Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
EL SEÑORIO DE LOS INCAS



Comentario

De cómo Inca Yupanqui fue rescebido por rey y quitado el nombre de Inca Urco y de la paz que hizo con Hastu Guaraca.


Desbaratados los Chancas entró en el Cuzco Inca Yupanqui con gran triunfo y habló a los principales de los orejones sobre que se acordasen de cómo había trabajado por ellos lo que habían visto y en lo poco que su hermano ni su padre mostraron tener a los enemigos; por tanto, que le diesen a él el señorío y gobernación del imperio. Los del Cuzco, unos con otros trataron y miraron así el dicho de Inca Yupanqui como lo más que Inca Urco le[s] había hecho; y, por consentimiento del pueblo, acordaron de que Inca Urco no entrase más en el Cuzco y que le fuese quitada la borla o corona y dada a Inca Yupanqui; y aunque Inca Urco, como lo supo, quiso venir a Cuzco a justificarse y mostrar sentimiento grande quejándose de su hermano y de los que le quitaban de la gobernación del reino, no le dieron lugar ni se dejó de cumplir lo ordenado. Y aún hay algunos que dicen que la Coya, mujer de Inca Urco, lo dejó sin tener hijo dél ninguno y se vino al Cuzco, donde la recebió por mujer su segúndo hermano Inca Yupanqui, que, hecho el ayuno y otras cerimonias, salió con la borla, haciéndose en el Cuzco grandes fiestas, hallándose a ellas gentes de muchas partes. Y a todos los que murieron de la arte suya en la batalla los mandó el nuevo Inca enterrar, mangando hacerles osequias a su usanza; y a los Chancas, mandó que se hiciese una casa larga a manera de tumba en la parte que se dio la batalla adonde para memoria fuesen desollados todos los cuerpos de los muertos y que inchiesen los cueros de ceniza o de paja, de tal manera que la forma humana paresciese en ellos, haciéndoles de mil maneras; porque a unos, paresciendo hombres, de su mesmo vientre salía un atambor y con sus manos hacía[n] muestra de lo tocar; otros ponían con flautas en las bocas. De esta suerte y de otras estuvieron hasta que los españoles entraron en el Cuzco. Pero Alonso Carrasco y Juan de Pancorvo, conquistadores antiguos, me contaron a mí de la manera que vieron estos cueros de ceniza, y otros muchos de los que entraron con Pizarro y Almagro en el Cuzco.

Y dicen los orejones que había en este tiempo gran vecindad en el Cuzco y que siempre iba en crecimiento; y de muchas partes vinieron mensajeros a congratularse con el nuevo rey, el cual respondió a todos con buenas palabras, y deseaba salir a hacer guerra a lo que llaman Condesuyo; y como por experiencia hobiese conocido cuán valiente y animoso era Hastu Guaraca, el señor de Andaguaylas, pensó de lo atraer a su servicio; y así, cuentan que le embió mensajeros, rogándole con sus hermanos y amigos se viniese a holgar con él; y entendiendo que le sería provechoso allegarse a la amistad de Inca Yupanqui, e al Cuzco, donde fue bien recebido. Y como se hobiese hecho llamamiento de gente, se determinó de ir a Condesuyo.

En este tiempo cuentan que murió Viracocha Inca, y se le dio sepultura con menos pompa y honor que a los pasados suyos, porque en la vejez había desamparado la ciudad y no querido volver a ella cuando tubieron la guerra con los Chancas. De Inca Urco no digo más, porque los indios no tratan de sus cosas sino es para reir, y dejando a él aparte, digo que Inca Yupanqui es el noveno rey que hobo en el Cuzco.