Comentario
En que se pone un discurso que el piloto mayor hizo porqué no se hallaron las islas de Salomón
Porque las Islas de Salomón de que Hernán Gallego, piloto mayor que las descubrió, hace mención en su relación, y en cuya demanda iba el adelantado Álvaro de Mendaña, no son las Islas Marquesas de Mendoza, ni las de Santa Cruz, que en este viaje hallamos, y se pasó tan adelante del paraje en que él decía que estaban conforme a su instrucción; me pareció conveniente decir aquí lo que siento, para satisfacer las dudas que se pueden ofrecer por no haberse dado en ellas.
Tres causas hallo que pudieran ser impedimento para que las islas de Salomón, a donde íbamos, no fuesen halladas. La primera, es decirse haber menos longitud de la que realmente había, porque no pareciesen tan lejos a las gentes que habían de ir a la población de ellas.
La segunda, alguna pasión nacida de particulares intereses, y por éstos negarse la verdadera latitud, dando de ella más, o menos parte.
La tercera es ignorancia, o la falta de los instrumentos, que no hay para mostrar ciertas distancias, o por razón de la estimativa con que se navega, parecer una cosa y ser otra, o yerro en el escribir.
A la primera, si fue ansí que no se dijo la verdadera longitud de las islas de Salomón; digo que realmente no llegamos a ellas, y están más al Poniente de las otras que descubrimos. La razón es, porque si es verdad como me dijo el adelantado, por cuya orden hice las cartas para navegar, y verdad lo que dice su instrucción y la relación de Hernán Gallego, que de siete grados hasta doce de la parte del Sur, mil cuatrocientas y cincuenta leguas de Lima, estaban las islas de Salomón, no podían ser erradas, por haberse siempre navegado sin llegar a sus tremos, y haberse pasado por en medio de ellas cuatrocientas leguas más al Poniente: y es de creer que no quedan atrás y que están adelante.
A la segunda, si fue pasión, como muchas personas dicen, que Hernán Gallego, pidiéndole el adelantado la derrota de aquellas islas, no le dio su verdadero lugar según latitud; porque cuando fue a la corte a dar noticia a Su Majestad, no había negociado una de ellas para él mismo, y que el adelantado en el tiempo que las fue a descubrir, no entendía el arte de navegar, y que a esta falta le pudo engañar: a esto digo que no pudo ser tan secreta su altura, cuando se descubrieron con cuatro pilotos, que no la supieran todos cuatro y toda cuanta gente fue con ellos, ni Hernán Gallego sabía entonces que se había de desavenir con el adelantado, ni yo creo que un hombre de tan buena fama como lo es el dicho, hiciese una cosa tal. Mas si en esto hubo engaño, digo que si las islas estaban de siete para menos grados, o de doce para más, y las buscamos por de siete a doce, bien podían quedar atrás a una de las dos partes.
A la tercera, si fue ignorancia, no hay más que decir en esta parte; y lo más cierto es que navegando tanto como ellos navegaron del Leste a Oeste, que es rumbo por donde no se determina altura, ni se conoce longitud más de aquella que la estimación de cada uno puede determinar; en que puede haber muy grande engaño, así en el que estima, como en el navío, que en tal caso bien podían haber entendido andar menos camino del que realmente hicieron.
Y para prueba de la mayor distancia que tienen del Perú las islas de Salomón, digo que dice Hernán Gallego en su relación, y también el adelantado me dijo, que en ocho grados y dos tercios, parte del Norte, estuvieron en las islas de San Bartolomé, que están en el paraje de los Barbudos, y vieron salir huyendo dellas una embarcación con vela de gavia; y enviada la barca a tierra, toda la parte natural se huyó de un pueblo suyo, y los nuestros lo entraron, y trajeron dél a los navíos un escoplo hecho de un clavo, por donde se entendió que habían estado, o estaban allí españoles.
