Comentario
Considerados por debajo de los campesinos, los artesanos gozaban de cierto respeto, en especial si las habilidades artesanas eran demandadas por el estamento militar. Así, el shogun y los grandes daimyos trataban de diferente manera a los armeros en general y a los fabricantes de sables en particular. También gozaban de gran consideración aquellos talleres dedicados a la producción de artículos suntuarios. Peor calificación tenían los artesanos no cualificados que trabajaban en las aldeas o ciudades-castillo por un escaso salario, pero que contaban con la ventaja de disponer de un mercado más seguro. Los más miserables se contrataban como jornaleros y vivían en la pobreza, aunque no solían padecer desempleo. Todas las especialidades de trabajo existentes tenían su propia corporación y aplicaban un sistema de aprendizaje estricto y eficaz basado en la inmutabilidad de las reglas de fabricación.