Comentario
La agricultura española en las tres primeras cuartas partes del siglo XIX experimentó una evolución debido a las leyes liberales como la desamortización y desvinculación, y la supresión de las trabas que impedían el libre cultivo o beneficiaban a la ganadería frente a la agricultura.
Las consecuencias principales, a medio plazo, consistieron en la mayor producción general, debida a la expansión de los cultivos hasta 1860, y el leve incremento de la productividad a partir de la década de 1870.
Conviene tener en cuenta que los cambios que se van a operar en la agricultura española en la primera mitad del siglo XIX serán derivados de las modificaciones jurídicas del sistema de propiedad, pero no se va a producir inmediatamente una revolución en los cultivos. Si hay mayor cosecha total será por la expansión superficial.
La mayor parte del país no pasó por el sensacional aumento de producción por Ha. que se estaba dando en la primera mitad del siglo XIX en buena parte del mundo occidental, debido a la intensificación de los cultivos y a los nuevos abonos. Sólo se aumentó en número de Has. cultivadas, pero el rendimiento por Ha. disminuyó o permaneció igual.
Sobre la expansión de cultivos no hay datos fiables para la primera mitad del siglo XIX. La cuestión sigue sin estar resuelta. En realidad, es un aspecto muy unido al de la producción. G. Anes señala cuatro hechos que son concluyentes:
- Hubo un aumento de población en España.
- Esta población pudo ser alimentada en su mayoría.
- Decrecen las importaciones (habituales hasta 1820).
- Se exportan cantidades crecientes de vino y aceite.
¿Cómo pudo lograrse el aumento de la producción nacional?
En primer lugar, no hay que olvidar, para explicar el aprovisionamiento de la población, la mejor articulación del mercado interior, impulsado por la puesta en explotación de los tendidos de vías férreas y la mejora de carreteras, que llevó a la integración progresiva de las economías comarcales y regionales en un mercado nacional.
Pero esto es insuficiente para explicar el aprovisionamiento que pasa por el aumento de la superficie cultivada sin que se pueda afirmar, en cambio, que hubiese mejorado la explotación intensiva por la utilización de técnicas agrícolas más adecuadas.
Vicens Vives, siguiendo el trabajo de Salvador Millet, afirma que entre 1818 y 1860 se pusieron en cultivo varios millones de Has. El propio Vicens señaló en su día una leve disminución del rendimiento por Ha. porque, en parte, entran en cultivo tierras marginales. Así, se pasa de 6,3 Qm. por Ha. en 1800 a 5,8 Qm. por Ha. en 1860. No obstante, estudios más recientes, demuestran que, al menos entre 1752 y 1818, los rendimientos de cereales en España, y en particular los del trigo, no experimentaron cambios significativos, situación que probablemente se mantuvo hasta comienzos de la segunda mitad del siglo XIX. La productividad se había estancado en torno a 5 Qm. por Ha. para el caso del trigo. Comparados los rendimientos del trigo en España con los que proporciona Bairoch para 1800, resulta que la productividad española era muy inferior a la de algunos países de Europa Occidental (casi 14 Qm. en los Países Bajos o Inglaterra y 10 Qm. en Alemania), se aproximaba más a varios países mediterráneos como Francia (8,5 Qm.) o Italia (7 Qm.) y era similar al rendimiento de otros como Rusia (5,4 Qm.).
El resto de las tierras cultivadas se dedicaba básicamente a viñedos, olivares y leguminosas. En estos cultivos, siguiendo los datos que nos proporciona Miguel Angel Bringas (1993), la productividad entre 1752 y 1818 permaneció igualmente estancada.
En los años de la década de 1860 se entra en una segunda fase que podríamos calificar de reajuste de la producción agrícola (disminuye algo la superficie cultivada, unas 500.000 Has.), pero aumenta el rendimiento por Ha. y el trigo pasa de 5,8 Qm. en 1860 (según datos de Vicens) a 9 Qm. por Ha. en la década 1903-1912 (según datos de Gutiérrez Bringas). Otros cereales, como el centeno y el maíz, así como leguminosas y viñedos, tuvieron un incremento de más de un 100% para las mismas fechas. Los cereales se vieron muy beneficiados por la disminución considerable de las tierras en barbecho.
El estudio relativo a la producción y la productividad de la agricultura española en el siglo XIX sigue abierto. Pienso que la expansión no fue tan grande como creen Vicens Vives y otros autores y, aunque hubo de ser considerable, desde luego no fue tan escasa como afirma Artola. Los rendimientos, en parte, disminuyeron y en algunas zonas aumentaron. Hay que tener en cuenta también la cronología: parece que la productividad se incrementó claramente en el último tercio del XIX, pero no antes. En todo caso, aumentó la producción por una mayor extensión del cultivo sin olvidar otro aspecto importante para explicar el aprovisionamiento, la articulación de un mercado interior.