Lo que acerca de esto sospecharon es que cuando el adelantado Miguel López de Legazpi descubrió las islas Filipinas, un piloto llamado Lope Martín, sin orden suya se volvió a la Nueva España, a dar la nueva al virrey don Luis de Velasco, que había enviado a hacer aquel descubrimiento, de quien fue muy bien recibido y despachado con el socorro para ellas, y una carta, que llevaba el Lope Martín u otro de los que iban con él, que cierto amigo del adelantado Legazpi le escribía desde Méjico, en que decía que vista aquella, ahorcase luego al Lope Martín, por haber tomado la licencia que no le dio. Esta carta la hubo a las manos, no sé por qué orden, el Lope Martín. Demás de esto, entre él y los otros hubo encuentros y algunas muertes con la del capitán, y llegados a los Barbudos, salió a tierra Lope Martín con otros amigos suyos; y el contramaestre con los de su bando se concertaron y se hicieron a la vela, y los dejaron en la isla; y como el adelantado Álvaro de Mendaña llegó a estas islas, que fue poco tiempo después de este suceso, sospéchase que los quedados entendieron que los iban a buscar para castigarlos, y a esta causa se huyeron en aquella embarcación que sobre la barca debían ya de tener hecha, y fueron a parar a la Nueva Guinea.
Digo yo, que si esto es verdad, como se dice que las islas de los Barbudos están de la parte del Norte en ocho, nueve y diez grados, más y menos, y dos mil leguas y más del Perú, y que saliendo Hernán Gallego de las islas de Salomón, que dice están a mil cuatrocientas y cincuenta leguas de Lima, yendo a buscar tierra de la Nueva España, navegando del Nordeste para el Norte, que así se corren las islas con aquella costa, que no podían encontrar con las islas de los Barbudos, estando con las islas de Salomón a menos que al Norueste, sino es habiendo salido de mucha más longitud de la que realmente pensaron, o no quisieron decir; y más, que las islas pobladas no es poco indicio estar la Nueva Guinea cerca.
Dice más Hernán Gallego con estas formales palabras: "En dos y tres grados, hasta cuatro de la parte del Sur, hallamos grandísimas señales de tierra, y nunca vimos tierra ninguna. Al fin, que había tierra de la parte del Oeste de nosotros, y era la Nueva Guinea, y no está en más altura de cuatro grados de la parte del Sur, porque la descubrió Iñigo Ortiz de Rates, y no otro ninguno; que Bernardo de la Torre no descubrió ni vio tal, ni hay tal Cabo de la Cruz."
Yo digo que lo tocante a señales de palmas en la mar y las demás que dice Hernán Gallego, también yo vi muchas que me estaban haciendo fuerza a creer que fue la causa estar la Nueva Guinea cerca, por ser en la misma altura y paraje, y por otras razones que adelante en su lugar daré: y que también en la parte del Norte encontré, en altura de seis grados paraje de los Barbudos, una isla poblada de buenos indios; mas que yo salí de la isla de Santa Cruz, mil ochocientas y cincuenta leguas de Lima, y después navegué más al Oeste otras cuarenta leguas, que vienen a ser cuatrocientas y cuarenta de más camino que no salió Hernán Gallego, según él dice; y que porque yo navegaba a las islas Filipinas, que es más al Poniente, estaba más anejo a mí dar vista a las señales de isla que hallé, que no a Hernán Gallego, pues confiesa que salió de punto apartado de Lima mil cuatrocientas y cincuenta leguas, y llevaba su vía a la Nueva España, que es de Norte al Nordeste. Con que está probado que no podía ver las tales señas, ni las islas que vio, sino habiendo salido de mucha más longitud de la que dice.
