Comentario
La escultura romanista potenciará aquellos temas que, como el culto a la Virgen, los santos, las reliquias o los sacramentos, habían sido puestos en tela de juicio por la Reforma. Sus imágenes llaman la atención por la monumentalidad, el canon alargado, violentos escorzos o contrapostos más suaves, y anatomías de músculos potentes más propios de atletas que de santos. El afán moralizante y ejemplificador se consiguió a través de actitudes clásico-heroicas de gran aplomo. Un perfil vigoroso, una mirada profunda, los labios apretados y el ceño fruncido convierten a estos personajes en bellos seguidores de la terribilitá de Miguel Angel. Con estos tipos se tallaron verdaderos atletas y hombres robustos en Astorga y Santa Clara de Briviesca, en especial los apóstoles, y matronas clásicas como las de Jordán en Paredes de Nava o la Virgen de Las Huelgas, de Anchieta. Los relieves se articulan mediante una estética envolvente, con los personajes desparramados en la mejor tradición de Juni (Natividad de Anchieta en Tafalla) y el tema principal suele estar centrado mediante la distribución circular de las masas. Repetidas veces hallaremos el recurso manierista de las actitudes contrapuestas (Flagelación) o dialogantes en los denominados Diálogos Olímpicos.
Los temas más frecuentes van a formar parte de los ciclos de la Pasión del Señor, Vida de la Virgen e Infancia de Cristo, Apostolados y Hagiográficos. Estos temas agrupados en los retablos representan la historia de la Redención del género humano, sustentada en las escenas de la Pasión de los bancos y culminada con el Calvario del ático. Si Padres de la Iglesia, evangelistas y apóstoles se distribuyen en intercolumnios aludiendo a su función de sustentadores de la doctrina, representantes del Antiguo Testamento como Moisés y David ratifican la continuidad de la Iglesia. El titular suele centrar el primer cuerpo acompañado de escenas de su vida y martirio, mientras que la Asunción, por su papel de intercesora, lo hace en el segundo. El Sagrario, de acuerdo con su finalidad, va a servir de marco para el Resucitado, la Piedad y prefiguraciones eucarísticas.
Estos pasajes complementarios alusivos a la fe con obras en la Eucaristía y mediante la caridad, que son la Ultima Cena y el Lavatorio, cobran carta de naturaleza en el retablo de Santa Clara de Briviesca. Son cenas pascuales tendentes a la horizontalidad y con los apóstoles alrededor de la mesa en actitudes contrapuestas sorprendidos por las palabras de Cristo. Frente a personajes de cabellos y barbas laocontianos, se disponen como contrapunto los calvos derivados del levita del baptisterio de Florencia de Rustici. El Lavatorio atenderá a dos modelos diferentes que vemos en Briviesca y Zumaya.
La Flagelación sin apenas variantes significativas responde al modelo pintado al fresco por Sebastiano del Piombo en la capilla Borgherini de San Pietro in Montorio de Roma (1517-24). Su difusión fue amplia en toda Europa y se conocen dibujos del tema de Miguel Angel (castillo de Windsor). En los retablos de Ribas de Sil, Muzqui o en el relieve de San Miguel de Vitoria, de Anchieta, se utiliza esta iconografía: Cristo de frente, atado a una columna alta y flanqueado por dos sayones en actitudes contrapuestas. Dos variantes significativas pero siempre a partir de modelos de Miguel Angel, utilizados en parte por Juni, presenta el tema de la Piedad, una de las composiciones más efectistas del arte de la Contrarreforma. La primera se basa en el dibujo realizado por el florentino para Vittoria Colonna (Museo Isabella Stewart de Boston) y en las piedades de Florencia y Palestrina. Muestra a Cristo muerto de frente, derrumbado sobre el regazo de su madre, los brazos en U apoyados sobre las rodillas y los de la Virgen abiertos. Becerra dejó el modelo, con un Cristo más horizontal, utilizado por Gámiz (Ircio, Vileña, Vallarta), Arbulo (Desojo), Domingo Bidarte (catedral de Pamplona) y con alguna variante por Francisco de la Maza (Simancas) o Andrés de Ocampo (San Vicente de Sevilla). El segundo esquema basado en dibujos de Cristo muerto (colección de Viena) y la Piedad (Museo Británico), presenta a Cristo de costado, el brazo hacia atrás, y prácticamente sentado sobre la rodilla de María, que cruza su brazo para evitar el desplome (Cáseda).
