Comentario
La obra del GATEPAC intentó abrirse paso en un medio ciertamente complejo e impermeable, no teniendo además la exclusiva en la regeneración de nuestra arquitectura durante los años veinte y treinta de nuestro siglo. En la Escuela de Arquitectura de Barcelona, el catedrático y arquitecto Eusebio Bona hablaba de que la estandardización universal es antinatural y, por tanto, inadmisible ("AC". n.º 17. 1935), afirmación no compartida entonces por el GATEPAC y revalidada en parte hoy día. En la Escuela de Madrid, el catedrático y arquitecto Teodoro de Anasagasti -introductor en esta ciudad del hormigón armado o de la estética de Perret (Cinema Monumental, 1922-1924) y de un racionalismo encubierto tras resabios modernistas vieneses (Teatro-Cinema Pavón,. 1923-1925)- no será tampoco del total agrado del grupo. El debate interior mantenido esporádicamente en los Congresos Nacionales de Arquitectos, apenas lograba alterar el rumbo de la sociedad. En el VI Congreso (1915, San Sebastián), los nacional-regionalistas Aníbal González y Leonardo Rucabado hablaban de Orientaciones para el resurgimiento de una Arquitectura Nacional; mientras que en el VIII Congreso (1919, Zaragoza), Vicente Lampérez y Leopoldo Torres Balbás se enfrentaban hablando sobre el casticismo arquitectónico. Más interés para el grupo podían tener temas abordados desde años atrás sobre la vivienda obrera o la higiene (I Congreso, 1881, Madrid; II Congreso, 1888, Barcelona; V Congreso, 1909, Valencia...) y también sobre el urbanismo (II Congreso; VI Congreso; VII Congreso, 1917, Sevilla; XI Congreso, 1926, Madrid). Desde la memorable ponencia de Lorenzo Alvarez Capra ("Dada la organización actual de la sociedad, ¿es o no conveniente la construcción de barrios obreros?", I Congreso), el problema -tratado también en el siglo pasado por Mesonero, Fernández de los Ríos o Mariano Belmás- será abordado sin éxito. La Ciudad Lineal de Arturo Soria, con el ideario vertido en su revista portavoz (1897-1932) -Para cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín-, venía a paliarlo y a evitar el barrio obrero marginado, pero su arquitectura acabaría clasificando a las familias y su estilo era de marcado carácter regionalista. Las obras de gran promoción e incidencia urbana estaban llenas de dificultades y a medio hacer, como la Vía Layetana en Barcelona, o la Gran Vía en Madrid, registrando en los particulares edificios de ocupación una lenta y progresiva asimilación de estilos nuevos, con fisonomía polimorfa. Excepcional venía a ser el Anteproyecto del trazado viario y urbanización de Madrid de S. Zuazo y H. Jansen para el Concurso de 1929 declarado desierto, por sus criterios racionales de gran coherencia, que influirá en el crecimiento Norte de la ciudad. Por lo demás, seguía prevaleciendo la obra de autor: el tardío monumentalismo de J. Puig i Cadafalch en los palacios de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, frente a la lección de arquitectura moderna dada por Mies van der Rohe en el Pabellón Alemán de la misma; o el eclecticismo de Antonio Palacios, aun renovado por las nuevas tecnologías (colab. con Joaquín Otamendi), en el Palacio de Comunicaciones (1904-1917) o en el Círculo de Bellas Artes (1919-1926) de Madrid. No obstante, con la realización de la Ciudad Universitaria de Madrid (1927-1936), bajo la dirección de Modesto López Otero, surge una colaboración en equipo a gran escala, participando arquitectos de la llamada por Carlos Flores Generación de 1925, que tratan ya de olvidarse de lo hecho en España y miran de reojo a lo que se hace en el extranjero: Agustín Aguirre, Rafael Bergarmín, Luis Blanco Soler, Pascual Bravo, Miguel de los Santos, Luis Lacasa, Manuel Sánchez Arcas... Algunos de los cuales colaboran también en la revista que da cuenta de sus inquietudes, "Arquitectura" (1918). Es el caso del mismo Sánchez Arcas, que tiene relación temprana con Holanda, manejando el cálido ladrillo en muros desnudos y siendo el único quizás en realizar la obra más avanzada en el recinto (Central Térmica, Hospital Clínico), puesto que las avanzadillas particulares se neutralizaban en un estilo común que logra el volumen relativamente depurado y rasgado por la ventana modulada contínua. Luis Lacasa Navarro, colaborador con Sánchez Arcas en el Instituto Rockefeller (1928-1932. Calle de Serrano, Madrid) -donde experimentaban con una arquitectura artesanal y racional de raíz nórdica- será el autor del también racionalista y funcional complejo Residencial de Estudiantes (1932-1936), integrado actualmente por los Colegios Mayores Cisneros y Antonio de Nebrija en esta misma Ciudad Universitaria (estudiada por Pilar Chías. UCM,1986). Son arquitectos, junto con otros que actúan por libre -Carlos Arniches, Martín Domínguez, Casto Fernández-Shaw, Javier Ferrero, Luis Gutiérrez Soto, Luis Martínez-Feduchi, Secundino Zuazo, etc.-, que adoptan personalmente en su momento la arquitectura moderna y, sin vincularse al grupo GATEPAC, con siguen incluso obras más importantes que muchos miembros formales del mismo.