Comentario
Cómo Guayna Capac entro por Bracamoros y volvió huyendo y lo que más le sucedió hasta que llegó a Quito.
Público es entre muchos naturales de estas partes que Guayna Capac entró por la tierra que llamamos Bracamoros y que volvió huyendo de la furia de los hombres que en ellas moran; los cuales se habían acaudillado y juntado para defender a quien los fuese a enojar; y, sin los orejones del Cuzco, cuenta esto el señor de Chincha y algunos principales del Collao y los de Xauxa. Y dicen todos que, yendo Guayna Capac acabando de asentar aquellas tierras por donde su padre pasó y que había sujuzgado, supo de cómo en los Bracamoros había muchos hombres y mujeres que tenían tierras fértiles y que bien adentro de la tierra había una laguna y muchos ríos, llenos de grandes poblaciones. Cobdicioso de descubrir y ganoso de señorear, tomando la gente que le paresció, con poco bagaje, mandó caminar para allá, dejando el campo alojado por los tambos reales y encomendado a su capitán general. Entrando en la tierra iban admirando el camino con asaz trabajo, porque pasada la cordillera de los promontorios nevados dieron en la montaña de los Andes y hallaron ríos furiosos que pasar y caían muchas aguas del cielo. Todo no fue parte para que el Inca dejase de llegar a donde los naturales por muchas partes puestos en sus fuertes les estaban aguardando, desde donde le mostraban sus vergüenzas, afeándole su venida; y comenzaron la guerra unos y otros y tantos de los bárbaros se juntaron, los más desnudos sin traer ropas, a lo que se afirmaba, que el Inca determinó de se retirar y lo hizo sin ganar nada en aquella tierra. Y los naturales que lo sintieron le dieron tal priesa que a paso largo, a veces haciendo rostros, a veces enviando presentes, se descabulló dellos y volvió huyendo a su reino, afirmando que se había de vengar de los rabudos; lo cual decía porque algunos traían las maures largas que les colgaban por encima de las piernas.
Desde estas tierras donde ya había reformado, se afirma también que envió capitanes con gente la que bastó a que viesen la costa de la mar lo que había a la parte del Norte y que procurasen de atraer a su servicio los naturales de Guayaquil y Puerto Viejo; y que estos anduvieron por aquellas comarcas, en las cuales tuvieron guerra y algunas batallas, y en unos casos quedaban vencedores y en otros no del todo; y ansí anduvieron hasta Collique, donde toparon con gentes que andaban desnudas y comían carne humana y tenían las costumbres que hoy tienen y usan los comarcanos al río de Sant Juan; de donde dieron la vuelta, sin querer pasar adelante, a dar aviso a su rey, que con toda su gente había llegado a los Cañares; a donde se holgó en estremo, porque dicen nacer allí y que halló hechos grandes aposentos y tambos y mucho proveimiento y envió embajadas a que le viniesen a ver de las comarcas; y de muchos lugares le vinieron embajadores con presentes.
Tengo entendido que, por cierto alboroto que intentaron ciertos pueblos de la comarca del Cuzco, lo sintió tanto que, después de haber quitado las cabezas a los principales, mandó expresamente que los indios de aquellos lugares trajiesen de las piedras del Cuzco la cantidad que señaló para hacer en Tomebamba unos aposentos de mucho primor, y que con maromas las trujiesen: y se cumplió su mandamiento. Y decía muchas veces Guayna Capac que las gentes destos reinos, para tenellos bien sojuzgados, convenía, cuando no tuviesen que hacer ni que entender, hacerles pasar un monte de un lugar a otro; y aún del Cuzco mandó llevar piedras y losas para edificios del Quito, que hoy día tienen en los edificios que las pusieron.
De Tomebamba salió Guayna Capac y pasó por los Puruaes y descansó algunos días en Riobamba y en Mocha y en La Tacunga descansaron sus gentes y tuvieron bien que beber del mucho brebaje que para ellos estaba aparejado y recogido de todas partes. Aquí fue saludado y visitado de muchos señores y capitanes de la comarca y envió orejones de su linaje a que fuesen por la costa de Los Llanos y por la serranía a tomar cuenta de los quiposcamayos, que son sus contadores, de lo que había en los depósitos, y a que supiesen cómo se habían con los naturales los quél tenía puestos por gobernadores y si eran bien preveídos los templos del sol y los oráculos y guacas que había en todo lugar; y al Cuzco envió sus mensajeros para que ordenasen las cosas que dejaba mandadas y en todo se cumpliese su voluntad. Y no había día que no le venían correos, no uno ni pocos sino muchos, del Cuzco, del Collao, de Chile y de todo su reino.
De La Tacunga anduvo hasta que allegó a Quito, donde fue recebido, a su modo y usanza, con grandes fiestas; y le entregó el gobernador de su padre los tesoros, que eran muchos, con la ropa fina y cosas más que a su cargo eran; y honróle con palabras, loando su fidelidad, llamándole padre y que siempre le estimaría conforme a lo mucho que a su padre y a él había servido. Los pueblos comarcanos a Quito enviaron muchos presentes y bastimento para el rey y mandó que en el Quito se hiciesen más aposentos y más fuertes de los que había; y púsose luego por obra y fueron hechos los que los nuestros hallaron cuando aquella tierra ganaron.