Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA ARGENTINA



Comentario

De la descripción del Río de la Plata, comenzando de la costa del mar


Habiendo de tratar en este libro las cosas sucedidas en el descubrimiento y población de las provincias del Río de la Plata, no es fuera de propósito describirlas con sus partes y calidades, y lo que contiene en latitud y longitud con los caudalosos ríos, que se reducen en el principal, y la multitud de indios naturales de diversas naciones, costumbres y lenguajes, que en sus términos incluyen; para lo cual es de saber que esta gobernación es una de las mayores, que Su Majestad tiene y posee en las Indias; porque a más de habérsele dado de costa al mar Océano 400 leguas de latitud, corre de largo más de 800 hasta los confines de la gobernación de Serpa y Silva, por medio del cual corre este río hasta el mar Océano, donde sale con tan gran anchura, que tiene más de 85 leguas de boca, haciendo un cabo de cada parte: el que está al lado del sur a mano izquierda, como por él entramos, se llama Cabo Blanco, y el otro que está al lado del norte a mano derecha, se dice de Santa María junto a las islas de los castillos, que son unos médanos de arena, que de muchas leguas parecen del mar adentro.

Está este cabo en 35 grados poco más, y el otro en 37 y medio, del cual para el estrecho de Magallanes hay 18 grados. Corre esta gobernación a esta parte, según lo que S.M. le concede, 200 leguas. Es toda aquella costa muy rasa, falta de leña, y de pocos puertos y ríos, salvo uno que llaman del Inglés a la primera vuelta del cabo, y otro muy adelante, que llaman la Bahía sin Fondo, que está de esta otra parte de un gran río, que los de Buenos Aires descubrieron por tierra el año de 1605, saliendo en busca de la noticia, que se dice de los Césares, sin que por aquella parte descubriesen cosa de consideración, aunque se ha entendido haberla más arrimado a la Cordillera, que de Chile para el estrecho, y no a la costa del mar por donde fueron descubriendo; y más adelante el de los Gigantes hasta el de Santa Ursula, que está en 53 grados hasta el Estrecho.

Vuelto al otro cabo para el Brasil, hay otras 200 leguas por lo menos hasta la Cananea de donde el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca puso sus armas por límite y término de su gobierno. La primera parte de esta costa, que contiene con el Río de la Plata, es llana y desabrigada hasta la isla de Santa Catalina, con dos o tres puertos para navíos pequeños; el primero es junto a los Castillos; el segundo es el Río Grande que dista 60 leguas del de la plata; éste tiene dificultad en la entrada por la gran corriente con que sale al mar, frontero de una isla pequeña que le encubre la boca, y entrando dentro, es seguro y anchuroso, y se extiende como lago a cuyas riberas de una y otra parte están poblados más de 20.000 indios guaraníes, que los de aquella tierra llaman Arechanes, no porque en las costumbres y lenguajes se diferenciasen de los demás de esta nación, sino porque traen el cabello revuelto y encrespado para arriba. Es gente muy dispuesta y corpulenta, y ordinariamente tienen guerra con los indios Charrúas del Río de la Plata, y con otros de tierra adentro, que llaman Guayanaes, aunque este nombre dan a todos los que no son guaraníes, puesto que tengan otros propios.

Está este puerto y río en 32 grados, y corriendo la costa arriba, hay algunos pueblos de indios de esta misma nación: es toda ella de muchos pastos para ganados mayores y menores, y por la falda de una cordillera no muy distante de la costa que viene del Brasil, da muy bien la caña de azúcar, y algodón, de que se visten y aprovechan. Es cosa cierta haber en esta tierra oro y plata, por lo que han visto algunos portugueses, que han estado entre estos indios, y por lo que se ha descubierto de minerales en aquel mismo término a la parte de San Vicente, donde don Francisco de Sosa está poblado.

De este río 40 leguas más adelante está otro puerto, que llaman la Laguna de los Patos, que tiene a la entrada una barra dificultosa: es de buen cielo y temple, muy fértil de mantenimientos y muy cómodo para hacer ingenios de azúcar. Dista de la equinoccial 28 y medio grados: hay en este asiento y comarca poblados como 1.000 indios guaraníes, tratables y amigos de los españoles.

De aquí al Puerto de D. Rodrigo habrá cuarenta leguas, es acomodado para el comercio de esta gente, y seis leguas más adelante está la isla de Santa Catalina, uno de los mejores puertos de aquella costa, porque entre la isla y tierra firme hace algunos senos y bahías muy espaciosas y capaces de tener seguros muchos navíos los más grandes; hace dos bocas, una al sud-oeste, y otra al norte. Fue esta isla muy poblada de indios guaraníes, y en este tiempo está desierta, porque se han ido los naturales a tierra firme, y dejando la costa, se han metido dentro de los campos y pinales de aquella tierra. Tiene la isla más de siete leguas de largo, y más de cuatro de ancho: toda ella de grandes bosques y montañas, de muchas y muy buenas aguas, y muy caudalosas para ingenios de azúcar.

Desde allí adelante es toda la costa áspera y montuosa, grandes arboledas y muchas frutas de la tierra, y cada cuatro o cinco leguas un río y puerto acomodado para navíos, en especial el de San Francisco, que es tan hondo, que pueden surgir en él con gran seguridad muy gruesos navíos, y tocar con los espolones en tierra.

De allí a la Cananea hay 32 leguas, a donde caen las barras del Paraguay, y la de Ararapira, con otros puertos y ríos. El de la Cananea está poblado de indios caribes del Brasil, tiene un río caudaloso, que sale al mar con un puerto razonable en la boca, y tres islas pequeñas enfrente, de donde hay 30 leguas a San Vicente. Es toda esta costa de mucha pesquería y caza, así de jabalíes, puercos monteses, antas, venados y otros diversos animales, como de monos, papagayos y aves de tierra y agua.

Hállanse en muchas partes de esta costa, perlas gruesas y menudas en conchas, y ostriones en cantidad, y mucho ámbar que la mar echa en la costa, la cual comen las aves y animales. Fue antiguamente muy poblada de naturales, los cuales, con las guerras que unos con otros tenían, se destruyeron; y otros, dejando sus tierras, se fueron a meter por aquellos ríos, hasta salir a lo alto, donde el día de hoy están poblados en los campos que corren y confinan con el Río de la Plata o Paraná del Guayrá.