Época: Alejandro Magno
Inicio: Año 334 A. C.
Fin: Año 334 D.C.


(C) Arlanza Ediciones



Comentario

Tras el asesinato de su padre, Filipo II, en 336 a.C., Alejandro III decidió continuar con la expedición persa que aquel había planificado e incluso iniciado, mediante el envío de una vanguardia al otro lado del Egeo, tropas que fueron recibidas como liberadoras por las ciudades griegas de Jonia. Pero antes hubo de asegurar su retaguardia por medios extremadamente violentos: frente a los bárbaros tracios, al noreste, realizó una rápida campaña militar; en su propia corte, llevó a cabo unas cuantas ejecuciones de posibles pretendientes.
Frente a las revoltosas ciudades griegas, que todavía querían preservar su vieja independencia y no habían aprendido la lección que su padre y él mismo les habían dado en Queronea (338 a.C.), dio ejemplo arrasando hasta sus cimientos la ilustre Tebas y vendiendo a sus habitantes como esclavos. El campeón de la civilizada Hélade frente a los bárbaros persas había de comenzar su reinado masacrando griegos aunque, eso sí, demostrara su amor por la cultura respetando la casa del poeta Píndaro...

Asegurada la retaguardia, tanto en su propio reino como en las ciudades de Grecia, Alejandro cruzó el Helesponto con 32.000 infantes y 5.100 jinetes que se unirían a los 8.000 infantes que su padre ya había enviado. El macedonio realizó el cruce sin ser molestado por la poderosa flota persa-fenicia, que sin embargo marcaría buena parte de su estrategia inicial. En efecto, si las bases navales en las costas de Fenicia permanecían leales al Gran Rey, los persas podrían en cualquier momento cortar las comunicaciones de Alejandro con Macedonia e impedir la llegada de los imprescindibles refuerzos. De este modo, el rey parece haber decidido pronto que era prioritario asegurarse la costa levantina y someter Egipto antes de adentrarse en Mesopotamia...

Pero todo eso es adelantar acontecimientos, porque un primer ejército provincial persa esperaba a los macedonios en la ribera del río Gránico, cerca del Helesponto, en la esquina noroeste de Anatolia: los persas bloqueaban así el acceso a Zelea, su principal base en el acceso al interior de Anatolia. Era la primera prueba, la primera vez en que un ejército heleno tomaba decididamente la ofensiva estratégica contra el imponente Estado persa; si fallaba ahora, Alejandro posiblemente habría de renunciar a su empeño. Era el mes de junio del año 334 a.C., y el joven rey acababa de visitar ante Troya la tumba de su supuesto antecesor, Aquiles... todo un presagio de lo por venir.