Comentario
Elección de cabildo y regimiento, y nombres de las personas electas, y lo demás que pasó hasta que la gente se embarcó
Habiendo pasado la siesta, el capitán hizo junta del maese de campo, almirante, alférez Real, sargento mayor, y capitanes, y les dijo deberse, pues estaba tomada la posesión de aquella tierra y nombrada la ciudad de la Nueva Hierusalem, con su acuerdo elegir cabildo y regimiento y más ministros que suele haber en una ciudad cabeza de una provincia; y porque dijeron ser así conveniente, fue acordado entre todos que esta elección se hiciese en la manera síguiente:
Regidores.--Don Diego Barrantes y Maldonado;
Luis de Belmonte Bermúdez;
el licenciado Alonso Sánchez de Aranda;
el capitán Manuel Noble;
Francisco de Medina;
Francisco de Mendoza y Sarmiento;
Francisco de Zandategui;
Antonio Francisco Camiña;
Juan Ortiz;
Alonso Pérez de Medina;
Juan Gallardo de los Reyes; Pedro Carrasco;
Gil González;
Santiago de Iriarte, escribano de cabildo.
Alcaldes ordinarios.--Don Alonso de Sotomayor;
el capitán Rodrigo Mejía de la Chica;
Alguacil mayor, el capitán Gaspar de Gaya.
Oficiales Reales.--Don Juan de Iturbe, contador;
Don Juan de la Peña, tesorero;
Juan Bernardo de Fuentidueña, factor;
Don Antonio de Chaves, escribano de minas y registros;
Don Diego de Prado y Tovar, depositario general;
Don Juan de Espinosa y Zayas, proveedor general.
Luego que la dicha elección fue hecha, todos los dichos hicieron juramento, poniendo la mano derecha sobre un breviario que en las suyas tenía el padre comisario, de que guardarían la lealtad que se debe a Su Majestad, en cuyo nombre se le habían dado los dichos oficios: y con esto se cerró la junta.
Luego se puso en orden el cabildo, y todas las demás personas lo fueron acompañando hasta la iglesia: estaba dentro en ella el comisario, que mostrando la levantada Cruz, dijo: --Aquí, señores, tenéis esta Santa Cruz, semejanza de aquella en la cual por la misericordia divina se remató todo nuestro remedio y todo nuestro bien: y tantas fueron sus lágrimas que no pudo más decir.
El capitán se embarcó llevando la misma Cruz, el estandarte y banderas, y llegado a la nao, dijo fuese quitado aquel montón del Penol, a donde estaba para castigo de culpas, porque no creía que personas que tuvieron tan honrada suerte darían ocasión cuya pena fuese soga; y al maese de campo ordenó, que con la gente se entrase la tierra adentro este día más que otros. Y viéronse en ella mas y mejores haciendas y pueblos, y en el uno hallaron muy ocupados los indios en sus bailes, y como vieron a los nuestros, se entraron a más correr por los montes, dejando sembrados por donde iban arcos, flechas y azagayas. Los nuestros hallaron dos puercos asados y todas otras sus comidas, que comieron a su placer y a buen sabor: trajeron vivos doce puercos, ocho gallinas y pollos, y encontraron un árbol cuya vista causó porfía que su tronco no lo abrazarían de quince para veinte hombres, y se volvieron a las naos.