Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

En que se declara cómo adelante de la provincia de Guancabamba está la de Caxamalca, y otras grandes y muy pobladas


Porque las más provincias deste gran reino se imitaban los naturales dellas en tanta manera unos a otros que se puede bien afirmar en muchas cosas parecer que todos eran unos; por tanto, brevemente toco lo que hay en algunas por haberlo escripto largo en las otras. Y pues ya he concluído lo mejor que he podido en lo de los llanos, volveré a lo de las sierras. Y para hacerlo, digo que en lo de atrás escrebí los pueblos y aposentos que había de la ciudad de Quito hasta la de Loja y provincia de Guancabamba, donde paré por tratar la fundación de San Miguel y lo demás que de suso he dicho. Y volviendo a este camino, me parece que habrá de Guanacabamba a la provincia de Caxamalca cincuenta leguas, poco más o menos, la cual es término de la ciudad de Trujillo. Y fue ilustrada esta provincia por la prisión de Atabaliba y muy memorada en todo este reino por ser grande y muy rica. Cuentan los moradores de Caxamalca que fueron muy estimados por sus comarcanos antes que los ingas los señoreasen, y que tenían sus templos y adoratorios por los altos de los cerros, y que puesto que anduviesen vestidos, no era tan primamente como lo fue después y lo es agora. Dicen unos de los indios que fue el primero que los sojuzgó Inga Yupangue; otros dicen que no fué sino su hijo Topainga Yupangue. Cualquiera dellos que fuese, se afirma por muy averiguado que primero que quedase por señor de Caxamalca le mataron en las batallas que se dieron gran parte de su gente, y que más por mafia y buenas palabras, blandas y amorosas, que por fuerza quedaron debajo de su señorío. Los naturales señores desta provincia fueron muy obedecidos de sus indios y tenían muchas mujeres. La una de las cuales era la más principal, cuyo hijo, si lo habían, sucedía en el señorío. Y cuando fallecía, usaban lo que guardaban los demás señores y caciques pasados, enterrando consigo de sus tesoros y mujeres, y hacíanse en estos tiempos grandes lloros continuos. Sus templos y adoratorios eran muy venerados, y ofrecían en ellos por sacrificio sangre de corderos y de ovejas, y decían que los ministros destos templos hablaban con el demonio. Y cuando celebraban sus fiestas se juntaban número grande de gente en plazas limpias y muy barridas, adonde se hacían los bailes y areitos, en los cuales no se gastaba poca cantidad de su vino, hecho de maíz y de otras raíces. Todos andan vestidos con mantas y camisetas ricas, y traen por señal en la cabeza, para ser conocidos dellos, unas hondas y otros unos cordones a manera de cinta no muy ancha.

