Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
EL SEÑORIO DE LOS INCAS



Comentario

Que trata los templos que sin éste se tenían por más principales, y los hombres que tenían.


Muchos fueron los templos que hobo en este reino del Perú y algunos se tienen por muy antiguos, porque fueron fundados antes, con muchos tiempos, que los Incas reinasen, así en la serranía de los altos como en la serranía de los llanos; y reinando los Incas se edificaron de nuevo otros muchos en donde se hacían sus fiestas e sacrificios. Y porque hacer mención de los templos que había en cada provincia en particular sería cosa muy larga y prolija, determino de contar en este lugar solamente los que tuvieron por más eminentes e principales. Y así, digo que, después del templo de Curicancha, era la segunda guaca de los Incas el cerro de Guanacaure, que está a vista de la ciudad y era por ellos muy frecuentado y honrado por lo que algunos dicen quel hermano del primer Inca se convertió en aquel lugar en piedra al tiempo que salían de Pacaritambo, como al principio se contó. Y había en este cerro antiguamente oráculo por donde el maldito Demonio hablaba; y estaba enterrado a Ya redonda suma de grande tesoro, y en algunos días se sacrificaban hombres y mujeres a los cuales, antes que fuesen sacrificados, los sacerdotes les hacían entender que habían de ir a servir [al aquel Dios que allí adoraban, allá en la gloria que ellos fingían con sus desvaríos que tenían; y así, teniéndolo por cierto los que habían de ser sacrificados, los hombres se ponían muy galanos y ataviados con sus ropas de lana fina y llautos de oro y patenas y brazaletes y sus oxotas con sus correas de oro; y, después de haber oído el parlamento que los mentirosos de los sacerdotes les hacían, les daban a beber mucho de su chicha con grandes vasos de oro, y solenizaban [con sus] cantares el sacrificio, publicando en ellos que, por servir a sus dioses, ofrecían sus vidas de tal suerte, teniendo por alegre recebir en su lugar la muerte. Y habiendo bien endechado estas cosas, eran ahogados por los ministros y, puestos en los hombros sus quipes de oro y un jarrillo de lo mesmo en la mano, los enterraban a la redonda del oráculo en sus sepulturas. Y a estos tales tenían por santos canonizados entre ellos, creyendo sin duda ninguna que estaban en el cielo sirviendo a su Guanacaure. Las mujeres que sacrificaban iban vestidas asimismo ricamente con sus ropas finas de colores y de pluma y sus topos de oro y sus cucharas y escudillas y platos, todo de oro; y así aderezadas, después que han bien bebido, las ahogaban y enterraban creyendo, ellas y los que las mataban, que iban a servir a su diablo o Guanacaure. Y hacíanse grandes bailes y cantares cuando se hacían semejantes sacrificios questos. Tenían este ídolo donde estaba el oráculo, con sus chácaras, yanaconas, y ganados y mamaconas y sacerdotes que se aprovechaban de lo más dello.

El tercero oráculo y guaca de los Incas era el templo de Vilcanota, bien nombrado en estos reinos y adonde, permitiéndolo nuestro Dios y Señor, el Demonio tuvo grandes tiempos poder grande y hablaba por boca de los falsos sacerdotes que para servicio de los ídolos en él estaban. Y estaba este templo de Vilcanota poco más de veinte leguas del Cuzco, junto al pueblo de Chungara; y fue muy venerado y estimado y que se ofrecieron muchos dones y presentes, así por los Incas y señores, como por los ricos hombres de las comarcas [del donde venían a sacrificar, y tenía sus sacerdotes y mamaconas y sementeras, y casi cada año se hacían en este templo ofrendas de la capacocha, que es lo que luego diré. Dábase grande crédito a lo que el Demonio decía por sus respuestas y, a tiempos, se hacían grandes sacrificios de aves y ganados y otros animales.

El cuarto templo estimado y frecuentado por los Incas y naturales de las provincias fue la guaca de Ancocagua, donde también había oráculo muy antiguo y tenido en gran veneración. Estaba pegado con la provincia de Hatun Cana y a tiempos iban de muchas partes con grand veneración a este demonio a oír sus vanas respuestas; y había en él grand suma de tesoros, porque los Incas y todos los demás los ponían allí. Y dícese también que, sin los muchos animales que sacrificaban a este diablo, que ellos tenían por dios, hacían lo mesmo de algunos indios e indias, así y como conté que se usaba en el cerro de Guanacaure. Y que hobiese en este templo la riqueza que se dice, tiénese por verdad, porque después de haber los españoles ganado al Cuzco con más de tres años, y haber los sacerdotes y caciques alzado los grandes tesoros que todos estos templos tenían, oí decir que un español llamado Diego Rodríguez Elemosín sacó desta guaca más de treinta mill pesos de oro; y sin esto se ha hallado más, y todavía hay noticia de haber enterrado grandísima cantidad e plata y oro en partes que no hay quien lo sepa, si Dios no, y nunca se sacarán si no fuera acaso o de ventura.

Sin estos templos se tuvo otro por tan estimado y frecuentado como ellos, y más que había por nombre la Coropuna, que es en la provincia de Condesuyo, en un cerro muy grande cubierto a la contina de nieve que de invierno y de verano no se quita jamás. Y los reyes del Perú con los más principales dél visitaban este templo haciendo presentes y ofrendas como a los ya dichos; y tiénese por muy cierto que, de los dones y capacocha que a este templo se le hizo, había muchas cargas de oro y plata y pedrería enterrado en partes que dello no se sabe, y os indios escondieron otra suma que estaba para servicio del ídolo y de los sacerdotes y mamaconas, que también tenía muchos el templo; y como haya tan grandes nieves, no suben a lo alto ni saben atinar a donde estaban tan grandes tesoros. Mucho ganado tenía este templo y chácaras y servicio de indios y mamaconas. Siempre había en él gente de muchas partes y el Demonio hablaba aquí más sueltamente que en los oráculos dichos, porque a la contina daba mill respuestas, y no a tiempos, como los otros. Y aún agora en este tiempo, por algún secreto de Dios, se dice que andan por aquella parte diablos visiblemente, que los indios los ven y dellos reciben grand temor. Y a chripstianos he yo oído que han visto los mesmos en figura de indios y aparecérseles y desaparecérseles en breve espacio de tiempo. Algunas veces sacrificaban mucho en este oráculo, y así mataban muchos ganados y aves y algunos hombres y mujeres.

Sin estos oráculos, había el de Aperahua, en donde por el troncón de un árbol respondía el oráculo, y que junto a él se halló cantidad de oro; y el de Pachacama, ques de los Yuncas, y otros muchos, así en la comarca de Andesuyo como en la de Chinchasuyo y Omasuyo y otras partes deste reino, de los cuales pudiera decir algo más; mas, pues que lo dije en la Primera parte, que trata de las fundaciones, no trataré desto mas que de los oráculos, los que tenían más devoción todos los Incas con las demás naciones, sacrificaban algunos hombres y mujeres y mucho ganado y adonde no había este crédito no derramaban sangre humana ni mataban hombres, sino ofrecían oro y plata. A las guacas que tenían en menos, que eran como ermitas, ofrecían chaquira y plumas y otras cosas menudas y de poco valor. Esto digo, porque la opinión que los españoles tenemos en afirmar que en todos los templos sacrificaban hombres es falsa; y esto es la verdad, según lo que yo alcancé, sin tirar ni poner más de lo que yo entendí y para mí tengo por cierto.