Comentario
La devoción mariana, que se extendió por Castilla desde la época de Alfonso VIII, tiene amplia difusión a lo largo de los siglos XIII y XIV, en que continúa el tipo iconográfico de la Virgen entronizada con el Niño en brazos. La Virgen va ataviada con túnica y manto y ofrece al Niño una flor o un fruto, generalmente una manzana. Con ésta se convierte en la nueva Eva que ofrece al hombre el fruto de salvación, aunque en la Biblia no se precisa que se tratara de este fruto como el de la tentación. Berceo compara a María con un bellísimo jardín, donde las flores pueden ser consideradas como los distintos nombres con que aquella es denominada, y los frutos como sus milagros. En Castilla penetró el tipo llamado por C. Fernández-Ladreda vasco-navarro-riojano, en que el manto de la Virgen está sostenido por un fiador en forma de V y el velo despegado del rostro. Este grupo se fecha entre el último tercio del siglo XIII y mediados del XIV, y se extiende por un área bastante precisa dentro de la actual Castilla, Madrid, Cantabria y Aragón.
La Virgen de pie con el Niño en brazos, propia de los parteluces de las catedrales del siglo XIII, se difunde al campo de la imaginería. Prototipo de la serie es la Virgen Blanca de Toledo, datada comúnmente en el siglo XIV, si bien las más recientes investigaciones de W. Sauerlánder la colocan en el siglo anterior. Copias fieles de ella son las de Illescas y Palencia. También penetra en Castilla la influencia de un tipo muy repetido entre 1340 y 1350, con origen en torno a París. Representa a la Virgen de pie, con el Niño en el brazo izquierdo y sostiene con la mano derecha un cetro o una flor. El ejemplar más hermoso y fechado es el donado por Juana de Evreux a St. Denis, actualmente en el Museo del Louvre. En España existe un ejemplar en la catedral de Palencia, en piedra, aunque evolucionada en cuanto al tratamiento.
La influencia italiana, general en el arte del Trecento español, se deja sentir en la imaginería mariana. Ejemplo espléndido es la imagen de Santa María de Baena, de piedra policromada, uno de los mejores ejemplares de escultura gótica andaluza del siglo XIV, estudiada por T. Laguna. Su tipología está influida por las formas mórbidas de Andrea y Nino Pisano, de los que toma la expresión de ensueño.
El tema de la Virgen de la Expectación gozó de amplio predicamento en la España gótica, aunque la celebración litúrgica de la "Expectatio partus" tuvo su origen en el X Concilio de Toledo, el año 656. Atribuido el correspondiente canon a san Ildefonso por Cixila y Rodrigo de Cerrato, fue aprobado más tarde por el papa Gregorio XIII. El nombre de Nuestra Señora de la O -por otros nombres: Virgen de la Esperanza, Virgen del Parto, la Preñada... - deriva de las siete antífonas marianas "O Sapientia, O Radix Jesse, O Clavis David, O Oriens, O Rex Gentium, O Emmanuel... veni!"
Desde el punto de vista iconográfico, la Virgen de la Esperanza procede de la Virgen apocalíptica, y su fórmula figurativa fue sugerida por la Mujer del Apocalipsis que había de dar a luz un niño. En escultura se representa a María en estado más o menos avanzado de gravidez, en pie, al lado del arcángel Gabriel que le anuncia su maternidad. Ella suele aparecer con su mano derecha sobre el vientre y con la izquierda sostiene un libro o la filacteria con el texto alusivo a su respuesta al mensaje angélico "ecce ancilla Domini" o la eleva en actitud de salutación.
El primer ejemplar de la Virgen de la Esperanza en España es la hermosa escultura de la catedral de León, dentro del estilo del Maestro de la Virgen Blanca. Es llamada vulgarmente la Preñada. Su importancia, además de su calidad artística, estriba en su carácter de primicia iconográfica, aunque estimo hay que entender como precedente la estatua protogótica de la Virgen con el Niño desnudo sobre su vientre, en el museo de dicha catedral. Formó conjunto con el ángel reimsiano, actualmente a la izquierda de la portada norte y en otro tiempo en el coro, aunque estilísticamente nada tienen en común. Otros conjuntos representativos con unidad estilística son: el grupo de San Isidoro, en la misma ciudad, Toro, La Hiniesta, Benavente (Zamora), Palencia, Valladolid, Salamanca, Gamonal (Burgos), Santiago de Compostela y varios más fuera del área en estudio.
Aparte del Arbol de Jessé, otro sistema para expresar la concepción sobrenatural de María fue ensalzar a su madre, santa Ana. Su culto se rastrea en Oriente desde el siglo VI y dos más tarde penetra en Occidente, donde alcanza gran difusión en el siglo XIV. A raíz de la polémica en torno a la Inmaculada Concepción, se creó una imagen, o más bien un grupo de Santa Ana, María y Jesús, que en latín se llamó "Mettertia". Es muy frecuente en nuestro país, por lo que M. Trens le confiere un papel muy activo en su creación iconográfica. Dentro del área en estudio, en Palencia se repite insistentemente (Aguilar de Campóo, Abastas, Itero de la Vega).