El Resucitado llevado a cabo por Becerra en la portezuela del sagrario de Astorga fue repetidas veces copiado. Suelen portar la cruz, muestran los estigmas y aparecen junto a símbolos eucarísticos. El prototipo se encuentra en el Cristo de Santa María sopra Minerva, de Miguel Angel, en Roma. Relieves como el de Anchieta en Tafalla, Gámiz en Briviesca, Lázaro de Leiva en Villar de Torre o bultos como el monumental de González en San Pedro de Tafalla y el de Jerónimo Hernández en La Magdalena de Sevilla muestran el desarrollo del modelo. Exacta fidelidad con el Cristo de la Minerva tiene el relieve de un pequeño sagrario del Museo Diocesano de Jaca. Representación inevitable en el culto cristiano fue la Crucifixión. Siguiendo dibujos de Miguel Angel (Museo Británico) se representó a Cristo muerto con la cabeza inclinada, tres clavos, poco aparato de sangre y unas potentes anatomías de esbeltas proporciones. Así los hicieron Becerra y Anchieta (Tafalla, catedral de Pamplona). Resulta excepcional y de gran calidad el Cristo en majestad del último cuerpo del retablo de Santa Clara de Briviesca, con esquemas que recuerdan modelos de la Sixtina como el propio Cristo del Juicio Final. Poco frecuente es la representación del propio Juicio que vemos en Capillas (Palencia).
Retablos como los mayores de Astorga, Briviesca y Medina de Rioseco, o de capillas como la Natividad de la catedral de Burgos, son verdaderas catequesis marianas. No faltan en Astorga la Natividad, Presentación en el Templo, Circuncisión, Desposorios (magnífica estampa romana con referencias a la Escuela de Atenas de Rafael), la Ascensión y Pentecostés. Su modelo al menos para la imagen de María debemos buscarlo en la Raquel de Miguel Angel para la tumba de Julio II, en Sebastiano del Piombo (Piedad del Museo de Viterbo, 1517) y en Daniele da Volterra (Asunción de la Capilla Rovere en la SS. Trinitá dei Monti de Roma, 1548-53). Más frecuentes, y también presentes en Astorga, son los grupos de Epifanía y Adoración de los Pastores y Visitación y Anunciación (Anchieta en la Seo y Jordán en Medina de Rioseco), cuyo origen hay que buscar en Correggio.
Los bultos con la Virgen y el Niño permitieron a los escultores tallar verdaderas matronas romanas derivadas de modelos de Correggio, Jacoppo Sansovino (Madona de S. Agustín de Roma, 1518) y Miguel Angel (dibujo de la colección Vittoria Colonna, Virgen de Brujas). En Navarrete (Anchieta) o Treviana (Arbulo) existen bellas Vírgenes del Rosario erguidas, y en Allo (Bernabé Imberto), la catedral de Zamora (Juan de Montejo) o Cáseda (Anchieta), María sostiene al Niño en sus rodillas, en tipos que rememoran la obra de Juni. De ademanes heroicos y acentuado clasicismo es el grupo de la Virgen, el Niño y San Juanito realizado por Gámiz en Santa Clara de Briviesca.
En una posición de privilegio en los retablos romanistas se sitúa el grupo de la Asunción de la Virgen, en iconografía derivada de Jacoppo Sansovino (Palacio Ducal de Venecia), Fontana (Assunta de la catedral de Milán) y que también debemos relacionar con las obras ya señaladas de Miguel Angel (Raquel y Madonna del Juicio), Sebastiano del Piombo y sobre todo con el fresco de la Asunción de la capilla Rovere, donde el propio Becerra, introductor del esquema en España estuvo colaborando con Volterra. El tipo más clásico nos presenta a la Virgen sentada sobre trono de nubes e izada por una piña de ángeles. En los primeros ejemplos de Astorga y Briviesca, María presenta ligero contraposto y los brazos abiertos y ladeados en actitud declamatoria. Un segundo esquema con las manos unidas fue utilizado con más frecuencia por Jordán, Arbulo, Vallejo, Anchieta y el propio Gámiz.
Se despliega por los retablos una galería de santos que agruparemos siguiendo criterios estilísticos en relación con modelos de Miguel Angel. La terribilitá del Moisés, expresada también en los profetas Isaías y Ezequiel de la Sixtina, sus agitadas barbas, gesto huraño y pliegues voluminosos fueron utilizados como prototipo para el propio juez del pueblo judío (Tafalla), San Pablo (Ribas del Sil), San Pedro (Zumaya) o San Andrés (Vilotia). Pueden resultar más espectaculares el exótico rey moro de Toledo Aldemun, la historia de santa Casilda en Briviesca o el extraordinario Padre Eterno de la Trinidad de Jaca. La vida y martirio de determinados santos, permitieron la plasmación de buenos estudios anatómicos en bultos como el San Sebastián de Estavillo de Gámiz, con su composición de brazos abiertos que se inspira en un ignudi o en el castigo de Amón de la Sixtina. Los David donatellianos y miguelangelescos se plasman en las tallas de San Miguel Arcángel de Vallarta, La Seo o Casoyo al representar un joven alanceando al diablo en bello contraposto. Como verdaderos atletas se representan ángeles como el de Jaca, que a su potente musculatura une ademanes fieros.
