Comentario
Cuéntase la celebración de la fiesta la víspera y día del Espíritu Santo, y la posesión en nombre de la Iglesia católica y en nombre de Su Majestad
Esta noche en todos tres navíos fueron puestas luminarias: gastáronse ruedas de fuego y muchos cohetes volantes. Disparóse toda la artillería, a cuyo estruendo y el eco que por cerros y valles se oían, los indios levantaban grandes gritos. Sonaron cajas, repicáronse campanas, hubo músicas y bailes porfiados, y se hicieron otras fiestas en que se mostró bien grande alegría; y con ésta el capitán dijo a todos: --Aquesta, señores es la víspera de mi tan deseado día, para lo cual no ha de haber mano escasa ni persona a quien no quepa de los apuntados bienes y de cuanto más pudiere la parte que su sujeto mereciere.
No era bien amanecido cuando el maese de campo y ministros, llevando consigo gente armada, en las dos barcas fue a tierra; surgiendo cerca la zarza con cuatro versos para servirles de fuerte: luego con alegre diligencia en la playa fue plantada una tienda de rama, cerca de estacas, porque sirviesen de fuerte si hubiese necesidad. Los religiosos armaron dentro en ella un limpio y ordenado altar debajo de un dosel; iglesia primera en el deseo llamada del capitán Nuestra Señora de Loreto. Habiéndose puesto en toda la orden a que dio lugar el tiempo, fue el capitán avisado, y luego salió de la nao con el resto de la gente. En la playa estaban bien ordenadas todas las tres compañías; los soldados y ministros tan lozanos y tan honrosos con sus cruces en los pechos, que creo que si Su Majestad los viera con tan aguzados filos de acabar lo comenzado, y dar principio a mucho mayores cosas, que estimara su valor por lo que era, y se alargara en mercedes.
Salió el alférez Real con el estandarte en las manos. Las banderas, que estaban tremolando y dando lustre a todo el campo, le pagaron su tributo con grande prisa en las cargas de mosquetes y arcabueces. Salió luego el capitán y las rodillas por el suelo dijo: --A sólo Dios la honra y gloria: y puesta la mano en la tierra la besó, diciendo: ¡Ah tierra de tanto tiempo buscada, y pretendida de tantos y tan deseada por mí!
Luego salió el almirante con una cruz de naranjo de la tierra, que para el efecto hizo hacer el capitán, y nuestro padre comisario, con sus cinco religiosos todos descalzos ya, de rodillas en la playa la recibió en los brazos, diciendo con gran terneza: --Adórote Santa Cruz a donde el autor de la vida hecho carne murió en ti, por mí, tan gran pecador, y por todo el género humano: y levantados, cantando el psalmo de Lignun, con la gente en procesión llegamos todos a la puerta de la iglesia, y allí, en una peana que para este fin estaba puesta, el capitán enarboló nuestra cruz y dijo que la gente se juntase, y al escribano que leyese, como en alta voz leyó, este siguiente capítulo.
Enarbólose una cruz
Sean testigos los cielos y tierra, y las aguas con todas sus criaturas, y las que presentes estáis seréis testigos de cómo yo, el capitán Pedro Fernández de Quirós, en esta parte que hasta ahora han sido incógnitas, enarbolo en nombre de Jesucristo, hijo del Eterno Padre y de la Virgen Santa María, Dios y hombre verdadero, esta señal de la Santa Cruz en que su cuerpo Santísimo fue crucificado y a donde dio la vida por el rescate y remedio de todo el género humano.
Y al punto y en el mismo lugar hizo que se leyesen las seis siguientes Posesiones, que los nuestros fueron oyendo con tanta alegría y gozo, cuando los ojos de muchos mostraron destilando lágrimas:
Posesión en nombre de la Santísima Trinidad
En estas partes del Sur, hasta ahora incógnitas, a donde estoy y he venido con licencia del Sumo Pontífice romano Clemente octavo y por mandado del Rey don Felipe tercero, Rey de España, despachado por el su Consejo de Estado, yo el capitán Pedro Fernández de Quirós, en nombre de la Santísima Trinidad tomo posesión de todas las islas y tierras que nuevamente he descubierto y deseo descubrir hasta su Polo.
Posesión en nombre de la Iglesia católica
Tomo posesión de todas las dichas tierras y parte en nombre de Jesucristo, remedio de todas las gentes por más incógnitas que sean, y en nombre de su madre Santísima la Virgen María de Loreto, y en nombre de San Pedro y de San Pablo y de todos los sagrados apóstoles y discípulos, y en nombre del Vicario universal de Cristo el Pontífice romano, y en nombre de toda la Iglesia católica y de todas aquellas cosas piadosas, justas y santas que tienen derecho a esta tal posesión; que tomo con ánimo y a fin de que en toda la dicha parte a todos sus naturales se predique el santo y sagrado Evangelio celosa y desnudamente.
