Época:
Inicio: Año 1450
Fin: Año 1505

Antecedente:
La personalidad de Gil de Silóe

(C) Joaquín Yarza Luaces



Comentario

Hasta ahora hemos encontrado a Silóe relacionado con la alta jerarquía eclesiástica y la monarquía. Burgos era una ciudad rica e importante entonces y en ella vivía multitud de mercaderes, comerciantes, etcétera, con negocios de gran envergadura que los relacionaban con Flandes, Inglaterra, la Hansa, el Imperio germano y los restantes reinos peninsulares. Se habían constituido desde fechas bastante antiguas en oligarquía de gobierno ciudadano. Algunas familias habían adquirido un fuerte poder y hábitos copiados de la aristocracia. Encargan su sepulcro en capilla propia, organizan su casa como una gran residencia, adoptan signos caballerescos, etcétera. Habitan ciertos barrios de la urbe en torno a parroquias. La de San Esteban viene siendo una de las más importantes, situada más arriba de la catedral, en la ladera de la colina que lleva el antiguo castillo. Aunque esta situación le hará perder relevancia a medida que la ciudad se desarrolla más cerca del río, no se ha llegado aún a ello.
Aquí se reúnen casi todos los vecinos el 3 de octubre de 1493, con el fin de preparar lo que va a ser un encargo costoso y conveniente: el retablo mayor. Parece que en principio dudan en hacerlo de pintura sólo, y citan a Diego de la Cruz, o mixto de talla policromada y entonces aparece el nombre de Maestre Gil. Por fin se decantan a favor del segundo, si bien se ve que la policromía correrá a cargo del pintor antes citado, colaborador del escultor anteriormente. Se nombra una comisión que llevará todas las diligencias, incluidas las económicas, en la que está el párroco, Pedro Sánchez de Cebolleros (López Mata). El 1 de abril del año siguiente comprobamos que el encargo ha sido formalizado y que Gil, llamado por vez primera y última Gil de Urliones, lo está haciendo de acuerdo con una muestra que previamente había sido entregada por él y aceptada por los comisionados. Parece que las notables dimensiones exigidas obligaban a una ligera ampliación, comprendiendo tres paños de la cabecera. Aunque el nombre que se cita es el de Gil, se alude vivamente al dorado y pintura. También se habla del costo: ciento treinta y ocho mil maravedís. Cada mes había que entregarle siete mil y el resto cuando todo se hubiera terminado y asentado.

Las cosas no debieron ir económicamente correctas. Hay pequeñas noticias, como la de que en enero de 1496 se habían reunido 3.066 maravedís de limosnas, pero en 1500, todo terminado, aún se hablaba del costo que había ascendido a 140.000 maravedís y sólo se habían satisfecho 100.000. Como el 25 de febrero se les pagan 45.000 maravedís, es de suponer que desearan cobrar algo más que se les debía desde hacía años, porque todo debió acabarse en 1496, aproximadamente. Por desgracia, en siglos posteriores se desmontó, sustituyéndose por otro anodino. ¿Se perdió totalmente? Lo usual en estos casos es que se vendiera completo o en partes a parroquias de la provincia. Por ello aún cabe creer que algún fragmento llegará a recuperarse. Piénsese, por ejemplo, en el relieve de la Sagrada Cena que se conserva en la iglesia parroquial de San Miguel de Cuzcurrita, en La Rioja, próximo a Gil de Silóe (Moya) y que se sabe que fue adquirido en 1726.

En todo caso, los documentos hablan de un san Andrés situado en lugar privilegiado de la iglesia y que con casi seguridad es la espléndida talla que coronaba un retablo posterior hasta que fue descubierta en 1970. Se le pagaba por ello a maestre Gil en 1500, signo de que aún seguía vivo, y es muestra de estas obras complementarias antes aludidas a propósito de la Virgen de Miraflores.