Época:
Inicio: Año 1925
Fin: Año 1935

Antecedente:
La aportación española

(C) Lucía García de Carpi



Comentario

Salvador Dalí irrumpió en el contexto parisino en 1929 cuando el Surrealismo atravesaba un momento de crisis y sus filas se habían visto notablemente mermadas. El compromiso político del grupo, al que responde la aparición de la revista "Le Surréalisme au service de la Révolution" y que llevó a Breton y a otros destacados miembros del movimiento a ingresar en el partido comunista francés, provocó el distanciamiento de aquellos que, como Antonin Artaud, Robert Desnos y André Masson, eran partidarios de limitar la actuación colectiva al ámbito exclusivo del arte. La llegada de Dalí propinó nuevos bríos al movimiento, siendo su aportación fundamental, tanto en el ámbito teórico como en el de la pintura, sin olvidar sus incursiones junto con Luis Buñuel en el séptimo arte. Ambos amigos realizaron en 1929 "Un perro andaluz", el filme surrealista por antonomasia, al que seguiría un año más tarde "La edad de oro", estrenada en París en medio de un gran alboroto. "Un perro andaluz" contiene algunas de las imágenes más estremecedoras del Surrealismo, entre las que destaca la insoportable visión del globo ocular cortado con una navaja, con la que se inicia la película.
Mucho antes que surrealista, Dalí fue un freudiano convencido. Su conocimiento de la obra del médico vienés data de comienzos de los años veinte y se produjo durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, momento crucial en la formación del pintor, no tanto por lo que pudiera haber aprendido en las aulas de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, a la que se incorporó en el curso académico 1922-1923, como por la relación que en Madrid estableció con otros residentes ilustres, como Federico García Lorca o Luis Buñuel.

En su autobiografía "La vida secreta de Salvador Dalí", el pintor confiere gran trascendencia a estas lecturas y relata con minuciosidad el impacto que le produjo por esas fechas La interpretación de los sueños, que le indujo, dominado por un arrebato de interpretación obsesiva, a analizar todo lo que ocurría a su alrededor en clave psicoanalítica. Las teorías del médico vienés sobre el comportamiento humano sirvieron, en primera instancia, para tranquilizar al joven pintor angustiado por una sexualidad conflictiva para, más tarde, a partir de 1927, pasar a configurar buena parte de su obra pictórica.

Dalí evolucionó rápidamente desde un punto de vista estilístico y, en el curso de unos pocos años, los comprendidos entre 1920 y 1927 aproximadamente, recorrió prácticamente el espectro completo de la vanguardia. Sus primeros cuadros surrealistas, pintados en 1927, fueron Aparato y mano y La miel es más dulce que la sangre, en los que se alude ya al conflictivo enfrentamiento entre el instinto y la razón. El gran hallazgo de Dalí consistió en canalizar hacia la práctica de la pintura la tensión provocada por sus temores y realizar, a partir de las frustraciones de una interioridad atormentada, una pintura que ha sabido sintonizar con la sensibilidad de su tiempo. Eso explica, por ejemplo, el éxito de obras como La persistencia de la memoria con sus célebres relojes blandos.

Los temas en los que el pintor insiste una y otra vez son el pavor al contacto físico con el sexo contrario, el sentimiento de culpabilidad que sus prácticas sexuales le provocaban, el miedo a la castración, la obsesión por la impotencia, la muerte y la putrefacción. Dalí, que dio infinitas muestras a lo largo de toda su vida de su capacidad imaginativa, desarrolló una modalidad propia del complejo de Edipo en la serie de cuadros dedicados a Guillermo Tell, a través de los cuales se filtra el tema que le enfrentó con su padre, nunca aclarado del todo, y que terminó con la expulsión del pintor de la casa paterna en 1930.

