Época: Guerras Israel
Inicio: Año 1900
Fin: Año 2004

Antecedente:
Los orígenes del conflicto



Comentario

Al mismo tiempo que se declaraba el Estado de Israel se iniciaba la primera Guerra árabe-israelí, que daría lugar al más persistente conflicto de la Historia del mundo actual. La situación militar de partida puede ser descrita de una manera que podría hacer pensar en la inevitable victoria de los árabes. En efecto, las milicias judías disponían de tan sólo unos 70.000 hombres, sin otra capacidad que la de una guerrilla y sin medios pesados ni aviación, mientras que los árabes tenían una cifra muy difícil de calcular de unidades militares de los países del entorno y unos veinte mil palestinos en unidades irregulares. Pero la realidad es que el armamento árabe estaba envejecido, la coordinación entre las acciones militares fue prácticamente nula y resultó de la máxima importancia el tipo de combatiente que actuó, en realidad, occidental en el caso de los judíos. Éstos tuvieron en Ben Gurion un liderazgo firme y decidido y emplearon mucho mejor sus recursos (cuando hubo aviones realizaron cinco veces más salidas que sus adversarios).
La batalla decisiva tuvo lugar en la carretera entre Tel Aviv y Jerusalén y acabó con la división de esta ciudad en dos y con la ocupación del territorio previsto por parte de los israelíes, con la excepción tan sólo del desierto del Neguev. En junio de 1948, el conde Bernadotte, intermediario nombrado por las Naciones Unidas, consiguió una primera tregua entre los combatientes y propuso una nueva fórmula que hubiera supuesto la división del territorio de Jordania entre los Estados palestino y judío. Pero los combates se reanudaron en julio y a partir de este momento las victorias judías se sucedieron una tras otra. En el desierto del Neguev, por ejemplo, hasta tres mil egipcios fueron hechos prisioneros; uno de ellos era el futuro presidente egipcio Nasser. Allí, las ofensivas israelíes le proporcionaron victorias que hubieran podido suponer la destrucción del Ejército egipcio y la llegada hasta el Canal de Suez de no ser por las advertencias británicas de llegar a una intervención como consecuencia del pacto suscrito con este país.

En estas circunstancias, asesinado el conde Bernardotte por un grupo radical israelí, su sucesor Ralph Bunche consiguió un cese el fuego en enero de 1949. Entre febrero y julio, toda una serie de armisticios fue suscrita en la isla de Rodas entre Israel y los distintos Estados árabes, con la excepción de Iraq. Se trató de acuerdos exclusivamente militares que, por lo tanto, no significaban la determinación de fronteras permanentes, por más que diera la sensación de que los árabes reconocían al Estado de Israel.

Si antes la política mantenida por los países árabes había consistido en repudiar el reparto ahora pasó a defenderlo cuando tuvo lugar la derrota. Pero el Estado de Israel había sido gestado en el combate y ya no quiso volver atrás. Habían muerto 6.000 judíos, el 1% de la población, una proporción semejante al número de franceses caídos en la Primera Guerra Mundial. En las zonas controladas por los árabes no quedó un solo judío pero, en cambio, unos 200.000 árabes se mantuvieron en zona controlada por los judíos.

A partir de este momento, se inició el inacabable proceso para intentar llegar a la paz. Las conversaciones, a veces llevadas a través de intermediarios por la negativa de los contendientes a aceptar incluso sentarse con el adversario, se celebraron en Suiza y más tarde en París, pero el acuerdo fue imposible. Una parte de las razones derivó de la conmoción que en el mundo árabe se había producido como consecuencia de la derrota con asesinatos de dirigentes o sustitución de los regímenes.

En julio de 1952, por ejemplo, la derrota supuso la sustitución de la Monarquía y la aparición del régimen de los Oficiales Libres en Egipto, pero ya antes el rey Abdallah de Transjordania, que se había mostrado dispuesto a unificar a los palestinos bajo su mandato, había sido asesinado -en el mes de julio anterior- cuando entraba en la mezquita Al Aqsa de Jerusalén. A mediados de los años cincuenta, en un momento en que se hacía presente en Medio Oriente una evidente voluntad de intervención soviética y la aparición de un neutralismo activo, la confrontación entre árabes e israelíes aparecía de forma semejante o peor que la de 1948.