Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 1200
Fin: Año 1300

Antecedente:
Análisis de una idea global

(C) Angel Sicart



Comentario

Si se hace un análisis de las veinte enjutas de los arcos que soportan el Antiguo Testamento, se puede observar que al ciclo de Adán y Eva le dedica el autor siete episodios con ellos relacionados directamente, y dos más a Caín y Abel, vínculo inseparable de los primeros hombres.
Se deja ver que la idea del pecado se manifiesta de forma clara en su recorrido, pues la alusión a él es constante desde la advertencia divina hasta su consecuencia más directa en la expulsión y primer pecado del hombre. Las dos escenas de Caín y Abel vienen a subrayar esta primera idea, por cuanto se trata del gran pecado del hombre encarnado en Caín, símbolo del mal, mientras en Abel ya se prefigura a Cristo como pastor de su rebaño y a través de un doble camino: su ofrenda, símbolo de la Eucaristía y su muerte, que es la de la cruz.

Conviene señalar, por otra parte, que ciertas particularidades iconográficas, que ya se dejan ver en estas primeras escenas, han servido para intentar situar al autor intelectual y material de las pinturas en los mismos círculos de Inglaterra e Irlanda (Lewittes, Pácht, Oakeshott), lo que significaría un elemento más de consolidación de sus teorías.

Lo cierto es que la exclusividad isleña que se supone para la escena del ángel enseñando a Adán y Eva a labrar la tierra no deja de ser una variante con cierta frecuencia utilizada (normalmente es Adán quien trabaja la tierra) también más allá de las islas en esta época ya tardía.

Del mismo modo, la muerte de Abel por medio de una quijada de asno es un tema al margen de la leyenda popular muy arraigada en la Edad Media, según la cual la muerte se produjo con una rama del árbol del Bien y del Mal, de ahí el garrote tan frecuentemente utilizado. Pero también es cierto que junto a todo ello a veces es un hacha o una piedra el arma homicida, lo cual indica la diversidad del instrumento a utilizar, siendo más atrayente la quijada para Inglaterra, aunque no la única, que aparece en alguno de los manuscritos conservados y sin constancia en la pintura mural, prácticamente inexistente.

Tras la muerte de Abel, otro largo ciclo dedicado a Noé se desarrolla en cuatro escenas que enlazan perfectamente con todo lo anterior y abren la época de las alianzas. Frente al pecado, la salvación. Este discurso, iniciado con la construcción del arca por parte del viejo patriarca, incide de nuevo en la prefiguración de Cristo, además de las alusiones al Bautismo a través del agua purificadora y al Juicio Final encarnado por el diluvio.

El sacrificio de Isaac, un tema de fuerte contenido cristológico, es la inmolación del Hijo por el Padre para la redención de los pecados, argumento éste fuertemente vinculado a los anteriores e hilo conductor del discurso general, que por medio de esta escena pone el punto foral a la humanidad ante legem.