Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
NAUFRAGIOS Y COMENTARIOS




Comentario

Cómo a la boca de este río pusieron tres cruces



En la boca de este río mandó el gobernador poner muchas señales de árboles cortados, e hizo poner tres cruces altas para que los navíos entrasen por allí tras él y no errasen la entrada por este río. Fuimos navegando a remo tres días, a cabo de los cuales salió del río y fue navegando por otros dos brazos del río que salen de la laguna, muy grandes; y a ocho días del mes, una hora antes del día, llegaron a dar en unas sierras que están en medio del río, muy altas y redondas, que la hechura de ellas era como una campana, y siempre yendo para arriba ensangostándose. Estas sierras están peladas, y no crían yerba ni árbol ninguno, y son bermejas; creemos que tienen mucho metal, porque la otra tierra que está fuera del río, en la comarca y parajes de la tierra, es muy montuosa, de grandes árboles y de mucha yerba; y porque las sierras que están en el río no tienen nada de esto, paresce señal que tienen mucho metal, y ansí, donde lo hay, no cría árbol ni yerba; y los indios nos decían que en otros tiempos pasados sacaban de allí el metal blanco, y por no llevar aparejo de mineros ni fundidores, ni las herramientas que eran menester para catar y buscar la tierra, y por la gran enfermedad que dio en la gente, no hizo el gobernador buscar el metal, y también lo dejó para cuando otra vez volviese por allí porque estas sierras caen cerca del puerto de los Reyes, tomándolas por la tierra. Yendo caminando por el río arriba, entramos por otra boca de otra laguna que tiene más de una legua y media de ancho y salimos por otra boca de la misma laguna, y fuimos por un brazo de ella junto la Tierra Firme, y fuímonos a poner aquel día, a las diez horas de la mañana, a la entrada de otra laguna donde tienen su asiento y pueblo los indios sacocies y saquexes y chaneses; y no quiso el gobernador pasar de allí adelante, porque le paresció que debía enviar a hacer haber a los indios su venida y les avisar; y luego envió en una canoa a una lengua con unos cristianos para que les hablasen de su parte y les rogasen que le viniesen a ver y a hablar; y luego se partió la canoa con la lengua y cristianos, y a las cinco de la tarde volvieron, y dijeron que los indios de los pueblos los habían salido a recebir mostrando muy gran placer, y dijeron a la lengua cómo ya ellos sabían cómo venían, y que deseaban mucho ver al gobernador y a los cristianos; y dijeron entonces que las aguas habían bajado mucho, y que por aquello la canoa había llegado con mucho trabajo, y que era necesario que, para que los navíos pasasen aquellos bajos que había hasta llegar al puerto de los Reyes, los descargasen y alijasen para pasar, porque de otra manera no podían pasar, porque no había agua poco más de un palmo, y cargados, pedían los navíos cinco o seis palmos de agua para poder navegar; y este banco y bajo estaba cerca del puerto de los Reyes.

Otro día de mañana el gobernador mandó partir los navíos, gente, indios y cristianos, y que fuesen navegando al remo hasta llegar al bajo que habían de pasar los navíos, y mandó salir toda la gente y que saltasen al agua, la cual no les daba a la rodilla; y puestos los indios y cristianos a los bordos y lados del bergantín que se llamaba Sant Marcos, toda la gente que podía caber por los lados del bergantín lo pasaron a hombro y casi en peso y fuerza de brazos, sin que lo descargase; y duró más de un tiro y medio de arcabuz; fue muy gran trabajo pasarlo a fuerza de brazos, y después de pasado, los mismos indios y cristianos pasaron los otros bergantines, con menos trabajo que el primero, porque no eran tan grandes como el primero; y después de puestos en el hondo, nos fuimos a desembarcar en el puerto de los Reyes, en el cual hallamos en la ribera muy gran copia de gente de los naturales, que sus mujeres e hijos y ellos estaban esperando; y así salió el gobernador con toda la gente, y todos ellos se vinieron a él, y él les informó cómo Su Majestad le enviaba para que les apercibiese y amonestase que fuesen cristianos, y recebiesen la doctrina cristiana, y creyesen en Dios, Criador del Cielo y de la Tierra, y a ser vasallos de Su Majestad, y siéndolo, serían amparados y defendidos por el gobernador y por los que traía, de sus enemigos y de quien les quisiese hacer mal, y que siempre serían bien tratados y mirados, como Su Majestad lo mandaba que lo hiciese; y siendo buenos, les daría siempre de sus rescates, como siempre lo hacía a todos los que lo eran; y luego mandó llamar a los clérigos y les dijo cómo quería luego hacer una iglesia donde le dijesen misa y los otros oficios divinos, para ejemplo y consolación de los otros cristianos, y que ellos tuviesen especial cuidado de ellos. E hizo hacer una cruz de madera grande, la cual mandó hincar junto a la ribera, debajo de unas palmas altas, en presencia de los oficiales de Su Majestad y de otra mucha gente que allí se halló presente; y ante el escribano de la provincia tomó posesión de la tierra en nombre de Su Majestad, como tierra que nuevamente se descubría; y habiendo pacificado los naturales, dándoles de sus rescates y otras cosas, mandó aposentar los españoles en la ribera de la laguna, y junto con ella los indios guaraníes, a todos los cuales dijo y apercibió que no hiciesen daño ni fuerza ni otro mal ninguno a los indios y naturales de aquel puerto, pues eran amigos y vasallos de Su Majestad, y les mandó y defendió no fuesen sus pueblos y casas, porque la cosa que los indios más sienten y por que se alteran es ver que los indios y cristianos van a sus casas, y les re vuelven y toman las cosillas que tienen en ellas; y que si tratasen y rescatasen con ellos, les pagasen lo que trujesen y tomasen de sus rescates; y si otra cosa hicieren, serían castigados.