Dice más Hernán Gallego, hablando en su relación con el licenciado Castro, presidente que era en aquel tiempo en la audiencia de la ciudad de los Reyes, que es quien despachó para que se hiciera aquel descubrimiento, estas palabras: "Estando en siete grados parte del Sur, treinta leguas apartados de la isla de Jesús, que fue la primera que descubrimos, porque como vimos el archipiélago de las islas, nunca quisieron que descubriese para adelante, sino que volviésemos al Perú como es público y notorio; que si adelante fuéramos, otro gallo nos catara: porque descubriéramos otra tierra diferente de ésta y muy cerca de adonde estábamos. La bondad de la tierra que dijo no la quiero decir porque V.ª S.ª lo sabrá de otros."
Digo a esto, que pues Hernán Gallego estaba tan cierto que se hallaba tan cerca de la Nueva Guinea como él dice, que esto no lo podía él sentir sino era sabiendo que estaba las dos mil y más leguas que hay de Lima a ella, porque en el sitio suyo no puede haber grande engaño, por ser descubierta a muy poca distancia, como hay del Maluco a ella; porque Miguel Rojo de Brito, natural de Lisboa, fue del Maluco a la Nueva Guinea, y dice estar muy cerca, como se verá en un capítulo de una relación suya que irá al pie deste discurso. Y aunque yo no sé el fundamento que se llevaba en aquel descubrimiento de que se trata, sospecho que iban en su demanda, porque lo da a entender cuando dice que Iñigo Ortiz de Rates la descubrió, y no Bernardo de la Torre; y según esto bien se puede tener por cierto que era relación de alguno de ellos, o de ambos que iban siguiendo; pues dice que no hay tal Cabo de Cruz, y que la Nueva Guinea no está más de en cuatro grados de la parte del Sur, dando a entender que el uno decía en los cuatro grados que él tenía por más cierto, y el otro en más; que decía ir buscando, y no la halló: y como acaso encontró la isla del nombre de Jesús en seis grados y tres cuartas, y luego encontró los bajos de la Candelaria y la isla de Santa Isabel, y siempre fue descubriendo para más altura y a menos longitud. Fuele quizás el impedimento para no ver la Nueva Guinea, el que yo entiendo fue a nosotros la isla de Santa Cruz, que encontramos para no ver las islas de Salomón, y lo que de esto entiendo es que la Nueva Guinea, islas de Salomón, islas de Santa Cruz, todas son vecinas, unas de otras, por algunas razones que luego daré.
Dice más Hernán Gallego, que cuando el adelantado le pidió su parecer para la vuelta de aquellas islas al Perú, que quedaban mil y setecientas leguas de golfo que navegar: y luego dice que salido del puerto de la isla de San Cristóbal, estando tres leguas de tierra a la parte del Leste della, que les dio un recio viento del Sueste, con que navegó veinte leguas al Nordeste, cuarta del Leste, y quince al Nordeste cuarta del Norte, y al Nordeste veinte y cinco, y diez y ocho al Norte cuarta del Nordeste, y que estando en aqueste punto, estaba en siete grados largos parte del Sur-Leste-Oeste cuarta del Noroeste-Sueste, treinta leguas apartado de la isla de Jesús de la parte del Leste della.
Digo, que él dice, que aquesta isla de Jesús fue la primera que descubrió, y que estaba en seis grados y tres cuartas de la parte del Sur, y que había de ella a la ciudad de Lima mil cuatrocientas y cincuenta leguas: y si es ansí como lo dice, que esta isla de Jesús con el puerto de donde salió se corre casi Norte-Sur, síguese luego que las mismas leguas que hay de la isla de Jesús a Lima, había de haber del puerto de San Cristóbal, por estar ambos puertos casi en un mismo meridiano. Y pues a lo claro se ve que en esto se descuidó, o no hizo bien su cuenta, muy mejor se puede entender que lo debió de haber en el todo en determinar la verdadera longitud; pues en tan poco espacio como hay de un punto a otro, hubo engaño de ducientas y cincuenta leguas: por donde infiero que en tanto camino como hay de Lima a las islas de Salomón, mucho mayor sería el yerro, y siendo, como es, navegación de Leste a Oeste.
