Comentario
Que trata de la primera salida que hizo el rey Nezhualpiltzintli contra los de Ahuilizapan, Tototlan, Oztoticpac y otras provincias de la costa del Mar del Norte
Al rey Nezahualpiltzintli cada día se le hacía mil años por salir a batalla y probar su ventura, y como su tierna edad no le ayudaba, se afligía mucho; y así, además de cursar cada día el ejercicio y destreza de las armas, iba a los cuartos en que el rey su padre había dejado todas las insignias, armas y otros aderezos de guerra con que había sujetado la mayor parte del imperio, y ninguna le venia, con que quedaba triste y afligido, y no se tenía por signo de comer ni vestir con pompa y aparato real, si no era forzado de sus ayos y maestros, ni quería dormir en cama regalada sino por el suelo como el más mínimo de los de su casa y servicio, como fue hallado una madrugada de sus hermanos los mayores y otros señores que le iban a ver y reprender; y así parece en las historias, que entrando estos señores por los cuartos donde dormía el rey, le hallaron en el suelo cobijado con una manta de hombre pobre y humilde, y entendiendo que era alguno de los pajes llegó uno de ellos y le dio un puntillón con el pie reprendiéndole, porque estaba allí echado con tanto descuido, el cual descubriendo el rostro, aunque muy corridos estos señores de lo hecho, pidiéndole perdón por su ignorancia, le llevaron a su asiento, le comenzaron a reprender, diciéndole que sus vasallos se hallaban corridos y ofendidos en que no hubiese salido a alguna batalla, porque cuando iban a la guerra, los mexicanos y tepanecas les baldonaban diciéndoles que tenían los aculhuas un rey rapaz y afeminado, y que mirase que aquellas borlas que traía en su cabeza, las orejas y bezotes que tenía en el rostro, la pedrería en el cuello, las ajorcas y brazaletes en los brazos, y grevas y alpargatas de oro y pedrería en los pies, y las mantas ricas con que se cubría por sus empresas y hazañas en las guerras y batallas, las habían habido y ganado, y si eran justamente dignos de cualesquier bienes, mandos y señoríos y otras muchas razones que al rey lastimaron y fueron con alguna demasía, el cual les respondió con rostro grave y severo, que les agradecía el cuidado que tenían de mirar por su aumento y honra, y que en cuanto a no haber salido a ninguna batalla, que bien echaban de ver no haber tenido edad suficiente para poder salir en campo y pelear; pero que esperaba en el creador de todas las cosas, que le daría ánimo y esfuerzo para quitarle de semejante afrenta; y que así en las guerras que trataban al presente hacia la parte de oriente, quería ir en persona a hallarse en ellas, y en cuanto a lo que decía ser dignos de todo lo que le habían representado, que aquellos que alcanzaron en tiempo de su padre, se los perpetuarían y si de nuevo en su tiempo se hiciesen algunos servicios como leales vasallos, se los aumentaría; y que entendiesen todos y que nadie excedería de su voluntad y gusto, que se acordasen de las últimas palabras que el rey su padre les dijo y encargó. Los cuales, oídas las razones tan vivas y severas del rey, bajaron las cabezas y con mucha humildad se salieron a dar orden de la jornada; y habiendo juntado las gentes de guerra, salieron marchando por sus jornadas hasta llegar a la provincia de Ahuilizapan, en donde dieron principio a su conquista y sujeción, saliendo personalmente a la batalla el rey, y le sucedió también que sojuzgó aquella provincia y la de Tototlan, Oztotícpac y otras de la Mar del Norte que caía hacia la parte de oriente, en donde por su persona el rey cautivó muchos capitanes y soldados, entre los cuales fue uno llamado Tetzahuitl que era el más principal de los señores de aquella costa; y habiendo puesto sus presidios y repartido las tierras conforme a los tratos y capitulaciones del imperio, se volvió y entró triunfando en la ciudad de Tetzcuco. Esta conquista según parece por los anales, fue en el año 1481, que llaman ome calli.