Época: América
Inicio: Año 300
Fin: Año 900

Antecedente:
La religión maya



Comentario

De los relieves, pinturas murales y escenas en la cerámica, inferimos algunos rituales mayas. Fundamentales son los sacrificios humanos, de animales, plantas u objetos. A los seres humanos se les sacrificaba extrayéndoles el corazón, por decapitación, ahogamiento o flechamiento. Tales ceremonias se orientaban a conseguir abundantes lluvias, a evitar determinadas catástrofes o a mantener el orden cósmico. Los oficiantes se purificaban previamente mediante sangrías, ayunos y continencia sexual: se perforaban la lengua, el lóbulo de la oreja o los genitales, con espinas de maguey o de manta raya y dientes de tiburón. Con navajas de obsidiana se hacían profundos cortes en el cuerpo, y la sangre se ofrendaba a los dioses en recipientes preparados al efecto.
Los ritos funerarios son muy variados e incluyen el sacrificio de acompañantes, la conservación y tratamiento posterior de alguna parte del cuerpo y la ofrenda de vasijas, joyas, utensilios y una cuenta de jade que se colocaba en la boca del difunto. La tumba que mayor cantidad de información ha proporcionado sobre creencias de tipo fúnebre es la de la cripta del Templo de las Inscripciones en Palenque. En ella, el muerto se depositó en un sarcófago con forma de útero y se cubrió con cinabrio. La lápida que tapaba el sarcófago estaba labrada con un bello relieve simbólico en el que se aludía a la resurrección de todo lo que perece, y su alrededor se acumulaban las ofrendas de cerámicas, adornos y figuras de jade y estuco, conchas con pintura roja e incluso una perla de 13 milímetros de largo. Fuera de la cripta yacían los huesos mezclados de seis jóvenes, entre los cuales una mujer, que fueron destinados a acompañar en su viaje al inframundo al personaje enterrado.

El nombre para los sacerdotes en Yucatán era Ah Kin, pero según sus funciones específicas y su jerarquía recibían otras denominaciones. Los Ahau can mai se encargaban de los cálculos calendáricos, la adivinación y las profecías. El Ah nakom se ocupaba de los sacrificios humanos, y el Chilam de los augurios. Sobre todos estaba el Halach Uinic, supremo jefe religioso y también político. Más imprecisas son las informaciones sobre una orden de sacerdotisas que vivirían en riguroso aislamiento cerca de los edificios dedicados al culto. Parece que sus funciones incluían la conservación del fuego sagrado y que eran muertas a flechazos si perdían su virginidad.