Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

Del asiento desta ciudad y de la fertilidad de sus campos, y costumbres de los naturales, y de un hermoso aposento o palacio de Guanuco, edificio de los ingas


El sitio desta ciudad de León de Guanuco es bueno y se tiene por muy sano, y alabado por pueblo donde hace muy sano, y alabado por pueblo donde hace muy templadas noches y mañanas, y adonde, por su buen temple, los hombres viven sanos. Cógese en ella trigo en gran abundancia y maíz. Danse viñas, críanse higuerales, naranjos, cidras, limones y otras frutas de las que se han plantado de España, y de las frutas naturales de la tierra hay muchas y muy buenas y todas las legumbres que de España han traído; sin esto hay grandes platanales; de manera que él es buen pueblo, y se tiene esperanza que será cada día mejor. Por los campos se crían gran cantidad de vacas, cabras, yeguas y otras aves, y halcones para volarlas. En los montes también hay algunos leones, y osos muy grandes y otros animales, y por los más de los pueblos que son subjetos a esta ciudad atraviesan caminos reales, y había depósitos y aposentos de los ingas, muy bastecidos. En lo que llaman Guanuco había una casa real de admirable edificio, porque las piedras eran grandes y estaban muy polidamente asentadas. Este palacio o aposento era cabeza de las provincias comarcanas a los Andes, y junto a él había templo del sol con número de vírgines y ministros; y fue tan gran cosa en tiempos de los ingas, que había a la contina para solamente servicio dél más de treinta mil indios. Los mayordomos de los ingas tenían cuidado de cobrar los tributos ordinarios, y las comarcas acudían con sus servicios a este palacio. Cuando los reyes ingas mandaban que pareciesen personalmente los señores de las provincias en la corte del Cuzco, lo hacían. Cuentan que muchas destas naciones fueron valientes y robustas, y que antes que los ingas los señoreasen se dieron entre unos y otros muchas y muy crueles batallas, y que en las más partes tenían los pueblos derramados, y tan desviados, que los unos no sabían por entero de los otros si no era cuando se juntaban a sus congregaciones y fiestas. Y en los altos edificaban sus fuerzas y fortalezas, de donde se daban guerra los unos a los otros por causas muy livianas. Y los templos suyos estaban en lugares convenientes para hacer sus sacrificios y supersticiones; oían en algunos dellos respuesta del demonio, que se comunicaba con los que para aquella religión estaban señalados. Creían la inmortalidad del ánima, debajo de la ceguedad general de todos. Estos indios son de buena razón, y la dan de sí a todo lo que les preguntan y dellos quieren saber. Los señores naturales destos pueblos, cuando fallecían no los metían solos en las sepulturas, antes los acompañaban de mujeres vivas de las más hermosas, como todos los demás usaban. Y estando éstos muertos, sus ánimas fuera de los cuerpos, están estas mujeres que con ellos entierran aguardando la hora espantosa de la muerte, tan temerosa de pasar, para irse a juntar con el muerto, metidas en las grandes bóvedas que hacen en las sepulturas; teniendo por gran felicidad y bienaventuranza ir juntas con su marido o señor, creyendo que luego habían de entender en servillo de la manera que acostumbraban en el mundo. Y por esta causa les parescía que la que presto pasase desta vida, más en breve se vería en la otra con el señor o marido suyo. Esta costumbre procede de lo que otras veces tengo dicho, que es ver (a lo que ello dicen) apariencias del demonio por los heredamientos y sementeras, que demuestra ser los señores que ya eran muertos, acompañados de sus mujeres y de lo que más con ellos metieron en las sepulturas. Entre estos indios había algunos que eran agoreros y miraban en las señales de estrellas.

Señoreadas estas gentes por los ingas, guardaron y mantuvieron las costumbres y ritos dellos, y hicieron sus pueblos ordenados, y en cada uno había depósitos y aposentos reales, y usaron de más policía en el traje y ornamento suyo, y hablaban la lengua general del Cuzco, conforme a la ley y edictos de los reyes, que mandaban que todos sus súbditos la supiesen y hablasen. Los conchucos y la gran provincia de Guaylos, Tamara y Bombón, y otros pueblos mayores y menores, sirven a esta ciudad de León de Guanuco, y son todos fertilísimos de mantenimientos, y hay muchas raíces gustosas y provechosas para la humana sustentación. Había en los tiempos pasados tan gran cantidad de ganado de ovejas y carneros, que no tienen cuenta; mas las guerras lo acabaron en tanta manera, que desta muchedumbre que había ha quedado tan poco, que si no lo guardan los naturales para hacer sus ropas y vestidos de su lana, se verán en trabajo. Las casas destos indios, y aun las de todos los más, son de piedra y la cobertura de paja. Por las cabezas traen todos sus cordones y señales para ser conocidos. El pecado nefando (aunque el demonio ha tenido sobre ellos gran poder) no he oído que lo usasen. Verdad es que, como suele ser en todas partes, no dejará de haber algunos malos; mas estos tales, si los conocen y lo saben, son tenidos en poco y por afeminados, y casi los mandan como a mujeres, según tengo escripto.

En muchas partes desta comarca se hallan grandes minas de plata, y si se dan a sacarla, será mucha la que se abra.