Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

De las notables fuentes y ríos que hay en estas provincias y cómo se hace sal muy buena por artificio muy singular


Antes que trate de los términos del Perú ni pase de la gobernación de Popayán me pareció que sería bien dar noticia de las notables fuentes que hay en esta tierra y los ríos del agua, de los cuales hacen sal, con que las gentes se sustentan y pasan sin tener salinas, por no las haber en aquellas partes y la mar estar lejos de algunas destas provincias. Cuando el licenciado Juan de Vadillo salió de Cartagena atravesamos los que con él veníamos las montañas de Abibe, que son muy ásperas y dificultosas de andar, y las pasamos con no poco trabajo, y se nos murieron muchos caballos, y quedó en el camino la mayor parte de nuestro bagaje. Y entrados en la campaña, hallamos grandes pueblos llenos de arboledas de frutales y de grandes ríos. Y como se nos viniese acabando la sal que sacamos de Cartagena y nuestra comida fuese hierbas y frisoles, por no haber carne si no era de caballos y algunos perros que se tomaban, comenzamos a sentir necesidad y muchos, con la falta de sal, perdían la color y andaban amarillos y flacos, y aunque dábamos en algunas estancias de los indios y se tomaban algunas cosas, no hallábamos sino alguna sal negra, envuelta con el ají que ellos comen; y ésta tan poca que se tenía por dichoso quien podía haber alguna. Y la necesidad, que enseña a los hombres grandes cosas, nos deparó en lo alto de un cerro un lago pequeño que tenía agua de color negra y salobre, y trayendo della, echábamos en las ollas alguna cantidad, que les daba sabor para poder comer.

Los naturales de todos aquellos pueblos desta fuente o lago, y de otras lagunas que hay, tomaban la cantidad de agua que querían, y en grandes ollas la cocían, y después de haber el fuego consumida la mayor parte della viene a cuajarse y quedar hecha sal negra y no de buen sabor; pero al fin con ella guisan sus comidas, y viven sin sentir la falta que sintieran si no tuvieran aquellas fuentes.

La Providencia divina tuvo y tiene tanto cuidado de sus criaturas que en todas partes les dio las cosas necesarias. Y si los hombres siempre contemplasen en las cosas de la naturaleza, conocerían la obligación que tienen de servir al verdadero Dios nuestro.

En un pueblo que se llama Cori, que está en los términos de la villa de Ancerma, está un río que corre con alguna furia; junto al agua deste río están algunos ojos del agua salobre que tengo dicha; y sacan los indios naturales della la cantidad que quieren; y haciendo grandes fuegos, ponen en ellos ollas bien crecidas en que cuecen el agua hasta que mengua tanto que de una arroba no queda medio azumbre; y luego, con la experiencia que tienen, la cuajan, y se convierte en sal purísima y excelente y tan singular como la que sacan de las salinas de España. En todos los términos de la ciudad de Antiocha hay gran cantidad destas fuentes, y hacen tanta sal que la llevan la tierra adentro, y por ella traen oro y ropa de algodón para su vestir, y otras cosas de las que ellos traen necesidad en sus pueblos.

Pasado el río grande, que corre cerca de la ciudad de Cali y junto a la de Popayán, más abajo de la villa de Arma, hacia el norte, descubrimos un pueblo con el capitán Jorge Robledo, que se llama Mungia, desde donde atravesamos la cordillera o montaña de los Andes y descubrimos el valle de Aburra y sus llanos.

En este pueblo de Mungia y en otro que ha por nombre Cenufata hallamos otras fuentes que nascían junto a unas sierras cerca de los ríos; y del agua de aquellas fuentes hacían tanta cantidad de sal que vimos las casas casi llenas, hechas muchas formas de sal, ni más ni menos que panes de azúcar. Y esta sal la llevaban por el valle de Aburra a las provincias que están al oriente, las cuales no han sido vistas ni descubiertas por los españoles hasta agora. Y con esta sal son ricos en extremo estos indios.

En la provincia de Caramanta, que no es muy lejos de la villa de Ancerma, hay una fuente que nasce dentro de un río de agua dulce, y echa el agua della un vapor a manera de humo, que debe cierto salir de algún metal que corre por aquella parte, y desta agua hacen los indios sal blanca y buena. Y también dicen que tienen una laguna que está junto a una peña grande, al pie de la cual hay del agua ya dicha, con que hacen sal para los señores y principales, porque afirman que se hace mejor y más blanca que en parte ninguna.

En la provincia de Ancerma, en todos los más pueblos della hay destas fuentes, y con su agua hacen también sal.

En las provincias de Arma y Carrapa y Picara pasan alguna necesidad de sal, por haber gran cantidad de gente y pocas fuentes para la hacer; y así, la que se lleva se vende bien.

En la ciudad de Cartago todos los vecinos della tienen sus aparejos para hacer sal, la cual hacen una legua de allí en un pueblo de indios que se nombra de Consota, por donde corre un río no muy grande. Y cerca dél se hace un pequeño cerro, del cual nasce una fuente grande de agua muy denegrida y espesa, y sacando de la de abajo y cociéndola en calderas o pañones, después de haber menguado la mayor parte della, la cuajan, y queda hecha sal de grano blanca y tan perfecta como la de España, y todos los vecinos de aquella ciudad no gastan otra sal más que la que allí se hace.

Más adelante está otro pueblo, llamado Coinza; y pasan por él algunos ríos de agua muy singular. Y noté en ellos una cosa que vi (de que no poco me admiré), y fue que dentro de los mismos ríos, y por la madre que hace el agua que por ellos corre, nascían destas fuentes salobres, y los indios, con grande industria, tenían metidos en ellas unos cañutos de las cañas gordas que hay en aquellas partes, a manera de bombas de navíos, por donde sacaban la cantidad del agua que querían, sin que se envolviese con la corriente del río, y hacían della su sal. En la ciudad de Cali no hay ningunas fuentes destas, y los indios habían sal por rescate, de una provincia que se llama los Timbas, que está cerca del mar. Y los que no alcanzaban este rescate, cociendo del agua dulce, y con unas hierbas venía a cuajarse y quedar hecha sal mala y de ruin sabor. Los españoles que viven en esta ciudad, como está el puerto de la Buenaventura cerca, no sienten falta de sal, porque del Perú vienen navíos que traen grandes piedras della.

En la ciudad de Popayán también hay algunas fuentes, especialmente en los Coconucos, pero no tanta ni tan buena como la de Cartago y Ancerma y la que he dicho en lo de atrás.

En la villa de Pasto toda la más de la sal que tienen es de rescate, buena, y más que la de Popayán. Muchas fuentes, sin las que cuento, he visto yo por mis propios ojos, que dejo de decir porque me parece que basta lo dicho para que se entienda de la manera que son aquellas fuentes y la sal que hacen del agua dellas, corriendo los ríos de agua dulce por encima. Y pues he declarado esta manera de hacer sal en estas provincias, paso adelante, comenzando a tratar la descripción y traza que tiene este grande reino del Perú.