Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 1150
Fin: Año 1200

Antecedente:
San Isidoro de León y su ámbito de influencia

(C) Etelvina Fernández González



Comentario

Aunque las crónicas de la época son muy parcas al respecto, los primeros años del siglo X debieron ser, en la antigua Legio VII Gemina, momentos de gran actividad constructiva para adecuar la vieja urbe a las necesidades de la Corte recién instalada en ella. Como era habitual en situaciones similares, unos edificios se remozarían y otros se construirían ex novo.
Las noticias más antiguas que hacen referencia al solar y al entorno que hoy ocupan el Panteón Real y la iglesia isidoriana, al norte de la ciudad y dentro del recinto murado, son escasas y muy confusas. La ausencia por otro lado, de vestigios materiales de aquel momento, tampoco contribuye a esclarecer el problema.

En ese contexto, refiere el cronista Sampiro cómo Sancho I funda el monasterio de San Pelayo para custodiar las reliquias del niño mártir cordobés cuando éstas llegaron en el año 966 a León. En torno al año 1000 Almanzor asoló la ciudad, el edificio fue arruinado y, para evitar su profanación, las reliquias pelagianas se trasladaron a Oviedo.

Poco tiempo después, Alfonso V reconstruye la ciudad, restaura el arruinado monasterio y edifica la iglesia de San Juan con materiales pobres: ladrillo y barro. El monarca -son palabras de don Lucas de Tuy- "... cogió los cuerpos de los reyes y obispos que estaban en la ciudad y los enterró en esta iglesia...".

En ocasiones, a propósito de este hecho, se ha hablado de una advocación doble: san Juan y san Pelayo, de lo que se podría inferir, por ello, la existencia de un templo único o de la unión de ambos cenobios; lo que probablemente haría alusión a un monasterio dúplice.

Ante los datos expuestos, debemos recordar varias circunstancias significativas para comprender aspectos que serán fundamentales a posteriori, en el análisis que estamos efectuando; como es el caso, en el orden espiritual, de la pérdida que debió suponer para la ciudad de las reliquias de san Pelayo. Por otro lado, la ignota fábrica de aquellos monumentos nos pone en relación con toda la problemática que gira en torno a la arquitectura leonesa de la décima centuria. Arquitectura que, por otro lado, debió estar muy conectada además a la tradición y modos de hacer de la corte astur. Finalmente, el hecho de haber reunido los despojos regios al amparo de este lugar santo, permite suponer el interés que el soberano sentía por el mencionado templo, así como el deseo de prestigiar la dinastía reinante, respetando con ello la memoria de sus deudos.

Carecemos de cualquier indicio que nos permita asegurar en qué lugar se ubicaron los enterramientos: si se preparó un recinto para cementerio y se creó un ámbito especial, a modo de panteón, como hicieron los monarcas asturianos en Santianes de Pravia y en San Salvador de Oviedo, o bien si aquellos restos se colocaron, sin más problemas, en el interior del templo.