Comentario
Carecemos de testimonios documentales antiguos, ya sean escritos o arqueológicos, que confirmen la existencia en España de un especial culto a Santiago por haber sido éste el que había evangelizado la Península. Un texto conocido como "Breviario de los Apóstoles", aparecido hacia el año 600, en el que se relacionaban los apóstoles y el lugar en el que éstos habían sido enterrados, atribuye a Santiago la evangelización de España, su martirio y sepultura en los siguientes términos: "Santiago, cuyo nombre significa el que suplanta, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, predica aquí en España y en Occidente. Bajo el reinado de Herodes fue ajusticiado por la espada y fue sepultado en Aca Marmarica. El ocho de las calendas de agosto".
El primer eco hispano de este texto corresponde a una interpolación de una obra de San Isidoro, "De ortu et obitu patrum", redactada hacia el año 650. Aldhelmo, abad de Malmesbury y después obispo de Sherborn, explicaba en un poema que se colocó sobre un altar dedicado a Santiago, hacia el año 709, cómo había ocurrido la conversión de los hispanos: "... educó con su enseñanza a los hispanos, evangelizando con su verbo divino las bárbaras multitudes que hasta entonces habían celebrado ritos antiguos en apestosos santuarios, ofuscados por las artes del horrendo demonio".
A partir de estos datos, sin saber bien cómo, entre los cristianos que resisten en las montañas cántabras, a fines del siglo VIII, se tenía el pleno convencimiento que Santiago era el patrono de España. Esta invocación se hace en un himno litúrgico conocido como "O Dei verbum patris", atribuido a Beato de Liébana, el conocido monje comentarista del Apocalipsis y asesor del rey Mauregato (783-788). En la quinta estrofa de esta composición, al tratar de los Hijos del Trueno (así eran conocidos los apóstoles Santiago y Juan), se proclama: "Y también los dos poderosos Hijos del Trueno, impulsados por su madre a alcanzar los elevados puestos: Juan, que rige diestramente Asia y su hermano que los hace por España.
¡Oh verdadero, digno y santísimo Apóstol! Cabeza refulgente y áurea de España, nuestro protector y patrono vernáculo. Líbranos de la peste, males y llagas y se la salvación que viene del cielo".
En aquella época, poco más se sabía sobre Santiago y su misión evangélica, pero pronto iba a acontecer un extraordinario prodigio. Informado el obispo de Iria, Teodomiro, de que se producían unos fenómenos extraños en un lugar de su diócesis, acudió allí y fue entonces cuando acaeció el hallazgo de la tumba apostólica. Alfonso II tuvo conocimiento del suceso en el año 834, disponiendo el monarca que se erigiese una basílica sobre el sepulcro. Se había creado así el santuario compostelano.
Desde entonces la figura de Santiago y la Historia de España permanecerán entrañablemente unidas. El anónimo autor del "Poema de Fernán González" recoge en estos versos la satisfacción de los españoles por haber sido los únicos del Occidente que habían sido agraciados por Dios al concederles que un apóstol en persona les hubiese evangelizado:
"Fuertemente Dios quiso a España honrar/ Cuand al santo apóstol quiso y enviar;/ De Inglatierra e Francia quísola mejorar,/ Sabet non yaz apóstol en tod aquel logar".