Época: Oceanía
Inicio: Año 5000 A. C.
Fin: Año 1900

Antecedente:
El océano Pacífico



Comentario

Se da el nombre de Polinesia al conjunto de mares y de islas incluidos en un triángulo que tiene su vértice norte en Hawaii, el sur en Nueva Zelanda y el oriental en la Isla de Pascua. Es lo que se conoce como triángulo polinésico. Cada uno de los lados de este triángulo tiene una longitud semejante a la distancia que hay entre Madrid y Bombay.
Los pueblos de la Polinesia han fascinado a los occidentales durante los últimos 200 años. Sin embargo, desde sus primeros contactos con los europeos a finales del siglo XVIII, las culturas polinésicas comenzaron a transformarse, a veces de forma drástica. Tanto los europeos como los americanos, cuyos gobiernos se han repartido las islas en varias ocasiones, han contribuido, a veces de manera brutal, a la degradación de su pasado cultural. Hasta hace unos 30 años, todo lo que se escribía sobre la historia cultural de los pueblos polinésicos era mera especulación. Sin embargo, últimamente se están llevando a cabo una serie de investigaciones, sobre todo en el campo de la lingüística y de la arqueología, que están aportando datos fidedignos sobre el origen y el desarrollo de estas culturas.

Las artes visuales de Polinesia son menos variadas que las de Melanesia. A pesar de las diferencias entre sus islas, hay una cierta homogeneidad básica en sus rasgos artísticos, que ya advirtieron los exploradores del XVIII. Sin duda, ello se debe a que entre los polinesios se dan parentescos y afinidades raciales que no aparecen en el resto del Pacífico.

El origen de los pueblos polinésicos se remonta a emigraciones de colonos agrícolas, de lengua austronesia, procedentes del sureste asiático.

En torno al 1300 a.C. ya habían recalado en la isla de Tonga; hacia el año 1000 a.C. ocuparon las islas bajas de Micronesia del sur y de Polinesia central. Las islas Marquesas se pueblan en tomo al 300 d.C.; las Hawaii, Sociedad, Pascua y Nueva Zelanda entre el 600 y el 1100 d.C.

La rápida expansión de los asentamientos de estos pueblos, sin duda uno de los hechos más notables en la historia de la colonización del universo por la Humanidad, prueba que debía de tratarse de gentes muy competentes en el arte de la navegación de altura. A su pericia marinera se debe el invento de la doble canoa, mucho más eficiente que la sencilla, impulsada a vela o a remo, según las circunstancias. Por supuesto, estas gentes no conocían los instrumentos modernos de navegación, pero tenían, en cambio, conocimientos muy precisos de otros factores imprescindibles para navegar en mar abierto: dieron nombre a más de dos mil estrellas, de las cuales sabían su posición precisa en cada época del año; conocían el tipo de nubes que se forman en las proximidades de la tierra, y sus variaciones; distinguían la diferente configuración del oleaje cerca de las costas, y utilizaban pájaros pescadores, que soltaban al amanecer y volaban directamente en dirección a los bancos de pesca de las islas más próximas, pudiendo conocer, así; la existencia de tierra antes de ser avistada.