Comentario
Del árbol llamado molle, y de otras hierbas y raíces que hay en este reino del Perú
Cuando escrebí lo tocante a la ciudad de Guayaquile traté de la zarzaparrilla, hierba tan provechosa, como saben los que han andado por aquellas partes. En este lugar me pareció tratar de los árboles llamados molles, Por el provecho grande que en ellos hay. Y digo que en los llanos y valles del Perú hay muy grandes arboledas, y lo mismo en las espesuras de los Andes, con árboles de diferentes naturas y maneras, de los cuales pocos o ningunos hay que parecen a los de España. Algunos dellos, que son los aguacates, guayabos, caimitos, guabos, llevan fruta de la suerte y manera que en algunos lugares desta escriptura he declarado; los demás son todos llenos de abrojos o espinas o montes claros, y algunas cebas de gran grandor, en las cuales, y en otros árboles que tienen huecos y concavidades, crían las abejas miel singular con grande orden y concierto. En toda la mayor parte de lo poblado desta tierra se ven unos árboles grandes y pequeños, a quien llaman molles; éstos tienen la hoja muy menuda, y en el olor conforme a hinojo, y la corteza o cáscara deste árbol es tan provechosa que si está un hombre con grave dolor de piernas y las tiene hinchadas, con solamente cocerlas en agua y lavarse algunas veces, queda sin dolor ni hinchazón. Para limpiar los dientes son los ramicos pequeños provechosos; de una fruta muy menuda que cría este árbol hacen vino o brebaje muy bueno, y vinagre; y miel harto buena, con no más de deshacer la cantidad que quieren desta fruta con agua en alguna vasija, y puesta al fuego, después de ser gastada la parte perteneciente, queda convertida en vino o en vinagre o en miel, según es el cocimiento. Los indios tienen en mucho estos árboles. Y en estas partes hay hierbas de gran virtud, de las cuales diré de algunas que yo vi; y así, digo que en la provincia de Quimbaya, y donde está situada la ciudad de Cartago, se crían unos bejucos o raíces por entre los árboles que hay en aquella provincia, tan provechosos para purgar, que con solamente tomar poco más de una braza dellos, que serán del gordor de un dedo, y echarlos en una vasija de agua que tenga poco menos de un azumbre, embebe en una noche que está en el agua la mayor parte della; de la otra, bebiendo cantidad de medio cuartillo de agua, es tan cordial y provechosa para purgar, que el enfermo queda tan limpio como si hubiera purgado con ruibarbo. Yo me purgué una o dos veces en la ciudad de Cartago con este bejuco o raíz, y me fue bien, y todos lo teníamos por medicinal. Otras habas hay para este efeto que algunos las alaban y otros dicen que son dañosas. En los aposentos de Bilcas me adoleció a mí una esclava por ir enferma de ciertas llagas que llevaba en la parte inferior; por un carnero que di a unos indios vi que trajeron unas hierbas que echaban una flor amarilla, y las tostaron a la candela para hacerlas polvo, y con dos o tres veces que la untaron quedó sana.
En la provincia de Andaguailas vi otra hierba tan buena para la boca y dentadura, que limpiándose con ella una hora o dos dejaba los dientes sin olor y blancos como nieve. Otras muchas hierbas hay en estas partes provechosas para la salud de los hombres, y algunas tan dañosas que mueren con su ponzoña.