Comentario
De cómo el rey Guayna Capac volvió a Quito, y de cómo supo de los españoles que andaban por la costa, y de su muerte.
En este mesmo año andaba Francisco Pizarro con trece cripstianos por esta costa y había dellos ido al Quito aviso a Guayna Capac, a quien contaron el traje que traían y la manera del navío y cómo eran barbados y blancos y hablaban poco y no eran tan amigos de beber como ellos y otras cosas de las que ellos pudieron saber. Y, cudicioso de ver tal gente, dicen que mandó con brevedad le trujiesen uno de dos que decían haber quedado de aquellos hombres, porque los demás eran ya vueltos con su capitán a la Gorgona, donde habían dejado ciertos españoles con los indios e indias que tenían, como en su lugar contaremos. Y dicen unos destos indios que después de idos, a estos dos, que los mataron, de que recebió mucho enojo Guayna Capac. Otros cuentan que sonó que los traían y, como supieron en el camino su muerte los mataron. Sin esto, dicen otros que ellos se murieron. Lo que tenemos por más cierto es que los mataron los indios dende a poco que ellos en su tierra quedaron.
Pues, estando Guayna Capac en el Quito con grandes campañas de gentes que tenía y los demás señores de su tierra; viéndose tan poderoso, pues mandaba desde el río de Angasmayo al de Maule, que hay más de mill y doscientas leguas, y estando tan crecido en riquezas, que afirman que había hecho traer a Quito más de quinientas cargas de oro y más de mill de plata y mucha pedrería y ropa fina, siendo temido de todos los suyos, porque no se le osaban desmandar, cuando luego hacía justicia; cuentan que vino una gran pestilencia de viruelas tan contagiosa que murieron más de doscientas mill ánimas en todas las comarcas, porque fue general; y dándole a él el mal, no fue parte todo lo dicho para librarlos de la muerte, porquel grand Dios no era dello servido. Y como se sintió tocado de la enfermedad, mandó se hiciesen grandes sacrificios por su salud en toda la tierra y por todas las guacas y templos del sol; mas yéndole agraviando llamó a sus capitanes y parientes y les habló algunas cosas, entre las cuales les dijo, a lo que algunos dellos dicen, que él sabía que la gente que habían visto en el navío volvería con potencia grande y que ganaría la tierra. Esto podría ser fábula, y, si lo dijo, que fuese por boca del Demonio, como quien sabía que los españoles iban para procurar de volver a señorear. Dicen otros destos mismos que, conociendo la gran tierra que había en los Quillacingas y Popayaneses y que era mucho mandarlo uno, y que dijo que desde Quito para aquellas partes fuese de Atahuallpa, su hijo, a quien quería mucho, porque había andado con él siempre en la guerra; y que lo demás mandó que señorease y gobernase Guascar, único heredero del imperio. Otros indios dicen que no dividió el reino, antes dicen que dijo a los que estaban presentes que bien sabían cómo se habían holgado que fuese Señor, después de sus días, su hijo Guascar, y de Chincha Ocllo, su hermana, con quien todos los del Cuzco mostraban contento; y puesto que si él tenía otros hijos de grand valor, entre los cuales estaban Nanque Yupanqui, Tupac Inca, Guanca Auqui, Tupac Gualpa, Titu, Guama Gualpa Manco Inca, Guascar, Cusi Hualpa, Paullu Tupac, Yupanqui, Conono, Atahuallpa, quiso no dalles nada de lo mucho que dejaba, sino que todo lo heredase dél, como él lo heredó de su padre, y confiaba mucho guardaría su palabra y que cumpliría lo que su corazón quería, aunque era muchacho; y que les rogó lo amasen y mirasen como era justo, y que hasta que tuviese edad perfecta y gobernase fuese su ayo Colla Tupac su tío. Y como esto hobo dicho, murió.
Y luego que fue muerto Guayna Capac fueron tan grandes los lloros que ponían los alaridos que daban en las nubes y hacían caer las aves aturdidas de lo muy alto hasta el suelo. Y por todas partes se divulgó la nueva y no había parte ninguna donde no se hiciese sentimiento notable. En Quito lo lloraron, a lo que dicen, diez días arreo; y dende allí lo llevaron a los Cañares, donde le lloraron una luna entera, y fueron acompañando el cuerpo muchos señores principales hasta el Cuzco, saliendo por los caminos los hombres y mujeres llorando y dando aullidos. En el Cuzco se hicieron más lloros y fueron hechos sacrificios en los templos y aderezaron de le enterrar conforme a su costumbre, creyendo que su ánima estaba en el cielo. Mataron, para meter con él en su sepoltura y en otras, más de cuatro mill ánimas, entre mujeres y pajes y otros criados, tesoros, pedrería y fina ropa. De creer es que sería suma grande la que pornían con él. No dicen en dónde ni cómo está enterrado, más de que concuerdan que su sepoltura se hizo en el Cuzco. Algunos indios me dijeron a mí que lo enterraron en el río de Angasmayo, sacándolo de su natural para hacer la sepoltura; mas no lo creo, y lo que dicen de que se enterró en el Cuzco, sí.
De las cosas deste rey dicen tanto los indios que no es nada lo que yo escribo ni cuento; y cierto, creo que dél y de sus padres y abuelos se dejan tantas cosas de escrebir, por no las alcanzar por entero, que fuera otro comprendio mayor que el que se ha hecho.