Época: Cristianismo
Inicio: Año 1
Fin: Año 2000




Comentario

Los mismos ideales de paz y fraternidad que habían dado origen en el medio rural a los movimientos de paz y tregua de Dios fundamentaron a escala urbana las asociaciones conocidas como hermandades o cofradías. Para la gran masa de ciudadanos, deseosos de realizar personalmente el ideal de la vida apostólica, la gran ventaja de las cofradías radicaba en que, al tiempo que colectividades laicales con finalidad religiosa, eran también comúnmente asociaciones profesionales.
En la Edad Media las cofradías eran muy numerosas en zonas como Flandes, Bélgica, Lombardía, etc., caracterizándose desde el punto de vista espiritual por sus prácticas religiosas colectivas, reguladas de manera explícita en sus estatutos. Generalmente esta clase de documentos, redactados a menudo en forma de sermón, inciden siempre en destacar toda una serie de virtudes corporativas (amor, caridad, paz, solidaridad, etc.) cuyo cultivo era en el fondo la finalidad de la propia sociedad. Su no puesta en práctica era causa de apercibimiento, e incluso de expulsión, siendo juzgada por una asamblea de cofrades siguiendo el modelo de los capítulos monásticos.

Las cofradías estaban situadas bajo la advocación de un santo patrono, que coincidía obviamente con el gremial. En torno al santo se celebraba una vez al año la fiesta de la corporación, que incluía entre sus ceremonias la misa y el ágape comunitarios. En ocasiones la hermandad poseía una capilla propia, atendiendo los cofrades a su mantenimiento mediante cuotas destinadas a la compra de cirios, servicio de capellanía, etc. Los funerales por los miembros ya desaparecidos eran sin duda momentos especialmente propicios para reafirmar el espíritu de cuerpo.

Actualmente las cofradías y hermandades son un elemento muy importante en las festividades de santos locales y otras fiestas regionales.