Época: Arte Español del Siglo XVIII
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1800

Antecedente:
Vida y obra de don Francisco Salzillo y Alcaraz

(C) Germán Ramallo Asensio



Comentario

No cabe duda de que el artista tenía una honda moral de trabajo, recibida en su hogar paterno y transmitida por él, el mayor, a sus hermanos; así lo demuestra el semblante y atuendo que se recoge en el retrato a lápiz que en su vejez le tomó Joaquín Campos, en que se muestra a una persona delgada y fatigada, con triste expresión en los ojos y claro mutismo, que ha sido sorprendida en su trabajo y ni siquiera se ha quitado el pañuelo huertano que le cubre el pelo para recoger el sudor y evitar el polvo de la madera. Resulta interesante compararlo con el que presenta en su libro don Javier Frentes y Ponte, en donde aparenta una edad cercana a los treinta años, se viste de casaca y se peina de rizos y coleta con gran lazo, pero se puede adivinar asimismo un carácter introvertido, tímido diríamos, unos rasgos delicados, casi femeninos, mirada huidiza y sonrisa inconcreta.
Asimismo sus repetidos contactos con la religión y los religiosos, así como la ausencia de noticias que nos hablen de escándalos o pleitos, dan cuenta de aquella Murcia llena de conventos e iglesias parroquiales que presidían sus numerosos barrios: unos y otros, los principales clientes de artista: Estudió en el Colegio de la Anunciata, de los jesuitas, fue novicio en los dominicos, tuvo hermana monja y hermano presbítero, y casó con una mujer cuyo hogar estaba también definido por religiosos: dos hermanos, presbítero y fraile respectivamente.

Pero junto a esto que es evidente, me interesa destacar en su personalidad un legítimo deseo de ascenso social que ya se evidenciaba en la actuación de su padre al ponerlo a estudiar con los jesuitas. El continúa esa trayectoria con su hermana Francisca de Paula, seis años menor, y con Patricio, quince, y casi un hijo. Su bien ganado dinero lo invierte en varias casas, cinco, y tahullas de morera (muy rentables para la cría del gusano de seda), y al final de su vida puede presumir de vivir en una estupenda casa de dos pisos y cuatro balcones, con planta baja dedicada a talla y pintura, en ambientes separados, y un buen patio para acoger las grandes composiciones pasionarias. Este éxito social se ve refrendado por el matrimonio de su querida hermana Inés con un importante personaje, un procurador de Murcia, y el de su hija con el hijo del Regidor; de hecho su nieto, Mateo José, se encauzará hacia la carrera militar, y él mismo gozó de la amistad y reconocimiento no sólo de la clientela religiosa, sino de las familias más adineradas e influyentes de Murcia (Fontes o Riquelme) que le encargaban los pasos y hasta un multitudinario Belén. Todo indica que con trabajo bien hecho y férrea voluntad de progreso, en poco tiempo se ascendió mucho desde aquel incipiente taller del joven y no muy hábil inmigrante napolitano.