Época:
Inicio: Año 54
Fin: Año 68

Antecedente:
Gobierno de Nerón



Comentario

Los judíos se sintieron profundamente irritados cuando Calígula pretendió que su estatua estuviera dentro del templo de Jerusalén y por sus aspiraciones a ser considerado divino. Pero sería una simplificación atribuir a un hecho aislado el comportamiento religioso y político de un pueblo. El antirromanismo de amplias capas del pueblo judío tenía raíces más profundas que contaban con actitudes organizadas ya desde el siglo II a.C.
Lo mismo que hicieron ante las monarquías helenísticas, los judíos cultos y helenizados fueron partidarios de la colaboración con Roma y no veían contradicción entre el seguimiento de la Ley y su dependencia política. Las capas empobrecidas de la población odiaban por igual a la oligarquía judía que a los romanos. A su vez, frente a las dos tendencias en la interpretación de la Ley, la de los fariseos y saduceos, había otra mucho más rigorista, cuyo grupo más numeroso y significativo estaba constituido por la comunidad del Mar Muerto o de Qumran, bien conocida a través de los escritos de los mismos que se van publicando en los últimos años. Hay coincidencias entre el comportamiento y la doctrina de Jesús en comparación con los contenidos de los escritos de Qumran: la enemistad con los sacerdotes oficiales de los judíos, Jesús expulsando del templo a los mercaderes para que fuera sólo un lugar de oración, etc. En la época de Nerón, las divergencias planteadas por los judíos convertidos al cristianismo venían a complicar las tensiones sociales en Judea.

Algunos sectores de los judíos antirromanos, uniendo interpretación rigorista de la Ley y sentimiento nacionalista, se habían organizado en bandas armadas para luchar contra las tropas romanas de ocupación. Tales eran los zelotas a cuyo frente estaba Eliazar, hermano del sumo sacerdote. El dato de la relación familiar es ilustrativo de los múltiples cruces de alianzas que se daban en los momentos de mayor tensión.

Los procuradores romanos de Judea durante el gobierno de Nerón no se distinguieron por su finura política en el trato dado a los judíos. El 61 d.C., la guarnición romana fue masacrada. El 66 d.C. fueron confiscados por Roma los tesoros del Templo y la rebelión se extendió a todos los territorios de Judea. Entonces Nerón puso al frente de un numeroso ejército de tres legiones, bien equipadas, a T. Flavio Vespasiano, militar prestigioso y eficaz, quien después sería emperador.

De modo sistemático, aldea por aldea y ciudad por ciudad, Vespasiano fue eliminando todos los focos de resistencia. La muerte de Nerón paralizó su obra, que fue completada poco más tarde por su hijo Tito con la toma y destrucción de Jerusalén el año 70 d.C.