Comentario
Al principio, los romanos construyeron sus carreteras con fines exclusivamente militares, siendo los legionarios los encargados de su construcción y mantenimiento. Desde Roma salían 29 caminos dispuestos en abanico que enlazaban la ciudad con las provincias italianas y, tras sobrepasar los Alpes, se extendían por los países circundantes. Estas carreteras eran llamadas consulares, y la red se complementaba con las calzadas secundarias, de carácter provincial. El uso militar pronto dio paso al económico, incrementando el tráfico comercial. Pronto se exigió el pago de un peaje en los pasos entre provincias y, a finales del Imperio, se designaron funcionarios para inspeccionar los vehículos e impedir su sobrecarga.
Las calzadas tenían en general la parte central reservada a los carros y animales, siendo los laterales, más altos, exclusivos para el paso de peatones. Por ellas circulaba el correo imperial (cursus publicus) por parte de funcionarios autorizados. Los gastos de correo, muy elevados, eran sufragados por las provincias, pues era necesario construir diversa infraestructuras para su correcto funcionamiento. Así, junto a las calzadas se levantaron mansiones, albergues, stationes o caballerizas. También las provincias debían costear el salario de los funcionarios públicos encargados del mantenimiento de la calzada: obreros, arrieros, veterinarios, conductores, etc. Igualmente, los gastos inherentes a la estancia de personas y animales estaban a cargo de las provincias.
Frente al Estado, también había organizaciones particulares que alquilaban coches y animales y que hacía frente al transporte del coreo particular.
Las paradas se hacían cada 5 kms., recorriendo unos 30 kms. diarios. En cada parada el viajero podía comer o beber en los figones que estaban al lado de las oficinas de correo. Al llegar la noche podía dormir en un albergue oficial -si era funcionario del Estado- o en uno particular.
A pesar de una red tan eficaz de carreteras, el transporte resultaba lento y caro, en especial en relación con el transporte fluvial o marítimo. Por este motivo, la gran mayoría del tránsito de mercancías era de escala local.