Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
DESCUBRIMIENTO DE LAS REGIONES AUSTRALES



Comentario

Salió la zabra a reconocer la boca del río grande. Dícese lo demás que pasó en razón de entradas


Con zabra, barca y gente se envió al maese de campo a reconocer la boca de un río que está en medio de la bahía. Tentóse su fondo, y hallóse que con todo un remo y el largo de un brazo no se alcanzó a su suelo. Entró la barca más adentro; y dio la vista del río a los que iban en ella mucho gusto, así por su grandeza, bondad y claridad de agua, como por la mansedumbre della y hermosura de las arboledas de sus orillas.

Pasó la zabra adelante; saltó nuestra gente en la playa; entró por la tierra adentro: hallaron un pueblo pequeño de cuatro calles, y plaza adelantada en lo más eminente del sitio, y a su redondo muchas haciendas cercadas de guincha. Fueron sentidos de dos espías, y dellas avisados los indios que al punto se huyeron todos. Los nuestros hallaron dentro de sus casas peces-reyes, lizas, y otros géneros de pescados asados envueltos en hojas de plátanos, y en cestillas cantidad de almejas crudas, y colgando de ciertos palos, muchas de sus frutas y flores, allí cerca unos entierros y una flauta, y ciertas cosas pequeñas labradas de piedra mármol, y de jaspe; y porque oyeron atambores y caracoles, y un gran mormurio a la sorda, entendiendo ser junta de mucha gente, dieron los nuestros la vuelta, siendo seguidos de los indios, que no osaron acometerlos. Al fin se embarcaron en paz y se volvieron a las naos.

Otras muchas veces salió nuestra gente a pescar y a buscar cosas menesterosas para el servicio de las naos; volviendo dellas más contentos de la bondad de la tierra, de sus frutos y mayores pueblos. No les faltaron encuentros, y entiendo se mataron algunos indios, aunque más me lo negaron.