Época: Oceanía
Inicio: Año 5000 A. C.
Fin: Año 1900

Antecedente:
El Pacífico: recursos económicos



Comentario

Situada en la zona oriental de la línea Wallace, no existen más mamíferos superiores en Nueva Guinea que los importados por el hombre, como ocurre en Australia y en el resto del Pacífico: la rata, el perro y el cerdo; abundan, en cambio, los marsupiales. Destaca su riqueza ornitológica, pues se han identificado más de 700 especies de pájaros, entre ellos los enormes casuarios, ave no voladora, del tipo del avestruz, y la mítica ave del paraíso de brillantes plumas doradas, codiciada siempre por cazadores y coleccionistas. Probablemente, debido a la belleza y variedad de sus aves, gran parte del culto de los pueblos nativos y de su parafernalia ritual está relacionada con el pájaro.
Su alimentación es casi exclusivamente vegetal: batatas, plátanos, ñame, taro y, sobre todo, el árbol del sagú, cuya pulpa machacan y filtran con agua. Su principal fuente de proteínas en las costas y en las regiones fluviales es el pescado. La posesión de cerdos constituye un símbolo de riqueza y prestigio, y la matanza e ingestión de cantidades enormes de ellos resulta indispensable en la celebración de cualquier acontecimiento. Ello supone un aporte importante de proteínas, pero las festividades que justifiquen tal despilfarro son muy escasas.

Desde la llegada de los europeos se empezó a cultivar café y se multiplicaron las plantaciones de palmeras para obtener copra. Además, desde hace unos años, Nueva Guinea-Papúa es el segundo país exportador de oro del mundo. Pero muy pocos aborígenes tienen participación en las nuevas fuentes de riqueza, excepto como asalariados. Resulta paradójico que, siendo el país tan rico en oro, los nativos no lo utilizasen jamás en su ornamentación ni como moneda de cambio.

En Nueva Guinea las carreteras son prácticamente inexistentes y las conexiones aéreas muy escasas, por lo que algunos de sus pueblos se encuentran entre los más aislados de la tierra. En las zonas más civilizadas, el crecimiento de su demografía es imparable, y la economía de la isla es totalmente incapaz de absorber la creciente demanda de trabajo, por lo que, precisamente en estas zonas, entre cuya población se crearon hace unos años expectativas de cambio social, se está volviendo a formas tradicionales de vida. En teoría, en casi todas partes, hay misioneros cristianos; los nativos asisten a los servicios religiosos dominicales, pero los hombres continúan teniendo varias mujeres, que cultivan los campos y cuidan de sus piaras.