Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA ARGENTINA



Comentario

De un tumulto que se levantó contra el Capitán Alonso Riquelme, y del socorro que se le dio


Después que el Capitán Alonso Riquelme hubo allanado los pasados movimientos de los indios de la provincia del Guairá, cuyo gobierno tenía por el Gobernador Francisco Ortiz de Vergara, estaba aquella tierra pacífica, y los vecinos encomenderos con mucho descanso y comodidad hasta el año de 1569 en que hubo entre ellos ciertas novedades que principiaron en esta forma.

Descubriéronse en aquel territorio unas piedras muy cristalinas, que se crían dentro de unos cocos de pedernal, tan apretadas como juntas, haciendo unas puntas piramidales, que ocupan toda aquella periferia. Son de diversos y lucidos colores, blancas, amarillas, moradas, coloradas y verdes, con tanta diafanidad y lustres, que fueron reputadas por piedras finísimas y de gran valor, diciendo eran rubíes, esmeraldas, amatistas, topacios y aun diamantes. Estos cocos por lo común se crían bajo de tierra en los montes, hasta que sazonados los granos, revientan, dando un grande estruendo, y con tanta fuerza, que se han hallado algunos pedazos de pedernal más de diez pasos de distancia de adonde reventó el coco, que con el incremento que toma dentro de aquellas piedrecillas, hace tal estrago al reventar debajo de tierra que parece que con la fuerza de estruendo estremece los montes.

Con haber hallado estas tan lucidas piedras creyeron aquellos hombres que poseían la mayor de las riquezas del mundo, con lo cual resolvieron dejar la población y caminar hacia la costa del mar, y por uno de sus puertos irse a España con sus familias, lo que quisieron poner en ejecución secretamente; más, habiéndose entendido por el Superior, fueron presos de su orden algunos de los seductores de esta determinación, y habiendo ofrecido éstos con juramento el aquietarse en lo sucesivo, fueron puestos en libertad. Pasados algunos días, estando Alonso Riquelme muy descuidado de este tumulto, llegaron a su casa cuarenta soldados, todos armados, y le requirieron por escrito les diese caudillo para ir a los puertos de mar de aquella costa, y embarcase a dar cuenta a S.M. de la gran riqueza que tenía aquella tierra, y que de negársela, harían lo que más le conviniese. Respondióles que se vería más despacio, y se resolvería lo más acertado al real servicio; pero habiendo tardado en la resolución, tomaron la de prender al Capitán, y a algunos de su Parte una noche, como lo ejecutaron, quitándoles las armas con que pudiesen resistir, siendo cabeza de esta rebelión el Padre Escalera, clérigo. Habiéndose prevenido de lo necesario, salieron de la ciudad por el río y por tierra bajo la conducta de un inglés llamado Nicolás Colman, hasta que llegados a cierto puerto, dejaron sus canoas y tomaron el camino por tierra, habiendo dejado en la ciudad al Capitán Alonso Riquelme solo con algunos amigos suyos, quien, habiendo dado aviso de lo que había sucedido, a la ciudad de Asunción, fue a su socorro el Capitán Ruy Díaz Melgarejo, que, aunque por haber muerto a un clérigo, está excomulgado, fue absuelto por el Previsor general de aquel obispado, el Padre Paniagua, quien quiso ir en esta empresa con otros sus amigos, que entre todos componían cincuenta soldados. Llegados al Paraná, tuvieron pronto lo necesario para el pasaje, con que brevemente lo facilitaron. Prosiguieron en seguir a los amotinados, y habiéndolos alcanzado, los castigaron con más suavidad y benignidad que merecían sus delitos, los cuales coloreaba el Capitán Ruy Díaz, favoreciendo en secreto a los tumultuarios con perjuicio del buen crédito de Alonso de Riquelme por la antigua emulación que entre ellos había; y conociendo éste cuánto disminuía su reputación, y lo que podía seguirle de estar juntos, determino venirse a la Asunción con el Provisor y el Capitán Ruy García, y otros cuarenta hombres de aquella tierra, que puestos en camino por el año de 1569, hallaron los indios de los pueblos que por allí había alzados, resueltos a estorbarles el camino, por lo cual se juntaron y pusieron emboscada en algunos sitios cómodos, en los cuales era preciso reñir con ellos los más de los días. Hallándose ya los nuestros a distancia de 26 leguas de la Asunción en la travesía de un asperísimo bosque llamado Erespoco, les ganaron la entrada más de 4.000 indios, y todo el camino, dándoles de un lado y otro muchas rociadas de flecherías, donde los nuestros hubieron de menester bien las manos, y ganándoles el puerto, los fueron echando por sus senderos a arcabuzazos, hasta sacarlos a lo raso, donde el Capitán Alonso de Riquelme con sus soldados escaramuzó, y poniéndolos en huida, pasaron adelante, y otro día siguiente llegaron a las barranqueras del río Paraguay, donde se junta el camino de Santa Cruz, con el que va de esta tierra, y mirando por aquel campo, vieron mucho estiércol de caballos y vacas de los que habían traído los españoles del Perú, aunque los nuestros no pudieron saber de qué podrían ser aquellos vestigios, hasta que la noche siguiente prendieron a ciertos indios, que venían desertores de la Asunción a vivir con los alzados. De éstos supieron la llegada del General y del obispo, y demás gentes que iban del Perú. Noticia poco agradable a Riquelme por la enemistad que tenían entre sí, desde la prisión del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca su tío. No fue menos sensible para Francisco Gómez Paniagua por haber entendido que el Ilustrísimo Obispo no tendría a bien la absolución de Ruy Díaz Melgarejo. En tal grado puso a ambos esta confusión, que a no contemplar las grandes dificultades del camino que habían andado, se hubieran quizá vuelto. Mas al fin resolvieron ir a ponerse delante de quienes tanto se recelaban. Despacharon luego mensajeros a la ciudad, avisando de su ida, por lo cual el General envió luego a saludarlos. Al otro día entraron en la Asunción, a cuyo recibimiento salió el General desde su casa hasta la puente de la Catedral con grandes demostraciones de cortesía y afabilidad, trabando desde aquel día nueva amistad entre sí, y olvidando los agravios pasados, como después diremos en adelante.