Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 1200
Fin: Año 1300

Antecedente:
Análisis de una idea global

(C) Angel Sicart



Comentario

Ya se ha manifestado en su momento el carácter lineal y de discurso ininterrumpido que tienen las escenas del Nuevo Testamento. Las que conocemos insisten en la idea matriz de la salvación superando al pecado, y cabe imaginar que aquellas que se han perdido mantenían una línea simbólica similar.
Los comienzos en el muro norte con todo un ciclo dedicado al nacimiento de Jesús, tienen en el muro sur al que se enfrentan la contraposición, es decir, la pasión y muerte de Cristo (Flagelación y Crucifixión), pero a la vez la resurrección (las Marías ante el sepulcro) y la salvación, que es la vida eterna (descendimiento a los infiernos).

Entre un capítulo y otro discurren las escenas que restan relativas a la vida pública de Jesús y en las que se insiste, dentro de los convencionalismos más habituales, en conceptos ya señalados. El Bautismo (presentación en el templo), la superación del pecado (tentaciones) y la Resurrección (escena de Lázaro), son buena prueba de lo expuesto hasta estos momentos.

Cabe señalar, no obstante, una serie de consideraciones relativas a la composición general. Es voluntad decidida del autor del conjunto crear dos mundos distintos tal como quedó ya de manifiesto en la utilización de la arquitectura como soporte. Sin embargo, se utilizan también otros argumentos para distanciar cualitativamente los dos grandes ciclos bíblicos.

Frente a la abigarrada ornamentación que puebla las escenas del Antiguo Testamento, en el Nuevo se tiende a la simplicidad compositiva a base de arquitecturas que son casi inexistentes en el anterior, lo que visualmente hace cambiar el conjunto. Del mismo modo, la decoración de tipo vegetal, así como la exótica fauna, han desaparecido de este mundo, mucho más claro y diáfano que aquel en el que moran estas bestias, siendo sustituida por unas franjas destinadas a enmarcar y que alternan con representaciones de ángeles, lo que acentúa el carácter austero en el que se desenvuelven las representaciones.