Comentario
La pujanza vital del siglo XVI burgalés se manifestó también en la actividad constructiva de las órdenes religiosas, si bien deben diferenciarse las edificaciones hechas por particulares en las iglesias conventuales para servir como capillas funerarias familiares, de las efectuadas para ampliación o mejora del convento y más adecuado servicio de la comunidad y de sus funciones. En este caso se encuentran el elevado número de claustros que se ampliaron o construyeron de nuevo.
Uno de los claustros del convento de Santa Clara de Briviesca ofrece el más claro ejemplo de claustro de transición entre el Gótico, que se conserva en los arcos ojivales, y el primer Renacimiento. Con interesantes restos góticos, pero más avanzado que el anterior dentro del Renacimiento, es uno de los claustros del monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar.
El modelo tradicional con bóvedas estrelladas decoradas con claves figuradas lo encontramos en el claustro del ex monasterio de San Juan de Burgos, con magnífica sala capitular, obra del cantero Domingo de Azas, que lo levantó alrededor del año 1585, si bien el estilo propio del momento se aprecia más en el diseño de los muros del patio que en el abovedamiento del claustro. Igualmente siguiendo el estilo gótico se concluyó el claustro de la iglesia conventual de San Salvador de Oña, obra de los canteros hermanos Matías y Bartolomé Castañeda, que también hicieron el claustro del monasterio de Bujedo de Candepajares, en estilo muy clásico, y el del monasterio de San Pedro de Cardeña, en un estilo igualmente clásico, totalmente desornamentado, visible también en la gran escalera hecha al mismo tiempo.
La fase final, clásica, caracterizada por la limpieza de superficies desornamentadas la encontramos en el claustro del monasterio de Nuestra Señora de la Merced de Burgos, comenzado por Juan de Vallejo, y con una gran pureza estilística en el del monasterio de San Juan de Ortega y monasterio de Fresdelval.