Comentario
De cómo estos yungas fueron muy servidos, y eran dados a sus religiones, y cómo había ciertos linajes y naciones dellos
Antes que vaya contando los valles de los llanos y las fundaciones de las tres ciudades Trujillo, los Reyes, Arequipa, diré aquí algunas cosas a esto tocantes, por no reiterarlo en muchas partes dellas que yo vi y otras que supe de fray Domingo de Santo Tomás, de la orden de Santo Domingo, el cual es uno de los que bien saben la lengua y que ha estado mucho tiempo entre estos indios, dotrinándolos en las cosas de nuestra santa fe católica; así que, por lo que yo vi y comprendí el tiempo que anduve por aquellos valles, y por la relación que tengo de fray Domingo, haré la destos llanos: los señores naturales dellos fueron muy temidos antiguamente y obedescidos por sus súbditos, y se servían con gran aparato, según su usanza, trayendo consigo indios truhanes y bailadores, que siempre los estaban festejando, y otros contino tañían y cantaban. Tenían muchas mujeres, procurando que fuesen las más hermosas que se pudiesen hallar, y cada señor, en su valle, tenía sus aposentos grandes, con muchos pilares de adobes y grandes terrados y otros portales, cubiertos con esteras, y en el circuito desta casa había una plaza grande donde se hacían sus bailes y areitos; y cuando el señor comía se juntaba gran número de gente, los cuales bebían de su brebaje, hecho de maíz o de otras raíces. En estos aposentos estaban porteros que tenían cargo de guardar las puertas y ver quién entraba o salía por ellas, todos andaban vestidos con sus camisetas de algodón y mantas largas, y las mujeres lo mismo, salvo que la vestimenta de la mujer era grande y ancha a manera de capuz abierta por los lados, por donde sacaban los brazos. Algunos dellos tenían guerra unos con otros, y en partes nunca pudieron los más dellos aprender la lengua del Cuzco. Aunque hubo tres o cuatro linajes de generaciones destos yungas, todos ellos tenían unos ritos y usaban unas costumbres; gastaban muchos días y noches en sus banquetes y bebidas; y cierto cosa es grande la cantidad de vino o chicha que estos indios beben, pues nunca dejan de tener el vaso en la mano. Solían hospedar y tratar muy bien a los españoles que pasaban por sus aposentos, y recibirlos honradamente; ya no lo hacen así, porque luego que los españoles rompieron la paz y contendieron en guerra unos con otros, por los malos tratamientos que les hacían fueron aborrecidos de los indios, y también porque algunos de los gobernadores que han tenido les han hecho entender algunas bajezas tan grandes, que ya no se precian de hacer buen tratamiento a los que pasan, pero presumen de tener por mozos a algunos de los que solían ser señores; y esto consiste y ha estado en el gobierno de los que han venido a mandar, algunos de los cuales ha parecido grave la orden del servicio de acá, y que es opresión y molestia a los naturales sustentarlos en las costumbres antiguas que tenían, las cuales, si las tuvieran, ni les quebrantaban sus libertades ni aun los dejaban de poner más cercanos a la buena policía y conversión; porque verdaderamente pocas naciones hubo en el mundo, a mi ver, que tuvieron mejor gobierno que los ingas. Salido del gobierno yo no apruebo cosa alguna, antes lloro las extorsiones y malos tratamientos y violentas muertes que los españoles han hecho en estos indios, obradas por su crueldad, sin mirar su nobleza y la virtud tan grande de su nación, pues todos los más destos valles están ya casi desiertos, habiendo sido en lo pasado tan poblados como muchos saben.