Época:
Inicio: Año 1798
Fin: Año 1799

Antecedente:
La campaña de Egipto



Comentario

El 19 de julio, los franceses comenzaron a ver en lontananza las Pirámides. Estaban a unos 27 km. de El Cairo, agotados por el calor, la sed y las constantes escaramuzas después de unas semanas de marcha por el desierto.
Aquella visión les llenó de contento y más cuando Napoleón concedió una jornada de descanso. Eran unos 21.000 hombres, encuadrados en cinco divisiones de unos 3.000 hombres cada una, mandadas por los generales Desaix, Dugua, Bon, Reyner y Vial; 2.600 formaban la reserva, a las órdenes de Murat; 1.500, la caballería sin monturas; un millar largo la artillería, con 42 piezas y todo su tren de campaña, arrastrado por 500 mulos; una pequeña flotilla les acompañaba, remontando el Nilo, con apoyo artillero y transporte de armas y municiones#pero venía muy retrasada a causa del viento contrario que le impedía remontar el Nilo con rapidez. El 21 de julio, a las dos de la madrugada, Napoleón se puso en marcha y hacia las ocho de la mañana pudieron contemplar en lontananza los mil minaretes de El Cairo, bañados por el sol de la mañana. Pero mucho más cerca se hallaba el ejército de Murad Bey, que se extendía en un semicírculo apoyado en la orilla izquierda del Nilo. Su ala derecha se fijaba en el villorrio de Imbaba, en un improvisado campo atrincherado, defendido por 20.000 hombres y 40 cañones; el centro estaba compuesto por múltiples escuadrones de caballería mameluca y árabe, con unos 12.000 jinetes y, quizás, 30.000 criados sin valor militar. El ala izquierda se apoyaba en la meseta de Giza, donde se hallan las Pirámides, y estaba compuesta por unos 8.000 jinetes. Aquellas fuerzas, que quizás podían sumar 40.000 hombres en situación de combatir, se extendían a lo largo de una enorme curva de más de 16 Km. Una de sus esperanzas residía en el poder de su artillería fluvial, instalada en más de trescientas embarcaciones. Los franceses avanzaron por divisiones, encabezados por Desaix, que pasó lejos del alcance de los cañones del campo atrincherado, seguido por Reyner. Murad Bey, el general mameluco, advirtió que su línea de caballería iba a ser cortada y aislada del campo atrincherado, cuyos defensores estaban mal adiestrados y disciplinados y cuya artillería naval era poco maniobrable; las defensas improvisadas no serían obstáculo para la infantería francesa... Si Napoleón ganaba la orilla del Nilo barrería a los buques con sus cañones, aislaría al ejército mameluco de El Cairo y tendría paso franco hacia la ciudad. Por eso, en una maniobra generalmente alabada por los especialistas, ordenó a su caballería que cargase sobre los franceses en marcha, tratando de aislar a las diferentes divisiones. Estuvieron a punto de conseguirlo, pero Desaix y Reyner lograron cerrar sus cuadros y oponer a la caballería el fuego disciplinado de su infantería y el obstáculo insalvable de sus largas bayonetas. La división Dugua, con Napoleón y su estado Mayor dentro del cuadro, rebasó a Desair por la izquierda, rompiendo la línea mameluca, ganando la orilla del Nilo y aislando al campo atrincherado. Durante cerca de una hora cargaron los escuadrones mamelucos contra los cerrados cuadros franceses, que les causaban muchas bajas, galopando de un espacio a otro en medio de nubes de polvo y metralla. Murad Bey comprendió la situación y con unos 3.000 hombres se replegó hacia Giza, tratando de ganar el Alto Egipto. Durante el resto del día, los franceses rastrillaron el campo de batalla, sometiendo o ahuyentando a los restos dispersos de la caballería. Millares de jinetes atrapados entre los cuadros franceses y el Nilo optaron por buscar una salida en las aguas, muriendo a centenares. El campo atrincherado no ofreció resistencia: sus defensores aprovecharon la noche para escapar hacia el Delta o para salvarse cruzando el río en alguna barcaza las 21 horas, Napoleón establecía su cuartel general en Giza: las bajas francesas no llegaban a 300 hombres entre muertos y heridos -luego se sabría que unos 7.000 mamelucos perecieron en la lucha y que 3.000 habían caído prisioneros; Murad Bey logró reunir a unos 5.000 en el Alto Egipto; Ibrahim Bey, uno de sus generales, logró replegarse a Siria con unos 1.200. El resto de las fuerzas, en su mayoría nómadas y milicias urbanas o campesinas, se dispersaron.