Comentario
La organización del Imperio mogol se parecía mucho a la de un ejército acampado en territorio recién conquistado. En el sistema administrativo mogol prevalecía el principio de la división de la autoridad. Akbar había dividido, en el siglo XVI, el Imperio en doce subahs o provincias, que posteriormente aumentaron hasta dieciocho. Éstas, a su vez, se subdividieron en sarkars, los antepasados del distrito inglés, y, ulteriormente, en parganas o subdistritos. Desde la subah hacia abajo había dos series de funcionarios elegidos entre los fieles al emperador: los magistrados y los encargados del fisco. Los primeros, o sabadar, tenían autoridad sobre las fuerzas armadas y eran responsables de mantener la ley y el orden, en tanto que los últimos, diwanes, recaudaban los impuestos, calculaban las tierras y el producto y enviaban anualmente cierta cantidad al tesoro imperial. La interdependencia entre los hombres se basaba en lazos de fidelidad tan estrechos que primaban sobre una concepción centralizada del Estado. Mientras el sistema estuvo en servicio, el diwan no pudo rebelarse, porque disponía de los abastecimientos pero no de las tropas, en tanto que el sabadar tampoco podía levantarse en armas porque tenía las tropas pero no los abastecimientos.
Así, pues, el buen funcionamiento del aparato del gobierno dependía en gran parte de la fuerza del emperador y de su habilidad para elegir funcionarios leales y con la capacidad necesaria para mantener bajo un efectivo control la administración provincial. Si el soberano flaqueaba y los sabadar y los diwanes se perpetuaban en sus funciones, la organización podía con suma facilidad convertirse en feudal, jerarquía de señores y vasallos, que poseían en feudo sus circunscripciones. Y esto fue lo que ocurrió en el siglo XVIII.