Comentario
Los primeros pobladores de la laguna veneciana, situada en la costa noroeste del mar Adriático, están documentados en época romana, denominándose Venetia a la región. Bien es cierto que la zona a la que se refieren las fuentes es bastante mayor que la ciudad actual, abarcando no sólo la Ciudad de la Laguna, sino también las tierras interiores limítrofes. En estas zonas pantanosas empezaron a asentarse los pescadores y los trabajadores de las factorías de sal, así como algunos ricos patricios que se construyeron residencias de verano.
El avance de los primeros pueblos bárbaros en la península Itálica, fechado en los primeros años del siglo IV, provocó la huída de buena parte de los colonos de tierra firme a la zona de la laguna. Será con la llegada de Atila a Italia, entre los años 452 y 453, cuando se registre el mayor números de refugiados en las zonas lacustres de la región, fundándose las primeras ciudades: Iesolo, Torcello o Chioggia. En la futura Venecia se instalaron los primeros asentamientos, en las zonas de Castello -llamado Olivolo en las fuentes- y de Rialto -zona llamada Rivo Alto-, lugares situados por encima de las aguas de la laguna.
Será en el siglo VI cuando la región pase a depender del reino ostrogodo, que tenía su capital en Ravena. A la muerte de Teodorico, en el año 526, el reino ostrogodo se desmembraba y la región de Venecia pasaba a depender del Imperio Romano de Oriente, bajo la dirección de Justiniano y con capital en Constantinopla. Las invasiones lombardas trajeron nuevas oleadas de colonos que fundaron importantes centros comerciales como Torcello o Malamocco. Toda la comarca está controlada por el Imperio Bizantino, a través del exarcado de Ravena, delegando los asuntos relacionados con la seguridad en unos tribunos militares. Desde ese momento empieza un lento desarrollo de las islas, gracias especialmente a la pesca y al comercio de sal y pescado. Pero las amenazas lombardas no cesaban, por lo que los habitantes de la zona obligaron a los bizantinos a sustituir los tribunos por un dux, elegido por los propios venecianos, importante cargo ya que contaba con una amplia autoridad. El primero de los dux será Paoluccio Anafesto, elegido en el año 697. Al mismo tiempo, los habitantes de ciertas islas gozarán de alguna autonomía, lo que motivaría la supremacía de dos comunidades: Grado como sede religiosa y Heraclea -pronto sustituida por Malamocco- como centro político. Torcello alcanzaría cierta supremacía comercial.
Carlomagno conseguía derrotar a lo lombardos en el año 774, convirtiéndose la laguna véneta en objeto de enfrentamiento entre los emperadores franco y bizantino. En el año 809, Pipino, hijo de Carlomagno, avanzaba a lo largo de la costa adriática y lanzaba un ataque contra la región de Venecia. La población se unía para rechazar al invasor y la soberanía bizantina se afianzaba. El dux se trasladaba a Rivo Alto (Rialto), convirtiéndose esta zona en el nuevo centro político de la región. El siguiente movimiento sería la fortificación de numerosas islas, primer paso para convertirse en una poderosa ciudad estado y una potencia del Mediterráneo con señas de identidad propias. Unas de estas señas serán las reliquias del evangelista Marcos, que fueron llevadas a Venecia en el año 828 por dos mercaderes: Bonus de Malamocco y Rusticus de Torcello.
La tradición cuenta que san Marcos se trasladó, por expreso deseo de san Pedro, a la zona noreste de Italia para evangelizarla, fundando el obispado de Aquilea. La leyenda narra cómo el santo se perdió en la laguna y al caer la noche descansó en una de sus islas. Allí se le apareció un ángel que le anunció que en ese lugar tendría su última morada, edificándose un templo donde sería objeto de veneración. Marcos continuó con sus viajes, que le llevaron a Alejandría, donde sufrió martirio y murió. Los cristianos de la ciudad lo enterraron en la iglesia por el santo fundada. En el siglo IX Alejandría estaba controlada por los musulmanes tuluníes. El emir ordenó la construcción de un suntuoso palacio, por lo que buena parte de los materiales empleados procedieron de la iglesia cristiana, lo que ponía en peligro los restos del santo. En ese momento aparecen en la historia los mercaderes venecianos que habían llegado a Alejandría con sus barcos. Unos clérigos griegos les manifestaron sus preocupaciones respecto a la suerte del cuerpo del santo y los mercaderes no dudaron en trazar un plan que les condujera a Venecia con el santo cuerpo en su poder. Para ello imploraron a san Marcos que les ayudase y consiguieron la protección divina necesaria para realizar el traslado. La ciudad sufrió una terrible tempestad en el momento en que los comerciantes sacaban el cuerpo de la iglesia, por lo que todos los ciudadanos se refugiaron en sus casas; Bonus y Rusticus pudieron llevar la reliquia a su barco. El control aduanero se burló al colocar el cuerpo del santo en una cesta de la que despedía un maravilloso olor, que se solventó al colocar carne de cerdo sobre aquél, por lo que los musulmanes no efectuaron ningún registro. El viento fue favorable por intercesión del evangelista y llegaron a Venecia el 31 de enero, siendo recibidos por toda la población. Cuando fueron a trasladar el cuerpo al palacio del dux, en el lugar donde ahora se levanta la basílica, la reliquia pesó tanto que era imposible trasladarlo. El dux hizo votos para construir un templo en ese lugar y el cuerpo se pudo mover hasta un sepulcro provisional. San Marcos sustituía así a san Teodoro como protector de la ciudad y su símbolo, el león, se convertía en seña de identidad para la futura potencia marítima.
En los doscientos años que median entre 800 y 1000 los vénetos continuaron defendiendo su autonomía. No dudaron en eliminar de sus clases dirigentes a los partidarios de los francos, la amenaza en tierra firme, mientras que sus alianzas con Bizancio le permitirían ampliar su dominio en el mar Adriático. Los piratas, los sarracenos y los normandos serán enemigos comunes de los habitantes de la Ciudad de la Laguna y de su capital administrativa, Bizancio, por lo que el dux de Rialto -denominación en el siglo X de la ciudad- consiguió del emperador bizantino la autoridad para controlar las poblaciones que habitaban las costas adriáticas, siendo nombrado también dux de la Dalmacia. Uno de los impulsores de esta prestigiosa política fue el dux Pietro Orseolo II, vencedor de los piratas en el día de la Ascensión del año 1000. Desde ese momento, se instauró la costumbre de realizar ese día la fiesta del matrimonio simbólico entre el dux y el mar. Para ello, el dux arrojaba desde su barco, el Bucentauro, un anillo al mar.