Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

Cómo muchas naciones destos indios se daban guerra unos a otros, y cuán opresos tienen los señores principales a los indios pobres


Verdaderamente, yo tengo que ha muchos tiempos y años que hay gentes en estas Indias, según lo demuestran sus antigüedades y tierras tan anchas y grandes como han poblado; y aunque todos ellos son morenos lampiños y se parecen en tantas cosas unos a otros, hay tanta multitud de lenguas entre ellos que casi a cada legua y en cada parte hay nuevas lenguas. Pues como hayan pasado tantas edades por estas gentes y hayan vivido sueltamente, unos a otros se dieron grandes guerras y batallas, quedándose con las provincias que ganaban. Y así, en los términos de la villa de Arma, de la gobernación de Popayán, está una gran provincia, a quien llaman Carrapa, entre la cual y la de Quimbaya (que es donde se fundó la ciudad de Cartago) había cantidad de gente; los cuales, llevando por capitán o señor a uno de ellos, el más principal, llamado Urrúa, se entraron en Carrapa, y a pesar de los naturales hicieron señores de lo mejor de su provincia. Y esto sé porque cuando descubrimos enteramente aquellas comarcas vimos las rocas y pueblos quemados que habían dejado los naturales de la provincia de Quimbaya. Todos fueron lanzados della antiguamente por los que se hicieron señores de sus campos, según es público entre ellos. En muchas partes de las provincias desta gobernación de Popayán fue lo mismo. En el Perú no hablan otra cosa los indios sino decir que los unos vinieron de una parte y los otros de otra, y con guerras y contiendas los unos se hacían señores de las tierras de los otros, y bien parece ser verdad, y la gran antigüedad desta gente por las señales de los campos que labraban ser tantos, y porque en algunas partes que se ve que hubo sementeras y fue poblado hay árboles nascidos tan grandes como bueyes. Los ingas claramente se conoce que se hicieron señores deste reino por fuerza y por maña, pues cuentan que Mangocapa, el que fundó el Cuzco, tuvo poco principio, y duraron en el señorío hasta que, habiendo división entre Guascar, único heredero, y Atabaliba sobre la gobernación del imperio, entraron los españoles y pudieron fácilmente ganar el reino y a ellos apartarlos de sus porfías: por lo cual parece que también se usó de guerras y tiranías entre estos indios, como en las demás partes del mundo, pues leemos que tiranos se hicieron señores de grandes reinos y señoríos. Yo entendí en el tiempo que estuve en aquellas partes que es grande la opresión que los mayores tienen a los menores, y con el rigor que algunos de los caciques mandan a los indios; porque si el encomendero les pide alguna cosa, o que por fuerza hayan de hacer algún servicio personal o con hacienda, luego estos tales mandan a sus mandones que lo provean, los cuales andan por las casas de los más pobres mandando que lo cumplan, y si dan alguna excusa, aunque sea justa, no solamente no los oyen, mas maltrátanlos, tomándoles por fuerza lo que quieren. En los indios del Rey y en otros pueblos del Collao oí yo lamentar a los pobres indios esta opresión, y en el valle de Jauja y en otras muchas partes, los cuales, aunque reciben algún agravio, no saben quejarse. Y si son necesarias ovejas o carneros, no se va por ellos a las manadas de los señores, sino a los dos o tres que tienen los tristes indios; y algunos son tan molestados que se ausentan por miedo de tantos trabajos como les mandan hacer. Y en los llanos y valles de los yungas son más trabajados por los señores que en la serranía. Verdad es que, como ya en las más provincias deste reino estén religiosos dotrinándolos, y algunos entiendan la lengua, oyen estas quejas y remedian muchas dellas. Todo va cada día en más orden, y hay tanto temor entre cristianos y caciques que no osan poner las manos en un indio, por la gran justicia que hay con haberse puesto en aquestas partes las audiencias y chancillerías reales; cosa de grande remedio para el gobierno dellas.