Comentario
Dentro del grupo de obras del gran taller que trabaja en la catedral de Toledo y en relación con la órbita de Starnina, hemos de incluir dos conjuntos: la predela de la capilla del Bautismo y las dos tablas con san Juan y san Simón de la capilla del Santo Sepulcro. La predela de la capilla del Bautismo constituye un conjunto de cuatro tablas de reducidas dimensiones, correspondientes al banco de un pequeño retablo cuya procedencia se ignora. En ella se narran distintos momentos de la vida pública de Jesús, que no aparecen en otras obras del taller toledano y en las que es clara la intervención divina. Las tablas, en mal estado de conservación, han sufrido varios repintes, siendo la Expulsión de los mercaderes del templo y la Curación del ciego las que conservan mejor el estado primitivo. Las escenas de San Pedro caminando sobre las aguas y la Transfiguración, menos cuidadas, se distribuyen en dos zonas superpuestas. La obra se encuadra en la tradición de la pintura trecentista (Post), que algunos autores (Angulo) han relacionado incluso con el círculo de Antonio Veneziano. El propio Boskovits asegura la presencia de este artista en Toledo, junto a Starnina, llegando a atribuirle algunas escenas de la capilla de san Blas. Atribución que por razones estilísticas es imposible de aceptar, ya que las tablas ofrecen una factura mucho más pobre. No obstante, es posible ver una influencia de su estilo, lo cual es perfectamente compatible, dada la relación de Starnina con Veneziano. Por tanto -a falta de una atribución concreta y valorando la unidad estilística de las tablas, el parentesco evidente con el taller italiano de san Blas así como ciertos rasgos hispanos (arquitecturas), junto a elementos orientales frecuentes en la pintura toscana-, podemos pensar en un artista español, maestro del retablo del Bautismo, muy próximo al arte de Veneziano, con un dominio de elementos italianos, dentro del taller que trabaja en la catedral a finales del siglo XIV.
Mas fácil es ver la relación con Antonio Veneziano en las dos tablas con los apóstoles san Juan y san Simón de la capilla del Santo Sepulcro. En ellas se plantea de nuevo la duda, no resuelta hasta el momento, sobre la posible estancia de Veneziano en Toledo. Las dos tablas, en bastante buen estado, que se han venido identificando como san Pedro y san Pablo son, sin embargo, la representación de san Juan con el libro y san Simón con el cuchillo; teniendo en cuenta su relación con la tabla de san Judas Tadeo, del Vassar College de Nueva York (atribuida por Boskovits a Veneziano), que sin duda formaría parte de un mismo conjunto.
El análisis de estas obras nos ofrece la fusión de notas de los distintos maestros italianos. De tal manera que podemos apreciar, por una parte, el carácter minucioso que Boskovits atribuye a la obra de juventud de Lorenzo Mónaco; por otra, el canon de cabeza pequeña que nos lleva a Veneziano, y por último, el volumen y el sentido espacial responden al arte de Agnolo Gaddi, del que hay también huella del retablo de san Eugenio. Por el momento, y a falta de otros datos que permitan establecer una atribución concreta, hay que hablar del maestro del Santo Sepulcro, relacionado cronológica y estilísticamente con el retablo de san Eugenio, muy próximo a Starnina y con elementos de Veneziano. Estamos de nuevo ante la incógnita de la venida de Veneziano a Toledo como colaborador de Starnina. Duda que, por otra parte, se despeja si tenemos en cuenta que Starnina, en el contacto habido con Veneziano en Italia; pudo asimilar elementos de su estilo.
Más numeroso es el grupo de obras, fuera de la catedral toledana, que podemos relacionar con Rodríguez de Toledo, tanto en la propia ciudad y su provincia como en otras zonas limítrofes como Valladolid o Cuenca. Especial interés ofrecen las pinturas murales de la capilla de san Jerónimo en el convento de la Concepción Francisca de Toledo, mandada edificar en 1422 por Gonzalo López para enterramiento suyo y de su esposa, tal como reza en la inscripción fundacional. En el tema central volvemos a ver la Misa de san Gregorio, repitiendo la misma iconografía del retablo del arzobispo don Sancho de Rojas. En el mismo muro, a los lados y también bajo hornacinas, se perciben el Angel y la Virgen de la Anunciación, bastante deteriorados. Obra de inspiración florentina cuyos encuadramientos recuerdan a los de la capilla de san Blas aunque con mayor simplicidad. Por su cronología y estilo, los frescos se acercan más al estilo de Rodríguez de Toledo. El maestro de la Misa de san Gregorio es, por tanto, un pintor derivado directamente de este taller y en relación con la influencia italiana existente en Toledo.
Dos tablas -una en la iglesia parroquial de Illescas (Imposición de la casulla a san Ildefonso) y la otra en el museo Arqueológico de Valladolid (Virgen con el Niño y dos donantes presentados por Santa Catalina) - se dedican al tema de fuerte tradición italiana de la Virgen con Niño, entronizada y donantes, relacionándose directamente con la tabla central del retablo del arzobispo don Sancho de Rojas. La tabla de Valladolid, de mejor calidad, constituye un bello ejemplo, repitiendo modelos e iconografía del retablo del arzobispo don Sancho de Rojas. Vemos cómo de nuevo se establece un parangón entre la Virgen y el Niño: mientras el Niño bendice a los donantes, la Virgen pone su mano sobre el personaje masculino, para acogerlo bajo su protección. La obra pertenece, sin duda, al mismo maestro del retablo de don Sancho de Rojas y se puede fechar en torno a 1420.
Fuerte parentesco estilístico con Rodríguez de Toledo encontramos en Cuenca, en el retablo de Horcajo de Santiago, prueba evidente de las relaciones artísticas entre Toledo y Cuenca en el momento. La obra, que actualmente se encuentra sobre el altar de la capilla del Seminario de Cuenca, pertenecía a un conjunto de grandes proporciones. Su disposición actual, que no corresponde a la primitiva, presenta cinco calles con tres cuerpos las laterales y dos la central, cuyo primer cuerpo está ocupado por el sagrario actual, mientras su coronamiento lo constituye una tabla de mala calidad rehecha en el siglo XX. El retablo ofrece las características del Trecento, con una intensidad dramática característica de lo hispano. Tiene asimismo fuertes relaciones con otras obras del taller toledano, así como con las dos sargas del museo de Bilbao (Nacimiento y Cristo a la Columna y Piedad), que ofrece una gran similitud, perteneciendo sin duda al mismo taller. La obra se llevaría a cabo unos años más tarde que el retablo del arzobispo don Sancho de Rojas y con mejor técnica (1430-40), apreciándose la intervención de dos manos. Una corresponde al maestro de Cuenca, al que Angulo llamó maestro de Horcajo, a quien pertenecen: la Anunciación, el Nacimiento, la Adoración de los Magos y los profetas Jeremías, Zacarías e Isaías, así como las sargas de Bilbao. Este maestro deriva de Toledo, en relación directa con Rodríguez de Toledo, pero es un poco más tardío. La otra mano que interviene en el retablo es sin duda el maestro Rodríguez de Toledo o un muy directo colaborador suyo. A él se deben: la Huida a Egipto, y los otros tres profetas, Oseas, Abacuc y Daniel, si bien este último con ciertas dudas.
Por otra parte, en relación con el taller trecentista toledano, en el campo de la miniatura, podemos citar un Pasionario de la catedral de Toledo, que repite en sus capitales composiciones y modelos (Entrada en Jerusalén y Crucifixión) muy semejantes a otras obras toledanas.