Época: Judaísmo
Inicio: Año 1900 A. C.
Fin: Año 2003

Antecedente:
La vida tradicional



Comentario

Al octavo día desde su nacimiento, todo varón judío es circuncidado. La circuncisión consiste para los judíos en la ablación del prepucio, y no puede ser realizada antes del octavo día, aunque sí más tarde, si se alegan razones médicas de gravedad.
Sus orígenes no están claros, pues según algunos textos esta práctica se remonta a Abraham, mientras que otros le dan una procedencia cananea o medianita. El significado del rito también ha sido objeto de especulaciones. Desde un punto de vista religioso representa la entrada en la comunidad de Dios del individuo, aunque posiblemente en tiempos remotos funcionase como un ritual de iniciación sexual practicado en la pubertad. A este respecto cita C. del Valle, a quien seguimos, que en hebreo los nombres de esposo, yerno, suegro, etc. tienen la misma raíz de hatan, que, en árabe, significa circuncidar. Lógicamente, esta función dejó de ser válida cuando comenzó a practicarse la circuncisión a los pocos días de nacimiento del niño. Es posible, entonces, que la significación del rito como entrada en la comunidad de Dios surgiese como un mecanismo de identidad de la comunidad israelita, rodeada de pueblos incircuncisos en Mesopotamia y Persia el postexilio.

Antiguamente la circuncisión podía ser practicada por cualquier israelita, si bien esta función solía recaer en el padre de la criatura. De ninguna forma, salvo casos de urgencia, la ablación podía ser realizada por una mujer. Por motivos sanitarios, actualmente es practicada por un especialista (mohel).

En tiempos bíblicos la circuncisión se practicaba en el propio domicilio del recién nacido, aunque actualmente se practica en la sinagoga. En ésta, el día anterior se sitúa una silla en la cual, según la tradición, estará presente el profeta Elías, testigo invisible de toda circuncisión, quien tiene la misión de renovar con su presencia la esperanza de la futura redención.

En la ceremonia están presentes el padre, el mohel, el sandaq o padrino y un mínimo de diez personas. Sólo el sandaq puede estar sentado mientras se realiza, y es él quien sostiene en brazos al niño durante la operación. Mientras se realiza el padre ha de decir: "Bendito seas tú, Señor, Dios nuestro, rey del universo, que nos santificaste con tus mandamientos y nos has ordenado incorporar a este niño a la Alianza de nuestro padre Abraham". Los presentes deben contestar: "Del mismo modo que ahora se ha incorporado a la alianza de Abraham, se incorpore al estudio de la Torá, al matrimonio y a las buenas obras".

El mohel o bien alguno de los presentes debe rogar por el bienestar futuro del niño y de la madre, así como por sus buenas obras, anunciando el nombre del recién nacido.

El niño circuncidado entra después de este rito, como se ha dicho, a formar parte de la Alianza de Abraham, es decir, a formar parte del pueblo judío. Sin embargo, no es éste un requisito único, pues sólo se puede ser judío a través del nacimiento de madre judía o bien de la adopción la aceptación de la fe.