Época:
Inicio: Año 1400
Fin: Año 1450

Antecedente:
La influencia italiana

(C) María Angeles Piquero



Comentario

La penetración del estilo internacional en España, al igual que sucede con la influencia trecentista, no se produce por igual en las diferentes zonas. Su mayor y más temprano desarrollo lo encontramos en Cataluña, en donde enlaza sin solución de continuidad con la pintura trecentista, prolongándose hasta mediados del siglo XV. El reino de Castilla recibe más tardíamente estas influencias, produciendo, no obstante, ejemplos de interés. Se distinguen tres focos significativos: Sevilla, que aparece en cierta manera como continuadora de la tradición trecentista toledana; Salamanca, con la presencia de artistas florentinos (los Delli) que introducen, junto a elementos propios del estilo internacional, aspectos cuatrocentistas y, por último, León, fuera ya de nuestro estudio, con la presencia de Nicolás Francés, que incorporará elementos de procedencia nórdica.
Sevilla, que había conocido una gran prosperidad durante el siglo XIV, manteniendo importantes relaciones económicas y comerciales con ciudades de Italia, recibe como el resto de Europa la influencia del gótico internacional. Fundiendo elementos del gótico lineal con características italianas del Trecento, producirá un arte refinado en donde el gusto por la línea y la riqueza cromática se unen a la preocupación por el espacio y el sentido expresivo. A ello hay que añadir ciertos elementos de signo orientalizante (Siena) con la presencia muy especial de unas pervivencias islámicas en relación con la tradición local.

El monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, construido por Enrique Pérez de Guzmán, conde de Niebla, donado posteriormente a los cistercienses y cedido más tarde, en 1431, a los Jerónimos, nos ofrece uno de los mejores ejemplos pictóricos del momento. Los restos más importantes se encuentran en el Patio de los Evangelistas, en cuya parte inferior de sus muros se conservan unos magníficos frescos (1431-1436), con la historia de San Jerónimo. La escena principal representa a San Jerónimo dictando su doctrina a los monjes. En ella destaca el carácter monumental del santo, así como su sentido volumétrico y el tratamiento del trono, que revelan su italianismo. En los muros vemos también paños en los que se alterna la decoración de lacería con figuras de santos (san Sebastián, san Esteban, san Lorenzo, san Fabián, santa Catalina, santa Paula y tres santos obispos). En el Refectorio, se conserva una Santa Cena, en excelente estado, también de carácter giottesco, en la que contrasta la rigidez y cierto arcaísmo de los personajes con el carácter naturalista de los elementos que aparecen sobre la mesa, que constituyen un verdadero estudio de naturalezas muertas. El estilo de estos frescos, aunque se ha querido relacionar con una posible estancia de Sansón Delli en la ciudad, ofrece, como ha puesto de manifiesto Angulo, una relación estilística evidente con los libros de Coro de la catedral sevillana, que atribuye al maestro de los Cipreses, identificándole como Pedro de Toledo, primer iluminador del que se tiene noticias en la catedral. El Patio de los Muertos presenta, asimismo, lacerías mudéjares, restos de pinturas en mal estado (Anunciación y un san Miguel Arcángel). Recientemente se iniciaron tareas de restauración de todo el conjunto, bajo la dirección de doña Carmen Rallo, que lamentablemente han quedado interrumpidas por el momento.

Estos ejemplos sevillanos revelan, en definitiva, la existencia de una escuela, en el segundo cuarto del siglo XV, de tradición italogótica, en relación con Toledo, que incorpora rasgos del estilo internacional, cuyos contactos directos con el arte italiano no están constatados de momento.

Finalmente, de los focos señalados, Salamanca ofrece muestras importantes de pintura dentro del estilo internacional que plantean una difícil problemática en torno a sus artistas. Estamos ante la presencia de una familia de pintores, de origen florentino, los Delli, en los que se funden las características del gótico internacional con notas ya cuatrocentistas. El retablo de la Catedral Vieja de Salamanca es la obra principal. Cubriendo el fondo del ábside de la capilla mayor, constituye un gran conjunto de 53 tablas, distribuidas en once calles de cinco cuerpos cada una. En ellas se representan escenas evangélicas con la Vida de Cristo y de la Virgen desde el Nacimiento de Maria hasta su Coronación.

El conjunto se completa en la predela con veinte cabezas de profetas dentro de cuadrilóbulos. Preside el retablo la imagen de la Virgen de la Vega (siglo XII) patrona de la ciudad. Las tablas presentan un rico repertorio iconográfico, con peculiaridades y elementos originales importantes que exigen un estudio detallado de la obra. Destaca el tratamiento curvilíneo de las vestiduras, la riqueza cromática, así como la abundancia de elementos anecdóticos, característicos del internacional. Junto a esto se observa la utilización de paisajes y vistas urbanas con un dominio de la perspectiva que, arrancando de los recursos del Trecento, evoca ya a la pintura cuatrocentista (Gentile da Fabriano y Pisanello). Se observan, asimismo, fuertes reminiscencias del arte italiano en el expresionismo y sentido patético de algunas escenas. Se perciben, no obstante, diferencias estilísticas que permiten pensar en la intervención de varias manos. El artista principal es Dello Delli, citado como Dello (Daniello) da Niccoló Delli que aparece documentado en dos ocasiones con relación a España (1433 y 1446) y que en algunas escenas presenta grandes similitudes con otras obras italianas que se le atribuyen (Claustro Verde de Santa María Novella de Florencia). Sin embargo, las diferentes facturas responden a la intervención de un taller, planteándose la posibilidad de una colaboración también de su hermano Nicolás, cuya estancia en la catedral está documentada.

La historia de la Salvación desarrollada en el retablo culmina en la zona superior en el magnífico fresco del Juicio Final, que cubre el cascarón del ábside. Obra documentada por el contrato del Cabildo de 1445, en el que se otorga una cantidad a Nicolao Florentino Pintor, por pintar la bóveda del altar mayor. El fresco muestra un estilo más avanzado que el del retablo, lo que indica que Nicolás sería el hermano menor de Dello, llegado a Salamanca más tarde, después de haber estado en contacto con los últimos avances de la pintura toscana. Su sentido monumental, el estudio del desnudo y las fórmulas renacentistas, se han entendido incluso como precedentes de la obra de Miguel Angel en la Capilla Sixtina (Pudelko). Sin embargo, mantiene elementos propios del estilo internacional en la suavidad con que trata a la Virgen y a san Juan, así como a los ángeles. El encuadramiento de la escena, con decoración de carácter toscano con cabezas dentro de círculos, se ha puesto en relación con el que aparece en la capilla de los Anaya (Yarza), planteándose la posibilidad de que la familia Delli viniera a Salamanca por encargo de don Diego de Anaya para trabajar en su capilla funeraria.

El último artista de la familia, Sansón Delli es mucho más problemático. Su personalidad ha sido fijada y documentada por Condorelli y Silva Maroto, pero lamentablemente no conservamos obras que nos permitan analizar su estilo, lo que nos abre un interrogante más sobre la pintura abulense de la segunda mitad del siglo XV.