Ganada y conquistada esta provincia de Caxamalca por los ingas, afirman que la tuvieron en mucho y mandaron hacer en ellas sus palacios, y edificaron templo para el servicio del sol, muy principal, y había número grande de depósitos. Y las mujeres vírgenes que estaban en el templo no entendían en más que hilar y tejer ropa finísima y tan prima cuanto aquí se puede encarecer, a las cuales daban las mejores colores y más perfetas que se pudieran dar en gran parte del mundo. Y en este templo había gran riqueza para el servicio dél. En algunos días era visto el demonio por los ministros suyos, con el cual tenían sus pláticas y comunicaban sus cosas. Había en esta provincia de Caxamalca gran cantidad de indios mitimaes, y todos obedecían al mayordomo mayor, que tenia cargo de proveer y mandar en los términos y destrito que le estaba asignado; porque, puesto que por todas partes y en los más pueblos había grandes depósitos y aposentos, aquí se venía a dar la cuenta, por ser la cabeza de las provincias a ella comarcanas y de muchos de los valles de los llanos. Y así, dicen que, no embargante que en los pueblos y valles de los arenales había los templos y santuarios por mí escriptos, y otros muchos, de muchos dellos venían a reverenciar al sol y a hacer en su templo sacrificios. En los palacios de los ingas había muchas cosas que ver, especialmente unos baños muy buenos, adonde los señores y principales se bañaban estando aquí aposentados. Ya ha venido en gran diminución esta provincia, porque, muerto Guaynacapa, rey natural destos reinos, en el propio año y tiempo que el marqués don Francisco Pizarro con sus trece compañeros, por la voluntad de Dios, merecieron descubrir tan próspero reino, donde, luego que en el Cuzco se supo, el primogénito y universal heredero Guascar, su hijo mayor y habido en su legítima mujer la Coya, que es nombre de reina y de señora la más principal, tomó la borla y corona de todo el imperio y envió por todas partes sus mensajeros para que por fin y muerte de su padre le obedesciesen y tuviesen por único señor. Y como en la conquista del Quito se hubiese hallado en la guerra con Guaynacapa el gran capitán Chalicuchima y el Quizquiz, Inclagualpac y Oruminavi, y otros que para entre ellos se tenían por muy famosos, habían platicado de hacer otro nuevo Cuzco en el Quito y en las provincias que caen a la parte del norte, para que fuese reino dividido y apartado del Cuzco, y tomar por señor a Atabaliba, noble mancebo y muy entendido y avisado, y que estaba bienquisto de todos los soldados y capitanes viejos porque había salido de la ciudad del Cuzco con su padre, de tierna edad, y andado grandes tiempos en su ejército. Y aun muchos indios dicen también que el mismo Guaynacapa, antes de su muerte, conociendo que el reino que dejaba era tan grande que tenía de costa más de mil leguas, y que por la parte de los quillacingas y popayaenses había otra gran tierra, determinó de lo dejar por señor de lo de Quito y sus conquistas. Como quiera que sea, de la una manera o de la otra, entendido por Atabaliba y los de su bando cómo Guascar quería que le diesen la obediencia, se pusieron en armas; aunque primero, por astucia del capitán Atoco, se afirma que Atabaliba fue preso en la provincia de Tumebamba, donde también dicen que con ayuda de una mujer Atabaliba se soltó, y llegado a Quito, hizo junta de gente, y dio en los pueblos de Ambato batalla campal al capitán Atoco, en la cual fue muerto, y vencida la parte del rey Guascar, según que más largamente tengo escripto en la tercera parte desta obra, que es donde se trata del descubrimiento y conquista deste reino. Sabida pues, en el Cuzco la muerte de Atoco, salieron por mandado del rey Guascar los capitanes Guancauque y Ingaroque con gran número de gente, y tuvieron grandes guerras con Atabaliba por constreñirle a que diese obediencia al rey natural Guascar. Y él, no solamente por no se la dar, pero por quitarle el señorío y reinado y haberlo para sí, procuraba llegar gentes y buscar favores. De manera que sobre esto hubo grandes contiendas, y murieron en las guerras y batallas (a lo que se afirma por cierto entre los mismos indios) más de cien mil hombres, porque luego hubo entre todos parcialidades y división, yendo siempre Atabaliba vencedor. El cual llegó con su gente a la provincia de Caxamalca (que es causa por que trato aquí esta historia), adonde supo lo que ya había oído de las nuevas gentes que habían entrado en el reino, y que ya estaban cerca dél. Y teniendo por cierto que le sería muy fácil prenderlos para los tener por sus siervos, mandó el capitán Chalicuchima que con grande ejército fuese al Cuzco y procurase de prender o matar a su enemigo. Y así ordenado, quedándose él en Caxamalca, llegó el gobernador don Francisco Pizarro, y después de pasadas las cosas y sucesos que se cuentan en la parte arriba dicha, se dio el recuento entre el poder de Atabaliba y los españoles, que no fueron más de ciento y sesenta, en el cual murieron cantidad de indios y Atabaliba fue preso. Con estos debates, y con el tiempo largo que estuvieron los cristianos españoles en Caxamalca, quedó tal, que no la juzgaban por más que el nombre, y cierto en ella se hizo gran daño. Después se tornó a conservar algún tanto; mas, como nunca, por nuestros pecados, han faltado guerras y calamidades, no ha tornado ni tornará a ser lo que era. Por encomienda la tiene el capitán Melchior Verdugo, vecino que es de la ciudad de Trujillo. Todos los edificios de los ingas y depósitos están, como los demás, deshechos y muy ruinados.

Esta provincia de Caxamalca es fertilísima en gran manera, porque en ella se da trigo tan bien como en Sicilia y se crían muchos ganados, y hay abundancia de maíz y otras raíces provechosas y de todas las frutas que he dicho haber en otras partes. Hay, sin esto, halcones y muchas perdices, palomas, tórtolas y otras cazas. Los indios son de buena manera, pacíficos, y unos entre otros tienen entre sus costumbres algunas buenas para pasar esta vida sin necesidad; y danse poco por honra; y así, no son ambiciosos por haberla; y a los cristianos que pasan por su provincia los hospedan y dan bien de comer, sin les hacer enojo ni mal aunque sea uno solo el que pasare. Destas cosas y otras alaban mucho a estos indios de Caxamalca los españoles que en ellas han estado muchos días. Y son de grande ingenio para sacar acequias y para hacer casas, y cultivar las tierras y criar ganados, y labrar plata y oro muy primamente. Y hacen por sus manos tan buena tapicería como en Flandes, de la lana de sus ganados, y tan de ver, que parece la trama della toda seda, siendo tan solo lana. Las mujeres son amorosas y algunas hermosas. Andan vestidas muchas dellas al uso de las pallas del Cuzco. Sus templos y guacas ya están deshechos, y quebrados los ídolos; y muchos se han vuelto cristianos; y siempre están entre ellos clérigos o frailes dotrinándolos en las cosas de nuestra santa fe católica. Hubo siempre en la comarca y término desta provincia de Caxamalca ricas minas de metales.