Comentario
Tras la aparentemente frenética actividad constructiva de la segunda mitad del siglo XIII, las obras de la catedral entraron en una fase de ritmo más lento y pausado con la que se alcanzará el primer tercio del siglo XV. En el marco general de la arquitectura gótica se produjo una reiteración de modelos en los que se resuelven con precisión técnica las audacias que en el ámbito de las dimensiones plantearon los arquitectos, al tiempo que se multiplicaron las soluciones decorativas a remolque de la neutralización de empujes que derivan de la complejidad de los diseños, especialmente en el campo de las cubiertas. Pero lo que podría haber significado una fase de inercia del arte español, se convierte en un otoño de la Edad Media rutilante y lleno de vitalidad merced a la llegada de artistas de la Europa septentrional que enriquecieron el gótico hispano con la incorporación de modelos de Borgoña, Brabante, Flandes, Renania, etcétera, síntesis que se reflejó significativamente en la sede leonesa con ejemplos tan brillantes como el sepulcro del canónigo Grajal y la Librería capitular.
La actividad constructiva se reinició con la designación como obispo de León de don Pedro Cabeza de Vaca (1440-1459), quien encomendó los trabajos a Jusquín (+1481), nombrado maestro mayor de la catedral entre los años 1445 y 1468. Este arquitecto, de posible origen holandés, remató en torno a 1447 la fachada Norte con un piñón flanqueado por dos elementos piramidales; la decoración se basa en los escudos de Juan II, el obispo Cabeza de Vaca y del papa Eugenio IV, que sirven de base a un espectacular vano en forma de triángulo curvo ornado con frondosa tracería flamígera.
Durante el magisterio de Jusquín se construyeron dos extrañas estructuras, las denominadas Silla de la Reina en el lado Sur del crucero y Limona en el lado Norte, que tan sólo se explican por la ruptura del equilibrio de los empujes; la neutralización de las fuerzas que incidían sobre los muros meridionales a la altura del crucero produjeron grietas y desplomes por lo que fue necesario la construcción de unos contrafuertes. El problema se resolvió con brillantez puesto que un estribo implica el diseño de un elemento robusto, capaz de soportar fuertes empujes; sin embargo, en este caso se definieron dos estructuras, en forma de diáfanas pantallas, caladas con arcos apuntados interpretados conforme a modelos del siglo XIII, para rematar con una crestería, pináculos y macollas.
En el año 1458 Jusquín inició la construcción de la Torre del Reloj en el ángulo Suroeste de la catedral. Es una obra sobria en la que se conjugan volúmenes heterogéneos, decorados con arcos entre los que destacan los conopiales ornados con macollas y una inscripción mariana, en la que el paso del tiempo eliminó algunas letras. Remata con una aguja calada de sección ochavada que recuerda modelos burgaleses, resuelta por Alfonso Ramos, maestro mayor de la catedral después de Jusquín, con cierta torpeza en la concepción de las proporciones.
El taller de escultores que trabajó durante el magisterio de Jusquín realizó obras de singular interés como son el sepulcro de Juan de Grajal en el claustro, las adiciones al sepulcro de Ordoño II en el trasaltar y el sepulcro de Gonzalo Osorio Villalobos, obispo de León entre 1301 y 1313, en el acceso a la sacristía, además de algunas esculturas de desigual factura que se colocaron en las portadas.
Quizá la obra que explique con más precisión la singularidad de la cultura artística castellano-leonesa de la segunda mitad del siglo XV sea el sepulcro de Juan Martínez de Grajal (1447), canónigo de la catedral de León y doctor en leyes por la Universidad de Salamanca. Es una obra de rara simplicidad y exquisita elegancia cuyo tema central es un texto epigráfico sostenido por un ángel sonriente; circunscribe la composición un arco apuntado con tracería del siglo XV en el intradós y macollas para rematar con la figura de San Miguel. El conjunto está envuelto por un alfiz con espiga que apoya sobre pináculos y ménsulas con figuras alegóricas. El texto de la lápida conjuga el concepto de vanitas y el amor por la ciencia en una composición que sintetiza lo sagrado y lo profano como preludió del humanismo.
El último gran maestro gótico de la sede legionense fue Juan de Badajoz el Viejo (+1522). Durante el episcopado de don Alonso de Valdivieso (1486 a 1500), hombre ilustrado y humanista que legó su biblioteca a la catedral de León, se decidió la construcción de la Librería en el lado Norte de la catedral. Aun cuando el proyecto inicial no fue trazado por Juan de Badajoz el Viejo, su nombre aparece vinculado a la dirección de las obras en 1499; no está de acuerdo con la concepción y marcha de la construcción y solicitó un replanteamiento; aceptado por el cabildo, concluyó la obra en 1505. La Librería responde a un modelo de planta rectangular, subdividido en tres tramos, cubiertos por bóvedas de crecería tardogóticas con claves muy desarrolladas que descargan sobre ménsulas en las que se esculpieron ángeles y personajes veterotestamentarios. La puerta de acceso y la imposta que recorre el muro son un brillante ejemplo de la talla ornamental de inspiración centroeuropea. Las vidrieras son obra del burgalés Diego de Santillana y la puerta que hoy está emplazada en la Sala Capitular fue tallada por Juan de Quirós en 1513.
Hacia 1515 Juan de Badajoz, a iniciativa del cabildo y sufragada por el príncipe-cardenal don Luis de Aragón (1512-1517), construyó la Puerta del Cardo, por la que se organiza la circulación entre la sacristía y el presbiterio. El conjunto es una exuberante combinación de arcos mixtilíneos y profusa decoración que configura una obra típica del arte hispano-flamenco.