Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

En el que se contiene la descripción y traza del reino del Perú, que se entiende desde la ciudad de Quito hasta la villa de Plata, que hay más de setecientas leguas


Ya que he concluído con lo tocante a la gobernación de la provincia de Popayán, me parece que es tiempo de extender mi pluma en dar noticia de las cosas grandes que hay que decir del Perú, comenzando de la ciudad del Quito. Pero antes que diga la fundación de esta ciudad será conveniente figurar la tierra de aquel reino, el cual terná de longitud setecientas leguas y de latitud a partes ciento y a partes más, y por algunas menos.

No quiero yo tratar agora de lo que los reyes ingas señoreaban, que fueron más de mil y doscientas leguas; mas solamente diré lo que se entiende Perú, que es de Quito hasta la villa de Plata, desde el un término hasta el otro. Y para que esto mejor se entienda, digo que esta tierra del Perú son tres cordilleras o cumbres desiertas y a donde los hombres por ninguna manera podrían vivir. La una destas cordilleras es las montañas de los Andes, llenas de grandes espesuras, y la tierra tan enferma que, si no es pasado el monte, no hay gente ni jamás la hubo. La otra es la serranía que va de luengo desta cordillera o montaña de los Andes, la cual es frigidísima y sus cumbres llenas de grandes montañas de nieve, que nunca deja de caer. Y por ninguna manera podrían tampoco vivir gentes en esta longura de sierras, por causa de la mucha nieve y frío, y también porque la tierra no da de sí provecho, por estar quemada de las nieves y de los vientos, que nunca dejan de correr. La otra cordillera hallo yo que es los arenales que hay desde Tumbez hasta más adelante de Tarapacá, en los cuales no hay otra cosa que ver que sierras de arena y gran sol que por ellas se esparce, sin haber agua ni hierba, ni árboles ni cosa criada, sino pájaros, que con el don de sus alas pueden atravesar por dondequiera. Siendo tan largo aquel reino como digo, hay grandes despoblados por las razones que he puesto. Y la tierra que se habita y donde hay poblado es desta manera: que la montaña de los Andes por muchas partes hace quebradas y algunas abras, de las cuales salen valles algo hondos, y tan espaciosos que hay entre las sierras grande llanura, y aunque la nieve caiga, toda se queda por los altos. Y los valles, como están abrigados, no son combatidos de los vientos, ni la nieve allega a ellos; antes es la tierra tan frutífera, que todo lo que siembra da de sí fruto provechoso, y hay arboledas y se crían muchas aves y animales. Y siendo la tierra tan provechosa, está toda bien poblada de los naturales, y lo que es en la serranía. Hacen sus pueblos concertados de piedra, la cobertura de paja, y viven sanos y son muy sueltos. Y así desta manera, haciendo abras y llanadas las sierras de los Andes y la Nevada, hay grandes poblaciones en las cuales hubo y hay mucha cantidad de gente, porque destos valles corren ríos de agua muy buena, que van a dar a la mar del Sur. Y así como estos ríos entran por los espesos arenales que he dicho y se extienden por ellos, de la humidad del agua se crían grandes arboledas y hácense unos valles muy lindos y hermosos; y algunos son tan anchos que tienen a dos o a tres leguas, a donde se ven gran cantidad de algarrobos, los cuales se crían aunque están tan lejos del agua. Y en todo el término donde hay arboledas es la tierra sin arenas y muy fértil y abundante. Y estos valles fueron antiguamente muy poblados; todavía hay indios, aunque no tantos como solían, ni con mucho. Y como jamás no llovió en estos llanos y arenales del Perú, no hacían las casas cubiertas como los de la serranía, sino terrados galanos o casas grandes de adobes, con sus estantes o mármoles; para guarecerse del sol ponían unas esteras en lo alto. En este tiempo-se hace así, y los españoles, en sus casas, no usan otros tejados que estas esteras embarradas. Y para hacer sus sementeras, de los ríos que riegan estos valles sacan acequias, tan bien sacadas y con tanta orden que toda la tierra riegan y siembran, sin que se les pierda nada. Y como es de riego, están aquellas acequias muy verdes y alegres, y llenas de arboledas de frutales de España y de la misma tierra. Y en todo tiempo se coge en aquellos valles mucha cantidad de trigo y maíz y de todo lo que se siembra. De manera que, aunque he figurado al Perú ser tres cordilleras desiertas y despobladas, dellas mismas, por la voluntad de Dios, salen los valles y ríos que digo; fuera dellos por ninguna manera podrían los hombres vivir, que es causa por donde los naturales se pudieron conquistar tan fácilmente y para que sirvan sin se rebelar, porque si lo hiciesen, todos perescerían de hambre y de frío. Porque (como digo), si no es la tierra que ellos tienen poblada, lo demás es despoblado, lleno de sierras de nieve y de montañas altísimas y muy espantosa. Y la figura dellas es que, como tengo dicho, tiene este reino de longitud setecientas leguas, que se extiende de norte a sur, y si hemos de contar lo que mandaron los reyes ingas, mil y doscientas leguas de camino derecho, como he dicho, de norte a sur por meridiano. Y tendrá por lo más ancho de levante a poniente poco más que cien leguas, y por otras partes a cuarenta y a sesenta, y a menos y a más. Esto digo de longitud y latitud se entiende cuanto a la longura y anchura que tienen las sierras y montañas que se extienden por toda esta tierra del Perú, según que he dicho. Y esta cordillera tan grande, que por la tierra del Perú se dice Andes, dista de la mar del Sur por unas partes cuarenta leguas y por otras partes sesenta, y por otras más y por algunas menos; y por ser tan alta y la mayor altura estar tan allegada a la mar del Sur, son los ríos pequeños, porque las vertientes son cortas.

La otra serranía que también va de luengo desta tierra, sus caídas y fenescimientos se rematan en los llanos y acaban cerca de la mar, a partes a tres leguas y por otras partes a ocho y a diez, y a menos y a más. La constelación y calidad de la tierra de los llanos es más cálida que fría, y unos tiempos más que otros, por estar tan baja que casi la mar es tan alta como la tierra, o poco menos. Y cuando en ella hay más calor es cuando el sol ha pasado ya por ella y ha llegado al trópico de Capricornio, que es a 21 de diciembre, de donde da la vuelta a la línea equinocial. En la serranía, no embargante que hay partes y provincias muy templadas, podráse decir al contrario que de los llanos, porque es más fría que caliente. Esto que he dicho es cuanto a la calidad particular destas provincias, de las cuales adelante diré lo que hay más que contar dellas.