La teoría de la paranoia-crítica, definida por su autor como método espontáneo de conocimiento irracional, basado en la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes, alteró los presupuestos por los que había transcurrido la pintura surrealista hasta entonces. Los surrealistas siempre demostraron un gran interés por las enfermedades mentales en cuanto manifestaciones de mecanismos psíquicos ajenos al sistema lógico. De entre ellas la paranoia fue, dada sus características peculiares, una de las alteraciones que más llamó su atención. El enfermo paranoico se caracteriza por interpretar los fenómenos del mundo exterior en función de su obsesión particular. Cada hecho viene a confirmar así las exigencias de una subjetividad alterada, realizando constantemente una síntesis entre lo real y lo imaginario. Lo que distingue a esta enfermedad de otros procesos delirantes es la sistematización interna que la caracteriza. Fue a partir de 1929 cuando Dalí empezó a vislumbrar la posibilidad de configurar un método experimental, basado en el poder de las asociaciones delirantes de carácter súbito, propias de la paranoia. En virtud de ellas se propuso plasmar en sus cuadros las imágenes de la irracionalidad concreta con una técnica minuciosa, que enlaza con la gran tradición realista de Velázquez y Vermeer de Delft. Como el propio pintor de Cadaqués ha reconocido: "Toda mi ambición en el plano pictórico consiste en materializar, con el ansia de precisión más imperialista, las imágenes de la irracionalidad concreta. Que el mundo imaginativo y de la irracionalidad concreta sea de la misma evidencia objetiva, de la misma consistencia, de la misma dureza, del mismo espesor persuasivo, cognoscitivo y comunicable que el mundo exterior de la realidad fenoménica. Lo importante es lo que se quiere comunicar: el tema concreto irracional. Los medios de expresión pictórica se ponen al servicio de este tema...".

La importancia del método paranoico-crítico de Dalí, estriba en ser una alternativa al automatismo y demás estados pasivos, puesto que introduce un componente activo y sistemático en la elaboración de las imágenes. Ahora bien, no se trata en absoluto de un discurso voluntario, ya que la concatenación de imágenes que en él tiene lugar es consustancial a la paranoia. El método de la paranoia-crítica muestra su virtualidad en todo tipo de creación artística, incluido el cine, y puede aplicarse asimismo a la interpretación de obras del pasado, tal y como hizo Dalí con el cuadro El Angelus de Millet, en el que descubre tensiones provocadas por una sexualidad reprimida. La aportación más notable de la paranoia-crítica al ámbito concreto de la pintura es la imagen doble, es decir, aquella imagen de un fenómeno determinado, que sin necesidad de alteración puede representar al mismo tiempo dos o más realidades diferentes. El ejemplo más conocido es el retrato de la actriz Mae West, cuyos rasgos faciales se corresponden al mismo tiempo con el mobiliario de un salón. Dalí sostiene que cualquier imagen puede multiplicar sus significados hasta el infinito, dependiendo exclusivamente de la capacidad delirante del espectador. La teoría de la paranoia-crítica fue dada a conocer en diversos textos y publicaciones, el más importante de los cuales es "La conquista de lo irracional", de 1935. El impacto visual de lienzos como Los placeres iluminados (1929), El juego lúgubre (1929) o Las metamorfosis de Narciso (1937), procede en gran medida de la precisión de las imágenes, de la nitidez con la que se representan hasta los contenidos más escabrosos. En este sentido hay que reconocer que el pintor nunca tuvo el menor inconveniente en descubrir las facetas más innobles de su personalidad, tanto a través de sus cuadros como por medio de su interesantísima producción literaria. Dalí recuperó la técnica más academicista y tomó como modelo al pintor pompier Meissonier.

La trayectoria personal de Dalí a partir de la década de 1940 -en 1939 se consumó su expulsión del grupo surrealista, debido a sus simpatías por el fascismo- con su calculado esnobismo y su descarada actitud mercantil, ha incidido de modo negativo en la valoración global de su obra. Es cierto que ésta, después de la Segunda Guerra Mundial, se deslizó por terrenos inaceptables al poner al servicio de una oportunista iconografía místico-religiosa sus portentosas habilidades técnicas y los recursos figurativos del Surrealismo, pero este hecho incontestable no puede empañar el reconocimiento de la aportación fundamental del pintor en años anteriores.