincial de Bellas Artes que, aparte de contener algunas obras del genio aragonés Goya, expone lienzos de Bayeu, Coello, López, Jordán, o Huguet, así como esculturas de Alonso Berruguete o Gil Morlanes.