Si su relación se mira, hallarse han otros puntos de poca claridad y aun de contradicción, porque una vez dice: los indios le dijeron había de aquellas islas al Sueste mucha tierra, y dice que la vio: y luego dice que un marinero subió en la palma, y que no la vio. Dice más, que a la isla de Guadalcanal no la vio el cabo, y que su costa iba corriendo al Oeste: y luego dice que era menester seis meses para andarla; y a la tierra que no vio la vende por muy buena, y afirma lo no visto por muy cierto: y dice que era mejor ir a la parte del Norte para volver al Perú, porque por la del Sur tenía por dificultoso hallar vientos; razón que la confesaron pocos pilotos, porque no la hay más par haber vientos generales fuera de los trópicos en tanta altura de la parte del Norte como de la del Sur. Y ¿cuánto más barato era, estando (como dice) cierto de no haber tierra al Sueste, ir de once grados, donde se hallaba a treinta o cuarenta de su parte, que no disminuir once y subir a treinta y más de la parte contraria, y quedar más lejos del Perú?
Y porque también puede ser duda, cómo el adelantado la primera vez no encontró las islas que agora descubrimos, digo; que cuando salió a navegar del Perú, hicieron una vuelta larga a diez y ocho grados al Oessudueste, y otra al Oesnorueste, y puestos en seis grados más y menos, fueron siguiendo aquella altura, según que lo he sabido de quien se halló en aquella navegación: y por esto no pudieron encontrar aquellas islas, que estaban en más altura, y las dejaron a la parte del Sur, y pasaron por el Norte de ellas.
Para más prueba de que las islas de Santa Cruz parece que están más cerca de las de Salomón, viene bien ser sus naturales parejos en color, teñirse de colores los cabellos, llamar al capitán jauriquí, tener las mismas armas, los puercos, gallinas de Castilla, y otras tantas cosas de unos mismos géneros como en ambas relaciones se puede ver, y realmente se puede tener por cierto que todas las gentes de las islas de Santa Cruz, islas de Salomón, proceden del Archipiélago de las Filipinas. Demás que el teñir los indios de Santa Cruz los dientes de colorado y de negro, y usar comer el buyo, como lo comen en Filipinas, y haber en la isla de Luzón negros que dicen ser los naturales de la tierra, a quien llaman pogotes, retirados en una isla que se dice Maragondon, y en otras islas; por manera que los morillos e indios vizayas, y otras castas de gentes que hay por allí, les ocupan sus tierras, y los echaron de ellas, y arrinconaron los que quedaron a donde están: y bien podría ser, que por razón de los advenedizos, los perseguidos fuesen buscando a donde poblar, hasta hinchir y ocupar la Nueva Guinea, como más cerca, y de allí a las islas de Salomón, y de estas a la de Santa Cruz; y los mulatos, y las diferencias de color que hay entre todos proceda de las mezclas de unos y otros.
En conclusión digo, que me dijo el adelantado, y también ciertos pilotos de aquel tiempo, que Hernán Gallego, yendo navegando a la costa de Méjico, se hizo un día con tierra, y que después se navegó para llegar a ella setecientas leguas, que juntadas con las mil cuatrocientas y cincuenta, que él dice de las islas de Salomón a Lima, vienen a ser más de dos mil, que digo ponen de Lima a la Nueva Guinea, del cual paraje realmente debió de salir. Y siendo así, viene todo bien a mi sospecha, y podría ver, como él dice, las señales de la tierra de la Nueva Guinea, encontrar con los Barbudos, y no se ver la tierra cuando se dijo; porque si saliera de las mil cuatrocientas y cincuenta que dice, parece mucho tiempo más de cuatro meses de navegación, para poco más de setecientas leguas que hay desde allí a la costa de la Nueva España, navegando por rumbos tan fáciles de conocer, el camino hecho, Por ser al Norte. Con que se ve no Podía haber tan grande engaño, si no era habiendo entendido salía de aquel punto, y ser de otro más al Poniente las dichas setecientas leguas; y parece que satisface lo dicho, hasta que se vea lo contrario.