Posesión en nombre de San Francisco y su orden
Tomo posesión de todas las dichas tierras y parte en nombre de mi padre San Francisco, y de toda su religión y profesos della, y como presentes en nombre del padre comisario fray Martín de Monilla, y fray Mateo de Vascones, y fray Antonio Quintero y fray Juan de Merlo, todos cuatro sacerdotes, y en nombre de fray Juan de Santa María y de fray Francisco López, ambos legos, venidos aquí todos seis a petición mía por mandado de Su Santidad y de Su Majestad y de su comisario general y provincial de la provincia de los Doce Apóstoles del Perú; de cuya orden deseo salgan todos los obreros para desmontar y criar esta viña del Señor, y los labradores que han de sembrar su santa palabra y doctrina y coger los frutos della, como en su lugar mostraré.
Posesión en nombre de Juan de Dios y de su orden
Tomo posesión de todas las dichas tierras y parte en nombre de Juan de Dios y de todos los hermanos profesos de su orden, y como presente en nombre de Lázaro de Santa María que aquí vino en cumplimiento de un breve que Su Santidad me dio para este fin, para que ellos mismo funden, administren y conserven con sus profesa caridad a todos los hospitales que en todas estas partes ha de haber, y tan necesarios son para que los naturales suyos se aficionen a todo nuestro proceder, y nos tengan la devoción y el amor que merece el ver cómo los nuestros curan y sufren sus enfermos y les hacen otros bienes.
Posesión en nombre de la orden del Espíritu Santo
Tomo posesión de todas las dichas tierras y parte de todo el derecho que Su Santidad y Su Majestad determinaren ha de haber lícitamente de repartimientos de tierras y encomiendas de las gentes dellas, como a descubridores, pobladores, defensores y conservadores que han de ser todos los caballeros que en estas partes han de militar debajo de la orden del Espíritu Santo, obligados sin salario al uso de todos los oficios Reales y públicos, y toda policía divina y humana de los naturales, y defensa dellos, y con profesión de todo lo demás que en las constituciones se dice.
Posesión en nombre de Su Majestad
Finalmente tomo posesión desta bahía, nombrada de San Felipe y Santiago, y de su puerto de la Vera-Cruz, y del sitio a donde se ha de fundar la ciudad de la Nueva Hierusalem en altura de quince grados y un tercio, y de todas las tierras que dejo vistas y estoy viendo, y de toda esta parte del Sur hasta su Polo que desde ahora se ha de llamar Australia del Espíritu Santo, con todos sus anejos y pertenecientes; y esto para siempre jamás cuanto en derecho ha lugar, en nombre del Rey don Felipe, tercero deste nombre Rey de las Españas e Indias orientales y occidentales, mi Rey y Señor natural, cuyo es el gasto y costa desta armada, y de cuya voluntad y fuerzas ha de emanar la fundación, gobierno y sustento de todo lo que se pretende, espiritual y temporal, destas tierras y gentes, y en cuyo real nombre están descogidas estas sus tres banderas, y yo enarbolo este su estandarte Real." --Fueron hechos los autos de esta posesión, y lo firmaron ciertas personas por testigos.
Hecha la diligencia digan todos (como dijeron en altas voces): ¡Viva el Rey de España don Felipe tercero Señor nuestro! Y al punto nos entramos en la iglesia a dar a Dios las debidas gracias.
Las misas que se dijeron, la comunión de toda la gente, la bendición del estandarte Real, y banderas, y la fiesta que se hizo
Dijéronse tres misas: la cuarta, que fue cantada, la dijo nuestro padre comisario. La gente toda comulgó fervorosamente. Hecho esto, los tres alféreces, que ya tenían en las manos las banderas, las inclinaron en el suelo enfrente del mismo altar; el alférez Real teniendo el estandarte derecho. Los bendijo el comisario con grande solemnidad, y a cierta señal que se dio los navíos, cuyas banderas de topes mostraban las armas Reales y a sus dos lados las dos columnas y el plus ultra y los gallardetes ondeando, dispararon a buen compás todas sus piezas; los soldados sus arcabuces y mosquetes, los artilleros los cohetes y las ruedas, y en medio de todo este ruido se dijo en altas voces: --Digan todos, como dijeron con gozo casi infinito, una vez y muchas veces: --¡Viva la fe de Cristo! Y con esto se dio fin a la celebración desta fiesta.