Comentario
Fue la joven marina americana la que llevó el proceso a su máximo desarrollo: las potentísimas fragatas de la clase Constitution llevaban treinta piezas de a 24 y veinte carronadas de a 32 o de a 42: no es de extrañar que tales monstruos fueran temidos por todas las fragatas inglesas (al igual que el Victory, buque insignia de Nelson en Trafalgar, la Constitution ha sido conservada como un monumento flotante por los Estados Unidos, una buena lección para viejas potencias navales, como España).
Las principales ventajas de la carronada eran su fenomenal potencia de fuego a corta distancia (sobre todo desde el momento en que, montadas en lo alto del casco, podían barrer con metralla las cubiertas del barco enemigo). La menor velocidad inicial hacía que a corta distancia, en lugar de atravesar limpiamente el casco enemigo, el proyectil de la carronada proyectara decenas de grandes astillas de madera que hacían el efecto de una metralla mortal entre la tripulación contraria.
Podían, además, colocarse carronadas de gran calibre en el castillo (donde grandes cañones hubieran desequilibrado el barco), gracias a que para el mismo calibre pesaban y medían mucho menos: un cañón de 32 libras mide 2,90 m. y pesa unos 2.800 Kg. sin cureña; una carronada del mismo calibre pesa aproximadamente la cuarta parte. Mientras que los mayores cañones a bordo de un barco de primera clase eran de a 32 o a 36 libras, en el castillo podían montarse carronadas de hasta 68 libras.
Otras ventajas de la carronada eran que necesitaba menos sirvientes y que gastaba menos pólvora por disparo (un cañón de a 32 a plena carga empleaba casi 5 Kg. por disparo; una carronada de a 32, sólo 1,2 Kg.).
Pero también tenía inconvenientes: su corto tubo implicaba mucha menor precisión y alcance (un tercio más o menos) que un cañón, lo que por otra parte nunca fue un problema sustancial para las agresivas tácticas de ingleses y americanos. La carronada también fue empleada en emplazamientos fijos terrestres, en fuertes como las "Martello Towers" construidas a lo largo de la costa sur de Inglaterra, así como en operaciones anfibias, donde la carronada era más manejable que el cañón largo.
La carronada nunca fue popular en la Armada española. Se hicieron ensayos hacia 1786 y en época napoleónica con piezas de a 96, 68 y 42 libras, pero no parece que fueran usadas. Las carronadas se fabricaron hasta aproximadamente 1850, aunque siguieron empleándose algún tiempo más, por ejemplo, en la Guerra de Secesión americana.