Las Virtudes del banco de Astorga dispuestas en actitudes indolentes se inspiran asimismo en las Sibilas y muchachos desnudos de la Sixtina, en las imágenes de las tumbas mediceas y en última instancia en obras griegas y romanas. La Caridad de Astorga (con un niño calvo) y la Fe del mismo retablo (pintada su desnudez), al igual que la Religión y Vigilancia, nos muestran bellas anatomías. Jóvenes portadores de escudos (Santa Casilda de Briviesca), atlantes que sustentan el peso del retablo en forma de robustos putti (Salvatierra, Cáseda) o como Adán y Eva (Santa Clara de Briviesca) se encuentran en ese maravilloso mundo de imágenes que es la Sixtina, mientras que las figuras alegóricas de la capilla medicea sirvieron de modelo a los jóvenes recostados sobre frontones de Astorga o Tafalla.
Diversos grupos escultóricos de Rusticci (muerto en 1554), Bandinelli (muerto en 1560) y Begarelli (muerto en 1565) sirvieron para los ademanes heroicos y actitudes declamatorias de la escultura romanista. El levita calvo de Rusticci, utilizado ya por Juni, se observa en innumerables bultos. El brazo cruzado sobre el pecho del San Lucas de Or San Michele de Florencia, el San Marcos de Jacopo Sansovino (Venecia), el Moisés y profetas de la Sixtina nos brindan modelos para bultos y relieves como los evangelistas de Lope de Larrea en Salvatierra o Domingo Bidarte en San Adrián. El grupo escultórico de San Pedro de Módena (Begarelli) es buen ejemplo de los tipos en actitudes declamatorias, como el Santo Toribio de Astorga o el San Pedro de Estavillo. Mezcla de varios de los esquemas citados es la monumental imagen de Santiago el Menor, de Santa Clara de Briviesca.
De muchos otros esquemas italianos, principalmente de Bandinelli del que fueron grabados muchos de sus dibujos, como los procedentes del coro de Santa María de las Flores de Florencia, se tomaron tipos y actitudes. Exitosa fue la composición de los santos emparejados dialogando, de gran tradición en la plástica hispana. Sin olvidarnos de la Escuela de Atenas de Rafael y otras obras italianas como modelos más próximos, lo cierto es que Becerra y Jordán van a presentarnos sacras conversaciones entre apóstoles o santos fundadores entremezclados. Los diálogos olímpicos de San Jerónimo y San Lucas, en Aoíz, de Anchieta, cobran mayor empaque en los relieves de la Seo con acaloradas conversaciones entre los evangelistas.
Es en las sillerías de coro donde se despliega, ahora sin repartir su protagonismo con grutescos y temas mitológicos, todo el santoral. Será Galicia la región donde este género casi llegue a eclipsar al retablo con obras señeras como la de la catedral de Orense de Juan Angés y Diego Solís (1587), o la de Santiago de Compostela de Juan Dávila y Gregorio Español (1599). Antes de ellas se hicieron la desaparecida del monasterio de Palazuelos (1584) por Esteban Jordán y Manuel Alvarez, o la de la catedral de Huesca (1586). Las tipologías, lo mismo que las ideas humanistas de culto a la fama y glorificación del difunto de los sepulcros del primer Renacimiento se mantienen en el último tercio del siglo XVI. A grandes rasgos encontramos dos tipos, el de cama exenta y el de arco adosado con el personaje arrodillado en actitud de perpetua oración. Esteban Jordán fue un reconocido especialista, así lo demuestra en la tumba de alabastro de Pedro de la Gasca de la iglesia de La Magdalena (1571) y también vemos la pericia de García de Arredondo en el túmulo de Fray Bernardo de Fresneda en Santo Domingo de la Calzada (1602). Al segundo esquema pertenece el sepulcro de don Rodrigo Vicuña, de Lope de Larrea (1594) y el extraordinario de don Pedro de Ircio en Briones, obra de Arbulo (1564), que destaca por su complejidad iconográfica, con la presencia del perro, las armas y el paje.