Comentario
Cómo, juntando todo el poder de Guayna Capac, dio batalla a los enemigos y los venció y de la grand crueldad que usó con ellos.
Como aquellas gentes vieron cómo habían bastado a encerrar al Inca en su fuerza, y que habían muerto a muchos de los orejones del Cuzco, muy alegres hacían muy grand ruido con sus propias voces, tanto que ellos mismos no se oían; y traídos atabales cantaban y bebían enviando mensajeros por toda la tierra, publicando que tenían al Inca cercado con todos los suyos; y muchos lo creyeron y se alegraron y aún vinieron a favorescer a sus amigos.
Guayna Capac tenía en su fuerte bastimentos y había enviado llamar a los gobernadores de Quito con parte de la gente que a su cargo tenían y estaba con mucha saña, porque los enemigos no querían dejar las armas; a los cuales muchas veces intentó, con embajadas que les envió y dones y presentes, atraerlos a sí; mas era en vano pensar tal cosa. El Inca engrosó su ejercito y los enemigos hecho lo mesmo, los cuales determinadamente acordaron de dar en el Inca y desbaratarlo o morir sobre el caso en el campo; y así lo pusieron por obra y rompieron dos cercas de la fortaleza, que a no haber otras que iban rodeando un cerro sin duda por ellos quedara la victoria; mas, como su usanza es hacer un cercado con dos puertas y más alto otro tanto y así hacer en un cerro siete u ocho fuerzas, para si la una perdieren subirse a la otra, el Inca con su gente se guaresció en la más fuerte del cerro, donde, al cabo de algunos días, salió y dio en los enemigos con gran coraje.
Y afirman que, llegados sus capitanes y gente, les hizo la guerra, la cual fue cruel y estuvo la victoria dudosa; mas, al fin, los del Cuzco se dieron tal maña que mataron grand número de los enemigos y los que quedaron fueron huyendo. Y tan enojado estaba dellos el rey tirano que de enojo, porque se pusieron en arma, porque querían defender su tierra sin reconocer subjeción, mandó a todos los suyos que buscasen todos los más que pudiesen ser habidos; y con grand diligencia los buscaron y prendieron a todos, que pocos se pudieron dellos descabullir; y junto a una laguna que allí estaba, en su presencia mandó que los degollasen y echasen dentro; y tanta fue la sangre de los muchos que mataron que el agua perdió su color y no [se] vía otra cosa que espesura de sangre. Hecha esta crueldad y gran maldad mandó Guayna Capac parecer delante de sí a los hijos de los muertos y, mirándoles, djo: Campa mana, pucula tucuy huambracuna. Que quiere decir: "Vosotros no me haréis guerra, porque sois todos muchachos agora". Y desde entonces se les quedó por nombre hasta hoy a esta gente los guambracunas, y fueron muy valientes; y a la laguna le quedó por nombre el que hoy tiene, que es Yaguarcocha, que quiere decir "lago de sangre". Y en los pueblos destos Guambracunas se pusieron mitimaes y gobernadores como en las más partes.
Y después de se haber reformado el campo el Inca pasó adelante hacia la parte del Sur, con gran reputación por la victoria pasada, y anduvo descubriendo hasta el río de Angasmayo, que fueron los límites de su imperio. Y supo de los naturales como adelante había muchas gentes y que todos andaban desnudos sin ninguna vergüenza y que todos comían carne humana, todos en general, y hacían algunas fuerzas en la comarca de los Pastos; y mandó a los principales que le tributasen y dijeron que no tenían que le dar y, por los componer, mandó que cada casa de la tierra fuese obligada a le dar tributo, cada tantas lunas, de un canuto de piojos algo grande. Al principio riéronse del mandamiento; mas, después, por muchos quellos tenían no podían enchir tantos canutos. Criaron con el ganado que el Inca les mandó dejar y tributaban de lo que se multiplicaba y de la comida y raíces que hay en sus tierras. Y por algunas causas que para ello tuvo Guayna Capac volvió al Quito y mandó que en Caranqui estuviese templo del sol y guarnición de gente con mitimaes y capitán general con su gobernador, para frontera de aquellas tierras y para guarda dellas.